Arqueología | Asentamiento humano desde el siglo VII antes de Cristo
El Mundo. 31/05/2009. Eduardo del Campo
Es fácil imaginar qué sintió la arqueóloga Ana Carcelén cuando hace unos meses, mientras ella y sus compañeros rastreaban palmo a palmo el término de Olivares y parte del vecino de Albaida del Aljarafe para elaborar la primera carta arqueológica sistemática de la zona, se fijó en algo que brillaba.
Estaba allí, a simple vista, aunque los expoliadores que se llevaron las monedas no lo habían descubierto antes. Era un escarabeo de pasta vítrea, un amuleto con forma de escarabajo que probablemente lucía como colgante en el cuello de alguien de hace cerca de tres mil años.
Esa figurilla, que van a analizar ahora en Oxford, era propia de Egipto y posiblemente la trajeron los pobladores de cultura fenicia que, venidos desde el levante del Mediterráneo, llegaron hasta el sur de la Península Ibérica y se asentaron en este promontorio, al menos desde el siglo VIII antes de Cristo.
Lo cuenta el arqueólogo Pedro Rodríguez Cuevas, codirector junto a Urbano López Ruiz de la prospección que ha permitido localizar y registrar en Olivares y Albaida 70 yacimientos nuevos respecto a los 18 que ya se conocían, mientras nos guía bajo el sol de las cuatro de la tarde alrededor de un sitio histórico único en Andalucía por su extraña, hipnótica forma, que emerge en el paisaje como una nave varada.
La ciudad que habitaron familias de cultura fenicia o tartésica, en un entorno donde hay yacimientos que se remontan al final del neolítico y al calcolítico, entre el 5.000 y el 3.000 a.C., fue creciendo sobre sí misma sobre las ruinas de la anterior, superponiendo capas hasta tomar la forma de una meseta elevada de 16 metros por encima de los campos circundantes.
En la cima se asentó la ciudad romana de Laelia, y sobre ésta a su vez una alquería medieval musulmana, hasta que tras la conquista cristiana en el siglo XIII quedó desierta y sucumbió. Sus calles y viviendas están enterradas en la cumbre de la meseta artificial, de 2,5 hectáreas de superficie, bajo los olivos de Juan Marañón, uno de los diez hermanos de la familia propietaria de Soberbina S.A., la vasta finca de Olivares donde se encuentra el yacimiento.
El arqueólogo Francisco Presedo, de la Universidad de Sevilla, dirigió entre 1979 y 1981 la única excavación que se ha hecho hasta la fecha en la ciudad, aunque reducida a un pequeño sector. Llegaron hasta el estrato del siglo II a.C. Luego lo volvieron a tapar. Desde entonces, este tesoro semioculto ha sido pasto del expolio de los buscadores de antigüedades y sus enviados, esos 'piteros' que, armados con sus detectores de metal, se llevaron todo lo que había de valor en la superficie.
La nueva ley andaluza de Patrimonio de 2007, que endureció los castigos y prohibió los detectores, unido a las cancelas que el dueño ha instalado en los caminos de acceso, ha devuelto este sitio a la soledad. Muy pocos, fuera del ámbito especializado, conocen este lugar magnético, uno de los pocos en Andalucía donde se ha preservado tan nítidamente la estructura de tel (población elevada sobre una meseta artificial hecha de escombros), propia de las culturas antiguas de Oriente Próximo, explica Pedro Rodríguez.
La ruta turística y la amenaza del tren
Pero no permanecerá mucho más en el anonimato. El Ayuntamiento de Olivares, anuncia Rodríguez, va a utilizar la carta arqueológica recién finalizada para crear una ruta de turismo rural que una los yacimientos dispersos y los haga accesibles al público.
El Ayuntamiento (PSOE) ha pedido a la Delegación de Sevilla de la Consejería de Cultura que proteja el área de la vieja ciudad de Laelia y la villa romana adyacente de Soberbina declarándola Bien de Interés Cultural (BIC), junto con la zona de la Torre de San Antonio y el acueducto del siglo II que abastecía a la cercana Itálica.
Sin embargo, Laelia y su entorno se enfrentan a una posible amenaza para su integridad (o a una oportunidad única para su excavación global, según se mire): el trazado previsto para la futura línea del tren de alta velocidad Sevilla-Huelva, alerta el arqueólogo, parte en dos la zona de 250 hectáreas cuya protección reclaman.
El terraplén con la vía férrea pasaría justo al pie del tel de Laelia, entre su base y las placas solares que la empresa Gran Solar montó enfrente, cuyas obras de instalación permitieron descubrir una necrópolis romana. La línea continuaría junto a las torres de la central solar de Abengoa.
Pedro Rodríguez dice que la vía podría desviarse más al sur, evitando cortar el área que se pretende proteger. Hace unas semanas escribió al Ministerio de Fomento advirtiéndole de la importancia del yacimiento de Laelia, tras constatar que el informe de impacto ambiental (elaborado con información de la Consejería de Cultura) «se ha olvidado» de su existencia. El informe (BOE 190 del 7 de agosto de 2008) cita como yacimiento afectado el «asentamiento edad del bronce de Soberbina», pero no menciona el de Laelia, a menos que se refiriera a ambos bajo esa denominación general.
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