La cueva de Abauntz se encuentra cerrada al público desde hace años. Sin embargo, la puerta está forzada y hay plásticos y golpes en las paredes.
Diario de Navarra. Arraitz. 05/08/2009. Ainhoa Piudo
No resulta nada sencillo para el visitante localizar la cueva de Abauntz, en las inmediaciones del pueblo de Arraitz, valle de Ultzama. El empinado sendero que conduce desde la pista forestal hasta la entrada a la gruta desaparece en algunos tramos a manos de la maleza. Además, no está señalizada, y no es casualidad. En teoría, la entrada no está permitida al público para protegerla de actos vandálicos, aunque sólo es en teoría.
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La puerta que se instaló para impedir el paso está forzada, y la abertura que queda es suficiente para penetrar en su interior.
Un butrón en la pared
Juan José Esandía Huárriz, de 49 años y natural de Arraitz, es el guía perfecto. Abauntz está grabada en sus primeros recuerdos de niñez. "Veníamos mucho por aquí. Por aquel entonces, estaba más llena de tierra, y teníamos que pasar agachados", recuerda. Después la vaciaron, y ahora se puede permanecer erguido en la mayor parte del recorrido. "También había una estalactica", recuerda. Ahora una tímida gota de agua parece querer tomar el testigo.
Esandía ofrece más detalles sobre el estado de abandono que sufre la cueva, todo un yacimiento de restos datados desde el Calcolítico (hace 2300 años) la Edad de Bronce, del Neólitico, del Aziliense, de Magdaleniense y hasta del Paleolítico Superior. "Cuando se cerro, además de la puerta se instaló también un muro. La gente enseguida hizo un butrón en la pared. Se pusieron piedras para taparlos, pero la gente las quitaba al entrar y las volvía a colocar al salir", relata.
La presencia de plásticos en el interior delata que la gente sigue accediendo al interior. También se pueden ver en las paredes y el suelo señales de golpes que parecen estar propinados con un pico. "¿Pero a quién se le ocurre?", se lamenta Esandía, que encuentra la cueva cambiada desde la última vez que estuvo, hará un par de años o tres.
En Abauntz se han realizado diez campañas de excavación, entre 1988 y 1996. Hoy todavía pueden verse algunas de las cuerdas que los equipos instalaban para trabajar. Pilar Utrilla, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, fue la directora en las cuatro primeras y co- directora en las seis restantes. El mapa descifrado se encontró en las labores de 1993.
Los últimos grupos, la mayoría formados por voluntarios, intentaron extraer el máximo de información posible porque la cueva iba a quedar anegada por el embalse de Arraitz, un proyecto que al final no se llevó a término. "Recuerdo perfectamente a Pilar Utrilla", apunta Juan José Esandía. "Cuando los equipos estaban aquí, iluminaban la cueva, y era una maravilla", recuerda. "Pilar se quedó con mucha pena de no seguir buscando más restos", cree el vecino de Arraitz.
El problema del abandono no es nuevo. En un reportaje que Diario de Navarrahizo el 21 de junio de 1994 sobre las excavaciones en Abauntz, se recogían estas declaraciones de Pilar Utrilla (el fragmento se reproduce literalmente). "Cada año pasamos los primeros diez días arreglando lo que nos han destrozado", se quejaba entonces Pilar Utrilla, quien llevaba 8 años estudiando la cueva de Abauntz. Para evitar las incursiones nocturnas en la cueva, que ocasionan toda una serie de destrozos, la Institución Príncipe de Viana optó por instalar una verja y edificar un pequeño muro de hormigón que tapase la entrada de la cavidad. "No sirvió de mucho. Vinieron por la noche con una sierra eléctrica y nos hicieron un boquete en el muro", explicaba la historiadora. El objetivo que motiva estos actos de gamberrismo no pare ce demasiado claro. «Excavan en los niveles de los muertos, se piensan que van a encontrar oro o algo así, y eso es materialmente imposible porque por esa época el metal precioso no se había descubierto aún", apuntaba.
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