La protección sobre el río obliga a comunicar a Cultura cualquier actuación que afecte al canal o a sus orillas
ABC. 25/10/2009. M.D.A.
La declaración como Zona de Servidumbre Arqueológica del río Guadalquivir en el tramo comprendido entre Sevilla y su desembocadura supone una mayor protección de este área y la necesidad de que cualquier actividad que vaya a afectar al lecho del río o sus orillas tenga necesariamente que ser comunicada a la Delegación Provincial de Cultura, dada la probable existencia de patrimonio arqueológico que pueda ser dañada con la misma.
Esa protección no supone, en modo alguno, señalan desde Cultura, que las actividades que se desarrollan en el río se paralicen. Ni siquiera, apuntan, necesitan contar con la autorización de la Junta para desarrollarse, aunque deben ser comunicadas a la Delegación Provincial para que ésta valore si hay que adoptar medidas para no dañar el patrimonio.
En la actualidad, subrayan desde la Junta, los únicos trabajos que se desarrollan con frecuencia y que afectan al lecho del río es el dragado periódico que la Autoridad Portuaria hace en el mismo, localizado en la zona próxima a la esclusa, donde se acumula más tierra, una actividad que cuenta con control arqueológico. De hecho, recuerdan desde el Puerto, en alguna ocasión estas intervenciones han sacado a la luz alguna pieza de cerámica, que se ha remitido a Cultura.
Hay en marcha un proyecto de dragado de más envergadura, que en algunos tramos de los casi 80 kilómetros del canal de navegación del río —la zona central— aumentará la profundidad entre 1,10 y 1,50 metros para incrementar su navegabilidad y permitir la entrada de buques de mayor calado. No obstante, al profundizar más en el lecho del río —se alcanzarán los 8,5 metros frente a los seis actuales— la actuación podría tener consecuencias claras sobre los posibles restos arqueológicos.
A la espera de la esclusa
De momento, el inicio de esta actuación depende de la finalización de la nueva esclusa, prevista para finales de año, ya que, señalan desde el puerto, no tiene sentido comenzar a dragar el lecho del río antes de que empiece a ser operativa. De hecho, la idea es que el dragado se inicie en paralelo a la finalización de la esclusa.
El dragado que, aunque ha provocado las críticas de ecologistas y arroceros, cuenta con el visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente a cambio de determinadas medidas compensatorias, está pendiente asimismo de un estudio general de la actividad del río que lleva a cabo el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Estación Biológica de Doñana y universidades andaluzas. Por lo que respecta a las orillas, donde podrían hallarse algunos restos de la época romana, en principio no hay actividad afectada por las prospecciones arqueológicas, ni tampoco se anuncian intervenciones para localizarlas.
Ninguna prospección
Hasta el momento, y a pesar de la constancia de que hay dos pecios en el río y posíblememente haya otros nueve barcos hundidos entre los siglos XVI y XVII entre el tramo que va entre Sevilla y su desembocadura, Cultura no ha recibido ninguna solicitud de prospección al respecto ni tiene pensado acometerlas por su cuenta. Quizás sea porque se sabe que en muchos de estos casos, la rica carga que transportaban estos barcos fue rescatada al poco de sus naufragios.
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