Poner en valor los yacimientos, hacerlos visibles y conservarlos es para el arqueólogo placentino Francisco Ramos la única forma de frenar el problema más usual del patrimonio de todos: el expolio.
La Crónica de Badajoz. 11/03/2010 G. M.
"El expolio es probablemente el problema más usual del patrimonio histórico. Hay clanes organizados que funcionan con detectores de metales altamente potentes y capaces de diferenciar el oro, el bronce, el cobre,... sin excavar, y otros menos expertos que se dedican al trapicheo en los yacimientos conocidos".
Cuestión de ingenio, sabiduría y fortuna principalmente, porque encontrar un yacimiento rico en historia no resulta muy complicado. "Hay en todos sitios. En Extremadura censados existen unos 5.000", señala el arqueólogo extremeño Francisco Ramos. Muchos excavados y otros muchos sin excavar, lo cierto es que son demasiados para afrontar victoriosos la picaresca que existe en torno a estas minas de antepasados y la demanda de un mercado extranjero en busca de capítulos de historia y objetos de alto valor histórico que coleccionar. "A pesar de que hay una ley contra los pita pita --como denomina a los que utilizan detectores de metales-- no se termina de cercar estos usuales delitos patrimoniales".
Según Ramos, natural de Plasencia, profesor de Historia en Madrid y miembro de la Sociedad Española de Arqueología, es necesario hacer visibles todos los yacimientos, enseñárselos al público y conservarlos. Es la única manera de cuidar un patrimonio del que todos tomamos parte. "Los yacimientos no son fáciles de ver y mucha gente ignora su existencia, por eso es necesario su estudio y puesta en valor para que toda la sociedad aprecie su verdadero significado, aunque en época de crisis es complicado".
Pero a veces evitar un delito de este tipo no depende solo de eso. Hay casos de expolios organizados a gran escala como el de la empresa estadounidense Odissey, que halló un buque hundido con un valioso botín en el oceánico Atlántico, sin determinar el lugar exacto, en el que "normalmente entran en contacto eruditos que ayudan a los expoliadores a fechar yacimientos y les aportan información muy valiosa. En muchas ocasiones los agujeros de los pita pita van por delante de los propios arqueólogos", señala Ramos.
Identificación compleja
"El expolio tiene muy mal apaño legal", critica. Hay casos, asegura, que no se han podido demostrar que ciertos restos u objetos pertenecen a un determinado yacimiento y han sido devueltos a los expoliadores. "La preocupación existe en la Guardia Civil pero no tanto en la valoración cultural".
El robo de objetos arqueológicos no solo atenta contra el patrimonio de todos, además, "destruye toda la información arqueológica del entorno en el que se encuentra, de nuestro orígenes. No es lo mismo tener la cabeza de un ciervo disecada en casa, que tener a un ciervo vivo en el campo", explica el arqueólogo placentino. Piezas como las que vendían los once detenidos e imputados en la operación Badía , pueden llegar a alcanzar en el mercado un alto valor económico. "Hay objetos muy buscados y codiciados, los más valorados son armas y piezas de joyería". Además, destaca, la puesta en valor de estas minas de cultura suponen también un recurso económico importante para fomentar el turismo y crear empleo.
Conocedor de los más importantes yacimientos extremeños, asegura que las zonas de Cáceres donde delinquían los ultimos arrestados por delitos de expolio forman una ruta arqueológica importante entre la cultura íbera y romana. Por ello centra en la edad del Bronce y el Hierro y Romana los yacimientos expoliados.
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