12 sept 2010 ~ ~ Etiquetas:

Jaén: El excepcional conjunto patrimonial de Valles de Otíñar, en vías de extinción

Los visitantes escriben en los dólmenes y menhires sus nombres y fechas
Han hecho una limpieza general recientemente, pero todavía quedan restos

12/09/2010. El Mundo. Emiliano Vega.

[Vídeo reportaje]

El incalculable valor patrimonial y la trascendencia histórica de los Valles de Otíñar es el reflejo de 6.000 años de explotación de sus recursos naturales. La actividad agroganadera de este territorio agreste, situado a 13 kilómetros de la capital, es un enclave de especial atracción para sus pobladores.

Por este espacio han pasado numerosas poblaciones, desde el Neolítico pasando por la Edad del Bronce, la época romana y medieval hasta a la actualidad, donde la industrialización ha reducido esta zona a una pequeña población.

Sin embargo, un año después de que la Consejería de Cultura declarase este área como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Patrimonial, los yacimientos históricos continúan desprotegidos, exceptuando el espacio del Barranco de la Tinaja, donde se localizan diversas pinturas y petroglifos prehistóricos en la pared.

Considerado para muchos estudiosos como un lugar sagrado ha sido utilizado durante años como aprisco para ovejas ante la desidia de las administraciones competentes. Recientemente han realizado labores de limpieza, como la retirada de una improvisada cerca metálica empleada para el redil y otros residuos entre latas, bidones y utensilios para alimentación del ganado.

Sin embargo, los excrementos de oveja delatan en la actualidad que el espacio permanece ajeno al cuidado especial que la administración andaluza cita en su decreto sobre las directrices de protección y fomento del patrimonio.

De inspiración literaria

El escritor jiennense, Juan Eslava Galán, menciona en su libro 'La mesa de Salomón' este lugar, que posteriormente también aludirá en la obra 'Andalucía Mágica' (2003).

Los casos se suceden a pocos metros. En el denominado Cerro Veleta se localiza un yacimiento calcolítico donde se conserva parte de una muralla de protección y una necrópolis de la que destaca el dolmen de Collados de los Bastiones.

Entre matorrales y con evidentes síntomas de abandono, se descubre esta estructura megalítica, que milagrosamente se sustenta aún por varios menhires soterrados donde se pueden apreciar numerosas inscripciones con nombres y fechas dejados por los visitantes contemporáneos como recuerdo de su estancia.

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