Los trabajos incluyen el nuevo revestimiento de una de las fachadas laterales ?concretamente, la situada en la calle Santísima Trinidad- de tan emblemático templo. Las obras las desarrolla el Ayuntamiento con fondos propios con el objetivo de mejorar y embellecer uno de los monumentos incluidos en la Ruta del Conde-Duque de Olivares. La Colegiata Santa María de las Nieves data del siglo XVII.
05/11/2010. Ayuntamiento de Olivares.
Uno de los monumentos más emblemáticos de la Ruta del conde-Duque de Olivares, la Colegiata Santa María de las Nieves, está siendo objeto de nuevas obras de rehabilitación y mejora. El Ayuntamiento de la localidad está actuando sobre una de las fachadas laterales del templo –concretamente, la situada en la calle Santísima Trinidad- para que ésta última pueda contar con un nuevo revestimiento ante el mal estado del actual. La idea es “mejorar y embellecer” este edificio de principios del siglo XVII e imagen de la localidad.
Será Don Enrique de Guzmán, II Conde de Olivares, con licencia del Papa Gregorio XIII, el que funda en 1590 la Capilla con el título Santa María de las Nieves, aunque la Colegiata no se construyó hasta los primeros años del siglo XVII.
En 1607 Don Gaspar de Guzmán solicita el diseño de los planos y la valoración de las obras para la construcción de la actual Colegiata de Olivares, al arquitecto milanés, Vermondo Resta, Maestro Mayor del Alcázar de Sevilla que se encargaba en estos años de todas las obras que se debían realizar tanto en el Alcázar sevillano como en las casas y edificios de los lugares del Estado de Olivares.
En 1623 el Papa Urbano VIII concede al Conde Duque, mediante Bulas, la acreditación como Colegiata, “Nullíus Diocesis”, a la Capilla de Santa María de las Nieves de Olivares. Las obras de esta Colegial fueron lentas y complejas siendo ejecutadas en su mayor parte por los arquitectos Sebastián de Ruesta y José de Escobar.
El edificio es de cruz latina, su interior está compuesto por tres naves cubiertas por bóvedas de medio cañón y decoradas con yeserías, las capillas laterales contienen varios retablos de estilo barroco y numerosas obras de arte.
La nave central está flanqueada por la capilla Mayor y el Coro. El actual retablo Mayor fue realizado en 1690 por los ensambladores y arquitectos de retablo José Guisado, José de Escobar, Matías de Brunenque y las escultora María Roldán siendo dorado en 1700 por Miguel Parrilla.
El Camarín y transparente, que alberga la imagen de la Virgen de las Nieves, tiene una cúpula gallonada y decorada con los símbolos de la Letanía Lauretana policromado en verde, rojo y dorado.
La Imagen titular del templo es una magnífica escultura de talla completa, de gran elegancia y monumentalidad, que representa a la Virgen sedente con el niño Jesús apoyado sobre la mano derecha, en actitud de mirar a su madre. La imagen fue realizada por María Roldán en 1697. En las calles laterales se encuentran las imágenes de San Nicolás de Bari y Santo Domingo de Guzmán. Sobre una movida cornisa se dispone el ático, que alberga una imagen de la Inmaculada, a ambos lados se sitúan las imágenes de San Pedro y Santiago.
El coro se halla al fondo de la nave central. El escultor gallego Bernardo Cabrera construye, por encargo del Abad Don Francisco de la Calle, la sillería coral, compuesta por 24 sillas en madera de nogal con sus respectivos atriles y misericordias. La parte más importante del coro la constituye la silla abacial, con respaldo flanqueado por columnas de orden compuesto. Dicho respaldo está decorado con un relieve del Nacimiento y el escudo de armas de la colegiata, obra de Gaspar Ginés. Sobre los postigos del coro se encuentran dos pinturas de mediano tamaño que representan al Ecce Homo y a la Virgen de la Soledad. La reja que cierra el coro fue realizada en el año de 1780, es de hierro forjado compuesto por único cuerpo realizado con minuciosa labor de forja, sobre la que se halla una corona imperial con Cruz, sostenida por dos ángeles. Testigo del pasado esplendor musical de la Colegiata es el órgano, construido por Antonio Otín Calvete en 1820.
La Colegiata fue enriquecida con gran cantidad de reliquias sagradas traídas desde Roma, por Don Enrique de Guzmán y Doña María Pimentel, II Condes de Olivares, por gracia o licencia de los pontífices Gregorio XIII, Sixto V y Gregorio XIV. La Condesa llevaría a cabo una colecta de reliquias de forma constante y efectiva desde 1582 a 1591, que en principio estuvieron guardadas en el Alcázar de Sevilla.
Las reliquias se remitieron con “Las Auténticas”, documentos necesarios para atestiguar su autenticidad, con una lista de testigos presenciales -entre ellos el reverendo padre Francisco de Victoria - y la nómina de donantes, entre los que llama la atención el Cardenal Alejandro de Médicis.
Estas reliquias se conservan en gran número y riqueza en la actualidad, siendo el segundo templo en España en cantidad y calidad. Entre ellas cabe destacar los restos de Santa Úrsula, San Esteban mártir, San Ceferino, San Entiquio, San Zenón, San Roque, de las once mil vírgenes, y de tantos otros.
Bajo el altar mayor se encuentra la Cripta de los Condes de Olivares, en ella están sepultados Don Pedro de Guzmán y Doña Francisca de Ribera, ( I Condes de Olivares), Don Enrique de Guzmán y Doña María de Pimentel, ( II Condes de Olivares), Don Pedro Martín de Guzmán y Don Jerónimo de Guzmán (Hermanos del Conde Duque, en ella destaca la presencia de una decoración pictórica de trazas barrocas cuyas características la convierten en uno de los conjuntos más importantes de la provincia).
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