El templo de Cancho Roano es uno de los yacimientos más importantes de la región. Situado a diez kilómetros de Zalamea de la Serena, da una lección de historia sobre el mundo tartésico.
20/05/2011. El Periódico de Extremadura.
Esta semana vamos a mirar hacia el Templo de Cancho Roano, un paseo por nuestra historia a través de ese yacimiento arqueológico que se encuentra a 10 kilómetros del municipio de Zalamea de la Serena.
El hallazgo de este yacimiento arqueológico, oculto bajo un túmulo de tierra, se produjo en torno a los años 60, cuando la finca de Cancho Roano se parceló y se vendió a varios vecinos de la localidad. Estos hallazgos fueron puestos en conocimiento de las autoridades, iniciándose años después los trabajos de excavación que se prolongarían hasta la década de los 90. El gobierno autonómico concedió al yacimiento la declaración de Bien de Interés Cultural al considerarlo como el emplazamiento arqueológico más importante de Extremadura; así mismo en 1986, fue declarado Monumento Nacional.
Una vez excavado, Cancho Roano fue valorado, consolidado y protegido por una cubierta capaz de resguardar los restos de los agentes meteorológicos. En sus inmediaciones fue construido un Centro de Interpretación donde al visitante se le ofrecen las claves para comprender este singular enclave.
El yacimiento de Cancho Roano, se localiza en la finca del mismo nombre, sobre un montículo o túmulo denominado Torruca, en una zona de suave elevación rodeada de encinas y junto un pequeño curso de agua, el arroyo Cigancha, que se caracteriza por mantener su caudal durante todo el año. El lugar está delimitado por pequeñas cadenas, montañosas dotado de un suelo apto para la agricultura.
El yacimiento permaneció ocupado del siglo VII al IV a. C. En esta amplia cronología pueden establecerse varias fases. Los restos más antiguos del yacimiento se constatan con la presencia de una sencilla construcción de una cabaña de forma oval excavada en la roca y realizada con piedra y adobe, fechada en los inicios del Período Orientalizante (siglo VII a. C.)
A esta construcción inicial, le suceden tres edificios o santuarios, que confirman el carácter sagrado del enclave en la zona. Un lugar relativamente alejado de la ruta principal hacia el Guadiana y las tierras del sur, por la que se extiende de un modo rotundo la cultura tartésica.
El edificio más antiguo es el denominado Santuario Orientalizante, descubierto en 1993, que se construye amortizando los restos de la arruinada cabaña primitiva. Se fecha esta edificación entre finales del siglo VII e inicios del siglo VI a. C., coincidiendo con el auge de la cultura tartésica. Su construcción se caracteriza por estar realizada sobre un zócalo de piedras trabadas con barro y cubierto con un enlucido blanco a base de caolín. Sobre este zócalo se levantan las paredes de adobe también enlucidas de blanco.
Los suelos eran de arcilla de color rojo. De este edificio sólo ha llegado la habitación principal del mismo, denominada H-7, donde se desarrollaba el culto. Se trata de una estancia rectangular, dividida por un muro transversal, a la que se accedía a través de un vano y en cuyo interior se documentan en un extremo una estructura escalonada y en el otro un vasar con orificios para depositar las ofrendas y objetos rituales. En el espacio central apareció un altar redondo que remata en forma de triángulo, realizado con piedras pequeñas revestidas con barro y enlucido con una capa de arcilla roja.
Este santuario se destruyó posiblemente debido a las nuevas necesidades surgidas por el desarrollo y ampliación del culto que implicarían la construcción de un nuevo edificio de mayores dimensiones. En esta destrucción se realiza una gran plataforma muy uniforme sobre la que se construye un nuevo santuario.
Este nuevo santuario constituye la consolidación del culto y se construye a mediados del siglo VI a. C. y, en él se aprecian diferentes fases constructivas. Este edificio consta de tres cuerpos principales a los que se accede a través de una habitación rectangular. En la zona de entrada al edificio hay dos pequeñas torres que flanquean la puerta. Junto a la entrada se conserva un pozo y un foso que rodea todo el edificio. En la zona sur se disponen habitaciones que fueron utilizadas como almacén del santuario, mientras que en el sector Norte hay estancias donde se localizan hogares y altares que hablan de su función claramente religiosa.
El espacio principal de este santuario es la denominada Habitación 7, lugar sagrado del complejo, que se superpone a los restos de esta misma estancia en el santuario primero. También conserva un altar realizado con ladrillos de adobe y enlucido de cal.
Además se documentan otras estructuras que ponen de manifiesto su carácter sagrado; allí se dispone una plataforma donde se acomodaría la élite social y sacerdotal. La existencia del pozo habla de la utilización del agua como elemento ritual indispensable en el culto.
Tiempo después, por razones desconocidas, este segundo edificio se destruye del mismo modo que los anteriores, para sobre él elevarse el tercer santuario. Este tercer edificio es conocido como el Palacio Santuario de Cancho Roano. Se trata de un edificio de planta cuadrada orientado al este y dotado de dos alturas. Se accedía por la entrada principal, localizada hacia el este, a través de dos torres que la flanqueaban, dando paso al patio. En esta entrada se localiza una estela de guerrero reutilizada y colocada a modo de escalón. Todo este complejo monumental aparece rodeado por un foso excavado en la roca natural.
Este foso completa un sistema defensivo integrado además por la terraza, las torres y las rampas. Presenta una planta en "U" formada por 11 habitaciones y un patio. La entrada se realiza a través de la habitación 1, que da paso al patio, donde se conserva un pozo, y al corredor o habitación 2, que se trata de un espacio transversal que da paso al resto de los ámbitos.
Las habitaciones 3, 4, 5 y 6 ubicadas al noroeste, fueron utilizadas para guardar los objetos de culto más delicados y para realizar labores relacionadas con el tejido.
Las habitaciones 8, 9 y 10, localizadas al suroeste, conforman el área de almacén del santuario, allí se localizaron numerosos recipientes cerámicos aptos para el almacenajes de productos. La habitación 11 presenta unas características constructivas diferentes, tales como la pavimentación del suelo con lajas de pizarra al igual que el zócalo, características que unidas a los restos materiales y elementos de prestigio hacen suponer la función de esta estancia como un espacio residencial del personaje principal del santuario.
La habitación 7 o espacio sagrado del santuario, es el lugar más importante del edificio, pero no se conserva en la visita actual al edificio. Destacaba esta estancia por la aparición de un pilar de forma cuadrangular realizado en adobe y ubicado en el centro de la misma.
Las habitaciones perimetrales o capillas se organizan en torno al edificio, son un total de 24 estancias, seis en cada sector del mismo. Están separadas del edificio principal por un pasillo perimetral que facilitaba la comunicación entre ellas.
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