Un grupo de arqueólogos examina el menhir que quedará ubicado en la zona de Orozko, dentro de Parque Natural de Gorbeia. (Foto: DFB). |
07/05/2011. Deia.com.
DESPUÉS de miles de años, no se sabe a ciencia cierta cuántos, el menhir de Kurtzegan volverá a ponerse de pie. Los restos de una de las piezas megalíticas más importantes de Euskal Herria serán puestos en valor por la Diputación Foral de Bizkaia para que sean conocidas por todos los montañeros y excursionistas en el parque del Gorbeia. El departamento foral de Cultura tiene previsto para el próximo mes de junio recomponer las tres piezas de las que se compone este tótem de piedra que durante siglos han permanecido tiradas en el mismo lugar donde se levantó enhiesto durante siglos y siglos. Fuentes forales han indicado que "queremos dar la importancia que se merece a uno de los restos que quedan de la actividad prehistórica del hombre en el macizo del Gorbeia". Consideraban además su peculiaridad en tamaño, ya que "es uno de los más altos que se conocen de toda Euskal Herria".
De hecho, los 5,40 que miden las piezas sumadas que componen el menhir solo se equiparan a los 5,40 metros del monolito de Mugarriaundi, ubicado en el monte Zekillaga, en la muga entre Oñati y Donemiliaga (Araba) o a los cinco metros de los de Zaho, en Benafarroa, y Luurzu, en la zona del Baztan navarro.
La existencia de los tres grandes bloques de piedra caídos (el último fue derribado en abril de 2006) en el collado de Kurtzegan es conocida desde siempre por los vecinos de la zona. Ubicados en el término municipal de Orozko, en la parte occidental del Parque Natural del Gorbeia, los restos del menhir estaban catalogados por los arqueólogos pero nunca habían sido estudiados a fondo. Hasta hace tres años. El departamento foral de Cultura realizó en 2008 unos sondeos en la zona para conocer con la mayor exactitud posible las circunstancias que rodeaban los restos megalíticos y dónde se encontraba levantado el monolito de piedra.
CERTEZAS Los trabajos determinaron unas cuantas certezas y abrieron especulaciones con varias teorías. Entre las tesis comprobadas se encuentra el hecho de que el menhir se compone de dos piezas u ortostatos que colocadas una encima de la otra aportan la imagen de una columna trabajada por el hombre prehistórico en una época que no se ha determinado con exactitud. Lo que sí se conoce, por la composición de la roca -arenisca albiense-, es que las piedras pertenecen a la época del Cretácico Inferior por lo que los arqueólogos intuyen que nuestros antepasados llevaron al lugar las piezas desde el cercano alto de Kurtzegan, donde afloran a la superficie estratos de este material. La tercera pieza del conjunto megalítico, de 1,30 metros de altura, desempeñaba un papel fundamental ya que era el bloque que servía de calce o apoyo para que se sostuvieran erguidos los otros dos ortostatos, el superior y más pequeño de 2,06 metros de alto por 1,05 de ancho, y el inferior y más grande, de 3,72 metros de alto por 1,12 de ancho. Ambos encajan a la perfección e incluso algunos de los especialistas llegan a ver una ligera forma antropomórfica en la pieza ya que su parte superior puede parecer una cabeza que se asienta en una especie de hombro. Se supone también que la talla de la piedra se efectuó en la zona de donde se extrajo, ya que en las inmediaciones no se ha identificado resto alguno del proceso de canteo.
Los estudios in situ descubrieron asimismo que el tótem se levantaba en el mismo lugar donde están caídos sus tres componentes, que en total suman siete toneladas de peso. El trabajo de campo permitió hallar la fosa donde se hundía la base del menhir, un cuadrado de 1,10 metros de lado con una escasa profundidad, setenta centímetros. Los arqueólogos encontraron las huellas de la excavación del agujero por parte de sus autores milenarios, la rotura de la roca madre y el material que utilizaron de relleno, principalmente pequeñas piedras y arena de tonalidad negruzca. Con todos estos datos, los especialistas consideran que el traslado de las piezas se hizo mediante rampas de tierra o rodillos sobre raíles de madera, aunque de esta actividad no se tiene evidencia alguna.
Pero ¿cómo se llegó a sostener una columna tan alta? Los arqueólogos tampoco se explican, con los datos obtenidos, cómo fue el sistema de sujeción de la columna. En el estudio redactado indican que es "tremendamente complicado garantizar la estabilidad de un menhir de 5,40 metros de altura dentro de una fosa de 0,70 centímetros de profundidad". Por ello destacan la importancia del tercer bloque hallado como elemento que aguantaría erguido el menhir.
Esta complejidad es lo que ha llevado a los responsables forales a introducir una variación en el proceso de recuperación del menhir. La pieza se colocara ligeramente girada sobre su posición original para evitar que el fuerte viento que azota esta zona de descampado no tumbe la pieza. Al parecer, su colocación prehistórica estaba orientada hacia las corrientes de aire predominantes y con la anchura de las piedras, más de un metro, pudieron hacer un efecto de vela que provocara o ayudara con el tiempo a su derribo.
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