Hoy se cumplen 20 años del descubrimiento en los Alpes italianos de la momia más antigua del mundo. Aseteado a traición, los restos de este cazador de hace 5.000 años todavía guardan algunos secreto.
20/09/2011. ABC / Paleorama en Red
Sabemos muchas cosas sobre él, aunque vivió hace unos 5.300 años y, como es lógico, jamás pudo escribir su historia. El hielo lo hizo por él. Ötzi era un cazador prehistórico, tal vez también pastor y pescador, que falleció desangrado a una edad estimada de 45 años después de que una flecha atravesara su cuerpo por la espalda, y, de remate, recibiera un fuerte golpetazo en la cabeza. Así se quedó, tendido en el hielo, a 3.210 metros de altitud en el glacial italiano Schnal Valle, en los Alpes orientales, donde fue descubierto por un matrimonio alemán tal día como hoy, 19 de septiembre, hace ahora 20 años. Ötzi es la momia humana más antigua del mundo y ha acaparado la atención de cientos de investigadores. Puede que solo fuera un simple arquero, pero su historia, con un crimen a traición como final, es apasionante.
De Ötzi, como habíamos comenzado estas líneas, sabemos muchas cosas. Incluso que tenía la tripa llena cuando murió (de cabra salvaje). Su aspecto físico fue recreado este mismo año por los hermanos Alfonso y Adrie Kennis, artistas holandeses especializados en paleontología que también han dado forma a los homínidos de Atapuerca. Para su propósito utilizaron tomografías, infrarrojos e imágenes en 3D. Por ellos sabemos que tenía los ojos marrones y hundidos y un rostro delgado surcado de arrugas que le hacía parecer un anciano. Era poca cosa. Pesaba 45 kilos y no superaba el 1,60 de altura.
Tres heridas en su cuerpo
Ötzi, el «hombre de hielo», como se le conoce, fue descubierto por el matrimonio alemán Simon cuando hacía una excursión por la zona. Al principio, pensaron que el cadáver pertenecía a un hombre actual, que había salido a la luz al derretirse el glaciar. La policía italiana también tuvo esa primera impresión -no eran pocos los montañeros que sufrían accidentes-, pero pronto se sucedieron las sorpresas. Los forenses descubrieron que Ötzi había vivido en la Edad de Cobre, hace más de 5.000 años. El hallazgo de la momia se convirtió en un acontecimiento mundial. Era algo sensacional. El proceso de momificación natural había permitido conservar el cuerpo en unas condiciones maravillosas para la investigación científica.
Los científicos que analizaron a la momia encontraron tres heridas en su cuerpo excelentemente conservado: una flecha incrustada en la axila izquierda, un golpe en la espalda propinado con un objeto afilado y un corte en la mano derecha. Estaba vestido con pieles de cabra, botas y de piel de oso y ciervo rellenas de hierba y un gorro de oso. Además, llevaba atada a su cintura una bolsa con yesca y pirita para hacer fuego. Junto a su cadáver apareció un hacha de cobre, flechas y un arco de madera, entre otros enseres. Probablemente huía en el momento en que le llegó la muerte.
Ötzi también ha sido motivo de disputas. Durante años, Austria e Italia pelearon por la momia (había aparecido cerca de la frontera alemana), pero finalmente recibió la «nacionalidad» italiana. En 1998, la momia fue trasladada de Innsbruck a Bolzano, donde reposa en un congelador del Museo Arqueológico, a menos de seis grados Celsius. Aún más tiempo duró el proceso entre Italia y los descubridores alemanes, que pedían algo más que un reconocimiento financiero. La disputa jurídica terminó hace dos años después de que el matrimonio alemán se llevara una recompensa de más de 150.000 euros.
Pero no todo se sabe del hombre de hielo y todavía algunos misterios se ciernen sobre la momia. ¿De quién huía? ¿Quién cometió este crimen primitivo? ¿Tuvo descendientes? ¿Sufría enfermedades que también padece el hombre actual? Los científicos han descifrado el 95% de su ADN y es posible que pronto puedan responder a algunas de estas preguntas.
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