Aparece la primera estela antropomórfica de la cultura de los dólmenes en La Rioja alavesa al desenterrar parte de un dolmen.
12/11/2011. Noticias de Álava.
EL dolmen de La Huesera todavía descubrirá nuevas claves para entender la cultura de los dólmenes en Rioja Alavesa. No obstante, de momento, además de los nuevos enterramientos y del descubrimiento de su corredor, la citada construcción megalítica ha dejado para los investigadores una tosca estela funeraria antropomorfa, donde se aprecia una silueta humana tallada hace más de 4.500 años por los primitivos pobladores de estas tierras a los pies de Sierra Cantabria. El equipo coordinado por los profesores de la UPV/EHU José Antonio Mujika y Javier Fernández Eraso, formado por cinco arqueólogos -José Ángel Apellániz, Miguel Berjón, Maitane Oyarzabal, José Manuel Tarriño e Ismael Moll-, que desde el mes de junio ha estado trabajando en los dólmenes de La Chabola de la Hechicera y del Alto de la Huesera, ha finalizado durante estos días su intervención arqueológica.
El trabajo en la estación megalítica de la Cuadrilla de Rioja Alavesa comenzó el pasado año con la excavación del dolmen de El Montecillo, en Navaridas, el trabajo en la cámara del Alto de la Huesera y la restitución de la losa de cubierta en su emplazamiento original, en Laguardia, y las primeras actuaciones en el de La Chabola de la Hechicera. Todo ello dentro de un amplio proyecto que, potenciado desde el Servicio de Patrimonio Arqueológico de la Diputación Foral de Álava, reúne un nutrido equipo de especialistas en arqueología, geología, restauración, paisaje, didáctica y señalización. Con ello se pretende, como fin último, devolver a las arquitecturas funerarias el aspecto que tuvieron en su origen y trazar un itinerario que los hagan visitables y comprensibles al público en general.
La primera arquitectura dolménica localizada en la Rioja Alavesa fue la de La Chabola de la Hechicera en 1935. Al año siguiente José Miguel Barandiarán realizó un sondeo comprobando que se trataba de un monumento megalítico. Tras el paréntesis cultural que supuso la Guerra Civil, los trabajos arqueológicos se reanudaron en 1943 con el descubrimiento del dolmen del Encinal por Domingo Fernández Medrano. Él mismo junto a Álvaro de Gortázar y Carlos Sáez de Tejada reemprendió las excavaciones en el dolmen de La Chabola de la Hechicera. Al año siguiente también Fernández Medrano descubrió y excavó el dolmen del Alto de la Huesera. En los años cincuenta del pasado siglo se descubrieron los restos de los dólmenes que componen la estación riojanoalavesa (Layaza, en 1952; La Cascaja en Peciña, en el año 1953; El Sotillo, en 1955; y San Martín, en 1956). José Ignacio Vegas descubrió y excavó, en 1985, el dolmen de Los Llanos y, por último, Roberto Ibáñez descubrió el de El Montecillo, que ha sido excavado por Fernández Eraso y Mujika en 2010.
LOS TRABAJOS DE 2011 El resultado de los trabajos realizados durante el presente año ha sido espectacular tanto por la monumentalidad del sepulcro como por la abundancia de restos hallados. En La Chabola de la Hechicera se ha podido localizar la estructura original del túmulo. No se trata de dos troncos de conos superpuestos, como se creía desde su descubrimiento en 1935, sino de una única estructura tumular que alcanza los 30 metros de diámetro y que se alza más de dos metros sobre el terreno. Una vez que la Diputación Foral de Álava finalice su restauración, el conjunto recuperará la monumentalidad que tuvo en origen. De ser un altozano con hierbas y matorrales pasará a una montaña formada por piedras de la zona en cuyo centro se localizará la arquitectura funeraria.
Pero, sin duda, el conjunto megalítico que ha sufrir una mayor modificación es el del dolmen del Alto de la Huesera. Durante la campaña del pasado año se pudo restituir a su emplazamiento original la losa de cubierta que yacía caída en el interior de la cámara dolménica y calcular cuál fue la dimensión del túmulo original: unos 20 metros de diámetro. En la intervención del presente año se ha localizado el corredor cuya longitud ronda los seis metros, manteniendo emplazada in situ alguna de las losas de cubierta. Además ha sido localizada la primera estela funeraria antropomorfa de toda la estación dolménica riojana. Se trata de una piedra con silueta humana que presenta una serie de grabados repiqueteados formando cinco líneas horizontales. Se localizó hacia el final de corredor, fuera de éste.
El dolmen del Alto de la Huesera se sitúa en una zona elevada de manera que constituye un hito en el paisaje. El emplazamiento fue elegido, sin duda, por quienes lo levantaron hace más de 4.500 años. La última capa de piedras que recubría el túmulo estaba compuesta por calizas blancas aportadas allí desde la Sierra de Cantabria. Es esta una acción destinada a que el conjunto sea bien visible desde lejos.
Una vez que finalicen las labores arqueológicas en el dolmen del Alto de la Husera se deberá proceder a su restauración por parte de la Diputación. Habrá que consolidar el corredor, una vez excavado, restituir una copia de la estela a su emplazamiento originario y devolver al túmulo su forma y aspecto original. El paso del tiempo, la falta de actuaciones de protección, la ausencia de elementos que expliquen qué es un dolmen, su historia particular y su uso han actuado en contra de las propias construcciones, de forma que languidecen en un triste proceso de abandono y deterioro.
Los trabajos que se están desarrollando en la actualidad suponen el inicio de la puesta en valor de un patrimonio arquitectónico único en el territorio histórico, que deben finalizar devolviendo a los dólmenes el sentido y la importancia que tuvieron en su día para que vuelvan a ser hitos dentro de un paisaje humanizado.
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