El avance del trabajo indica que las losas del corredor son estables.
06/02/2012. La Voz.
El Grupo de Mecánica de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de A Coruña realiza un estudio de estabilidad del corredor del dolmen de Dombate. El trabajo fue encargado al jefe de estudios de la facultad, Luis Esteban Romero Rodríguez, que ya ha presentado un avance a la Diputación.
Según las mediciones realizadas hasta el momento, las losas del corredor podrán soportar el peso de la piedra que debe cubrirlo y que ya estaba desplazada cuando se excavó el yacimiento, en 1987. Esta pieza pesa más de cuatro toneladas.
Sin embargo, para poder concluir la reconstrucción del dolmen cabanés es preciso que los técnicos terminen el estudio de forma oficial y lo presenten a la Dirección Xeral de Patrimonio, que deberá autorizar la reconstrucción de la entrada a la cámara. Con esta medida, los visitantes podrán apreciar como era el yacimiento cuando estaba en uso, hace casi 50 siglos.
Gracias a sondeos realizados anteriormente se ha podido saber que las rocas que forman el corredor están hundidas entre 70 y 80 centímetros en la tierra. Además se encuentran casi en ángulo recto con la base, por lo que su capacidad para sostener el peso de la losa principal está bastante clara, ya que la admisión de carga es muy elevada. Tampoco se ha apreciado desplazamiento alguno de las losas, por lo que es casi seguro que la reposición podrá llevarse a cabo.
Más mediciones
No es la primera vez que se realizan mediciones de este tipo. Las anteriores corrieron a cargo de técnicos de la Universidad de Ciudad Real y pretendían conocer la forma en que la ampliación de carretera de acceso podía afectar a la estabilidad del yacimiento.
También está casi lista la réplica del dolmen pequeño, que ha realizado una restauradora en Santiago. La instalación se realizará en los próximos días en cuanto estén secas las nueve piezas que forman el megalito, que tendrá poco más de un metro de altura y que sobresaldrá unos 30 centímetros por encima de la coraza, una licencia que se permiten los arqueólogos para que los visitantes comprendan la colocación del pequeño dolmen, del que solo debería verse la losa del techo.
Según explicó Manuel Lestón, para la copia de las losas se tuvieron en cuenta los dibujos que realizó el arqueólogo José María Bello de las huellas dejadas por ocho de las piedras que formaban el dolmen, puesto que solo se recuperó una. La original ha servido para imitar el aspecto que debían tener las desaparecidas. El tamaño de cada una se calculó teniendo en cuenta la huella dejada.
Para la reconstrucción ha sido necesario recurrir a las fotografías y a los dibujos de las primeras campañas de excavaciones, porque buena parte de los huecos desaparecieron durante los 20 años que la zona estuvo expuesta a la espera de que se desarrollara el plan director.
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