18/07/2012. Andalucía Información.
"Fue la Junta la que quiso exponer el original del Carambolo; la que decidió el sitio y la que anunció a bombo y platillo la exposición permanente del mismo. Ahora resulta que todo el mundo se ha enterado de que es una réplica porque no tienen dinero para pagar la conservación. Que no se hagan tantas fotos si luego no pueden correr con los gastos”. Estas palabras del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, en relación con el Tesoro del Carambolo son la expresión inconsciente de que lo que realmente preocupa al regidor sevillano respecto de una de las mayores joyas de nuestro patrimonio histórico-artístico es no haber salido él en las imágenes protagonizando la apertura al público de la exposición de piezas originales en el Museo Arqueológico, en lugar del consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, entonces Paulino Plata.
Por eso Zoido no ha respondido a la invitación del nuevo consejero de Cultura, Luciano Alonso, de cofinanciar los gastos de vigilancia del Tesoro por una empresa privada especializada y que ascienden a 145.000 euros anuales para poder seguir exhibiendo el Tesoro original, hasta que la completa restauración del museo, que conforme al proyecto de Guillermo Vázquez Consuegra incluye una cámara acorazada de seguridad, permita ahorrarse este alto coste en vigilancia privada.
Falta de competencias
En su lugar, el alcalde sevillano ha incurrido en la contradicción de subrayar, primero, que velar por la seguridad del Tesoro, a pesar de que el Ayuntamiento es el propietario, no es competencia municipal, pero añadiendo que si la Junta no puede correr con esos gastos, entonces el Consistorio se encargará de exhibir el Carambolo “en un sitio donde lo pueda cuidar”. Así pues, Zoido, a pesar de carecer de competencias al respecto, está dispuesto a asumirlas por su cuenta y no ya a cofinanciar los gastos de vigilancia con la Junta, sino a pagar la factura completa, siempre que el Gobierno andaluz se quite del medio y sea él quien aparezca en las fotografías junto al Tesoro.
Con este planteamiento ha acabado, paradójicamente, coincidiendo con su mayor rival político entre 2007 y 2011: su antecesor en la Alcaldía de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín. Necesitado de llenar de atractivos las ‘Setas’ de la Encarnación, en las que había enterrado más de 100 millones de euros tras privatizar por los próximos 40 años el mayor espacio público que quedaba en el Centro de la ciudad, Monteseirín se empeñó en exponer el original del Tesoro del Carambolo en el ‘Antiquarium’ del Parasol asumiendo el Ayuntamiento la factura de su vigilancia especial con tal de atraer a las ‘Setas’ un número de turistas que justificara a ojos de la opinión pública la costosa obra acometida para ejecutar el proyecto diseñado por el arquitecto alemán Jürgen Mayer.
Falsedad histórica
La Junta de Andalucía, por más que Monteseirín fuera un alcalde socialista, rechazó tal pretensión porque, entre otras razones, suponía exhibir el Tesoro en un contexto histórico y arqueológico ajeno a sus orígenes tartésico-fenicios, muy anteriores a los restos romanos hallados en la plaza de la Encarnación. Insertar las joyas en ese marco significaba desvirtuar la historia y reducirla a un mero recurso turístico, sin respeto alguno por la verdad y el trabajo de Juan Mata Carriazo, descubridor del Tesoro, y de tantos otros historiadores y arqueólogos.
La inmensa mayoría, por no decir todas, de las opiniones de expertos que se han pronunciado al respecto coinciden en señalar que el Museo Arqueológico del conjunto de la Plaza de América, en el Parque de María Luisa, siempre que esté dotado de suficientes medidas de seguridad, es el lugar idóneo para exponer el Carambolo original, al igual que el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, es el mejor continente para la Dama de Elche.
En el Museo Arqueológico de la Plaza de América, el Tesoro no sólo se inscribe en el recorrido por la historia de Andalucía, ilustrado por los restos arqueológicos, con lo que el visitante obtiene una visión secuencial e integral, sino que además resalta en todo su esplendor sobre el resto de colecciones al exhibirse en una sala propia dedicada a explicar cómo se descubrió y la época en que fue tallado, gracias a una muestra documental complementaria.
Desgraciadamente, por las insuficiencias en materia de seguridad del Museo Arqueológico, necesitado además de una restauración integral mil veces preterida por la habitual falta de fondos para la Cultura, Sevilla no ha podido en los más de 50 años transcurridos desde su descubrimiento sacar todo el partido cultural y económico -por la vía del turismo- posible al Tesoro del Carambolo, que ha permanecido casi todo este tiempo guardado en la cámara acorazada de un banco y sólo ha visto la luz por tiempo limitado en media docena de ocasiones excepcionales.
Una oportunidad perdida
La exhibición permanente de las joyas originales en el Arqueológico, decidida por la Junta de Andalucía cuando aún los multimillonarios recortes impuestos por el Gobierno de la nación a todas las Administraciones Públicas no impedían a la Consejería de Cultura mantener una partida especial de 145.000 euros para su vigilancia, abrió por fin la posibilidad de ampliar el atractivo cultural y turístico de Sevilla y de rentabilizar con un incremento de visitas nuestro patrimonio.
Zoido, que permanentemente habla de consenso, colaboración, cooperación….con la Junta de Andalucía, y hasta se ha ofrecido a Griñán públicamente para abordar soluciones conjuntas a los problemas, tanto en su calidad de alcalde de Sevilla como de nuevo presidente del PP andaluz, ha vuelto sin embargo a carecer de altura de miras en su polémica sobre el Tesoro del Carambolo, por dar prioridad a su afán de protagonismo en vez de a los intereses generales de Sevilla. Una vez más se ha puesto de manifiesto este rasgo de su carácter que no puede evitar, el de la búsqueda permanente de notoriedad pública. Si a Zoido le interesara en verdad que el Carambolo continuara expuesto en el Museo Arqueológico para incrementar así la oferta cultural y turística de la ciudad, no habría dudado en, dentro de ese espíritu de colaboración que proclama con la Junta y contra la que se queja lastimeramente por -dice- no sentirse correspondido, cofinanciar con la Consejería de Cultura la vigilancia privada del Tesoro, conforme a la petición del consejero Luciano Alonso.
En evidencia
Sin embargo, con sus declaraciones ha demostrado que está dispuesto a pagar íntegramente el coste de la seguridad, pese a reconocer su carencia de competencias en la materia, pero a condición de sacar el Tesoro del Arqueológico y exhibirlo allí donde sea él, y no otro, quien se haga las fotos y rentabilice políticamente la ‘salvación’ del Carambolo.
El problema del alcalde, que así se ha puesto en evidencia él solo, es que justamente por esa falta de competencias, aun siendo el Ayuntamiento el dueño de este Bien de Interés Cultural, él no puede decidir unilateralmente la ubicación de las joyas sin contar previamente con el beneplácito tanto del Ministerio de Cultura en Madrid como de la Junta de Andalucía, los cuales, si no permitieron en su día la desvirtuación del Tesoro en un contexto histórico ajeno, como el ‘Antiquarium’, difícilmente van a autorizarlo ahora.
Al final, por no pagar 73.000 euros conjuntamente con la Junta, aun estando paradójicamente dispuesto a pagar en solitario 145.000 si le dejan la gestión del Carambolo, Zoido ha dejado a Sevilla sin el maravilloso recurso del Tesoro, que con una buena campaña publicitaria -mejor que la de los ‘Reyes Vagos’- podría haber allegado nuevos turistas a la ciudad y generado riqueza y empleo en esta época de aguda crisis socioeconómica.
El sino del Tesoro del Carambolo, que estuvo oculto bajo tierra durante miles de años, parece ser el de permanecer en la oscuridad, encerrado de nuevo en la caja fuerte de un banco y lejos de las miradas de los sevillanos.
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