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El abandono del Molino de Gines


El deterioro de la Hacienda del Santo Ángel es visible en cualquiera de sus estancias.
El que posiblemente fuera el origen del pueblo se deteriora ante el incumplimiento de las promesas políticas.
28/10/2012. ABC.

Expolio patrimonial, cultural y sentimental. Es lo que denuncian los miembros de «Amigos del Molino» de Gines, una asociación creada recientemente con el objetivo de luchar por la conservación del emblema de la localidad y entre cuyos muros sucedieron historias de supervivencia, solidaridad y trabajo.

En la calle del Aire, a principios del siglo XX, el coronel Carlos Delgado Brackembury tomaba el mando de la hacienda del Santo Ángel, construida a principios del XVIII, después de que su esposa, Carmen Barea, la heredara tras el fallecimiento de su padre, Paco Barea. Toda la importancia que tuvo El Molino y la hacienda durante el siglo XIX y parte del XX ha quedado reducida a un solar que en los últimos años ha servido de aparcamiento. La conservación, como aseguran sus defensores, es nefasta. Tras la explotación del molino por José González de Aznalcázar, el fulgor de la hacienda cayó en decadencia hasta el derrumbe de las caballerizas en febrero de 2003. En esa época se expropia con el objetivo de garantizar su conservación. De hecho, son distintos los gobiernos que han hecho un amago de proteger este emblema del municipio. Pero no se ha ejecutado ningún plan.

El popular Francisco González presentó a principios de 2007 su proyecto para convertir El Molino en el futuro Ayuntamiento. Las obras iban a prolongarse durante dos años. Ya a finales de ese año el nuevo alcalde, el socialista Manuel Camino, visitó la Hacienda junto a la entonces consejera de Gobernación, Evangelina Naranjo. Pero no fue hasta principios de 2011 cuando se arrancó un convenio con la Junta de Andalucía, que iba a sufragar el 80 por ciento de la inversión, mientras que el Ayuntamiento asumiría el 20 por ciento restante para un proyecto que sufría algunas modificaciones con respecto al del anterior gobierno.

Mientras se suceden las promesas, el deterioro de la hacienda aumenta. A su riqueza sentimental y patrimonial se une además la cultural, pues la hacienda ha sido residencia de verano de Ortega y Gasset y ha acogido numerosos festivales flamencos con artistas de la talla de Camarón, Fosforito o Chiquetete.

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