11 jun 2013 ~ ~ Etiquetas:

El rastro centenario del samurái de Coria


Vecinos de Coria, apellidados Japón, junto a una estatua del samurái. / JULIÁN ROJAS.
Una expedición nipona dejó hace 400 años su huella en un pueblo sevillano.
El heredero japonés visita a España para conmemorar la primera embajada entre los dos países.

08/06/2013. El País.

La embajada Keichô es una exótica historia. Tan exótica como un samurái en la Sevilla del Siglo de Oro o como un franciscano —ambicioso y de acaudalada cuna sevillana— de misiones en la ciudad japonesa de Sendai durante la época Namban (entre 1543 y 1639). Estos dos personajes, el samurái Hasekura Tsunenaga y fray Luis Sotelo, se unieron en un histórico viaje de ida y vuelta del que este año se cumplen cuatro siglos. El príncipe heredero de Japón, Naruhito, visitará esta semana España para rememorar los 400 años de aquella expedición.

También acudirá a Sevilla, donde todavía queda un rastro de aquella aventura que arrancó el 28 de octubre de 1613: unos 600 vecinos de Coria del Río se apellidan Japón y algunos historiadores los identifican como los descendientes de aquel grupo de aventureros asiáticos del siglo XVII.

"El viaje fue la primera expedición diplomática de Japón a España", recuerda Fernando García Gutiérrez, un jesuita que durante 15 años ha dado clases de Historia del Arte en la Universidad Sophia, en Tokio. El señor feudal de Sendai, una ciudad del norte de Japón, fue el que encargó a su "fiel samurái" Hasekura que cruzara el mundo en barco, explica Yayoi Kawamura, profesora de la Universidad de Oviedo y miembro de la Asociación de Estudios Japoneses en España. El noble Date Masamune quería que Felipe III le abriera las puertas de su poderoso imperio para poder comerciar con Nueva España. Y lo mejor era tratar el asunto cara a cara. Pero no solo había razones económicas tras la embajada. "Fue un cruce de muchos intereses", añade Yayoi Kawamura.

El negocio de plantar un cerezo

"Cuando un japonés planta un cerezo es un símbolo de que quiere volver a ese lugar; si no lo puede hacer él, lo hará su hijo o su nieto", detalla Haruo Shimohira, presidente de la Asociación Hispano-Japonesa de Turismo. Está previsto que el príncipe heredero de Japón, Naruhito, plante un cerezo la próxima semana en Coria del Río. "El cerezo en Japón es símbolo de amistad, sinceridad y felicidad", añade Shimohira.

En la asociación que preside están representadas 11 agencias de viajes. El año pasado 360.000 turistas japoneses visitaron España. Y el asunto de los cerezos es también un reclamo y una forma de negocio. "Quiero llenar España de cerezos", dice Shimohira. Ya ha cerrado con el Ayuntamiento de Coria un convenio para que los turistas japoneses visiten el municipio y planten un cerezo a orillas del Guadalquivir. "Ya tengo convenios con Toledo y Segovia, y dentro de poco con Mijas".

Entre esos intereses estaban los del franciscano Luis Sotelo. Japón era un goloso trofeo para las misiones católicas. Los jesuitas, que llegaron al país a mediados del siglo XVI de la mano de los portugueses, habían tomado la delantera en el sur del archipiélago. El fraile franciscano, que se había instalado en Japón, quería crear una nueva diócesis en el norte del país. Él sería obispo. Pero necesitaba el apoyo del Papa. Por eso se unió a la expedición, que también incluyó una visita a Roma. "Jesuitas y franciscanos eran rivales, adversarios en la actividad misionera", apunta Yayoi Kawamura. Esta profesora es la encargada de rastrear los vestigios en el arte de aquel viaje. Es la comisaria de la exposición Lacas Namban. Huellas de Japón en España, que se ha instalado en el Museo Nacional de Artes Decorativas, en Madrid. El príncipe Naruhito inaugurará la muestra la semana que viene.

La relación entre los dos países quedó impregnada en los baúles, cajas y diversos objetos decorados con la técnica de las lacas que desde Japón se enviaron a la Corona y nobles españoles. Esos objetos, que en muchos casos acabaron en monasterios en iglesias convertidos en relicarios, son los que se expondrán en Madrid hasta el 29 de septiembre.

Hasekura y Sotelo arribaron en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en octubre de 1614 tras un año de viaje por la ruta española, la que incluía el paso por América. "Hasekura fue el primer japonés en atravesar el Pacífico", indica Yayoi Kawamura. Hasta entonces, los contados japoneses que habían llegado hasta Europa lo habían hecho por la ruta portuguesa, es decir, por el Atlántico y el Índico.

Los expedicionarios remontaron el Guadalquivir y llegaron a uno de los puertos más importantes de la época, el de Sevilla. El Ayuntamiento recibió al samurái y su séquito con honores. "Tuvo que ser fantástico verlos llegar", apunta Manuel Ravina, director del Archivo de Indias de la capital andaluza. Él y su equipo han sido los encargados de rastrear la huella documental de la expedición. Está previsto que el heredero nipón también inaugure la próxima semana la exposición De Japón a Roma en busca del sol de la cristiandad en el Archivo de Indias. Es una recopilación de documentación histórica sobre la embajada Keichô. Lo del "sol de la cristiandad", afirma Ravina, sale de una carta del fraile Sotelo sobre el viaje.

La expedición llevaba cartas escritas en japonés del señor feudal de Sendai para exponer sus pretensiones en Occidente. "También un mensaje para el alcalde de Sevilla en el que le contaba que quería entablar una relación comercial y pedía que los navegantes españoles les explicaran las rutas", detalla el jesuita e investigador Fernando García Gutiérrez. "Hemos sabido que en esa República se juntan muchos navíos de todo el mundo, y por esa causa existen en ella muchos pilotos y otras personas muy diestras en la navegación. Usted mande juntarlos, y averiguar con ellos si es posible navegar derechamente desde el Japón a esa ciudad; por qué derrotas y en qué partes o puertos se puede llegar; enviándonos razón de todo, para que siendo posible, nuestros navíos naveguen esa carrera todos los años", dice la carta dirigida al Cabildo sevillano. Algunas de estas misivas de presentación, que también iban dirigidas al rey Felipe III, se expondrán en la muestra a partir de la próxima semana. El Archivo General de Simancas, que guarda la documentación relacionada con la monarquía española de esa época, también cederá parte de sus fondos para la exposición.

El encuentro con el rey Felipe III se produjo en enero de 1615. "La delegación formaba parte de un programa de recuperación de Sendai", apunta Satoru Satoh, actual embajador de Japón en España y a quien se le podría considerar algo así como el heredero del samurái Hasekura. Sendai y el norte del país necesitaban a comienzos del siglo XVII recuperarse del terremoto que en 1611 asoló la zona. Y formar parte de la ruta española de comercio era clave, según Satoru Satoh.

Tras la audiencia con el monarca, la embajada puso rumbo a Italia para cumplir con el segundo objetivo, el religioso. En noviembre de 1615, el papa Pablo V les recibió, pero, como en el caso de Felipe III, los viajeros no lograron una respuesta definitiva a sus demandas. Hasekura y Sotelo decidieron regresar a Sevilla.

Pero, mientras recorrían Europa, cambiaron muchas cosas. "Justo cuando estaban en plena embajada, el Gobierno japonés decretó la prohibición del cristianismo", detalla Elena Barlés, profesora de la Universidad de Zaragoza. Incluso se ejecutó a algunos católicos durante esta etapa. Las noticias ya viajaban entonces deprisa. Llegaron a Madrid y Roma y truncaron las aspiraciones de la embajada Keichô.

Sin haber cumplido sus objetivos, Hasekura decidió volver con sus hombres a Japón en julio de 1617. Pero el historiador Víctor Valencia Japón, natural de Coria del Río, ha localizado en la documentación de la época un desfase entre el número de japoneses que llegaron a España y el de los que partieron hacia su país tres años después. "Evidentemente los números no concuerdan, por lo que debemos suponer que algunos de ellos murieron o tal vez se quedaron", indica Valencia Japón en un artículo sobre la relación de la embajada con Coria del Río, donde se sabe que los expedicionarios estuvieron alojados un tiempo. "Todavía en 1622 permanecía en España uno de los miembros de la embajada", añade este investigador. Y, precisamente, es a comienzos del siglo XVII cuando aparecen las primeras referencias al apellido Japón en los archivos de Coria del Río. La más antigua que ha encontrado este historiador está en un testamento de 1642. Se supone que a los descendientes de aquellos expedicionarios se les puso el apellido Japón.

Las dudas sobre el origen de este nombre podrían despejarse completamente si finalmente se lleva a cabo el proyecto de Toshimichi Yamamoto, de la Universidad de Nagoya. Este investigador pretende cruzar el ADN de los corianos que se apellidan así con el de los vecinos de Sendai para buscar las coincidencias. No se conoce aún cuándo comenzará a recoger las muestras sobre esta huella genética de la embajada Keichô. Pero está previsto que el príncipe heredero se reúna el viernes en Coria del Río con varios vecinos japones, algo que Naruhito ya hizo en 1992 en otra visita a Sevilla.

La más joven de los japones de Coria se llama Carmen. Nació el 10 de marzo de este año y es la hija de Juan Francisco Japón Carvajal, presidente desde 2005 de la Asociación Hispano-Japonesa Hasekura Tsunenaga. Esta asociación nació cuando comenzaron en los años ochenta las relaciones entre Sendai y Sevilla. "Ahora vienen muchos turistas japoneses", sostiene Japón Carvajal, quien también participará en el encuentro con el príncipe heredero de la próxima semana.

Pero, ¿qué ocurrió con Hasekura y Sotelo? El samurái llegó a Japón en 1620 y, dos años después, falleció. Sotelo también decidió regresar disfrazado de comerciante. Ya se había decretado el veto a la religión católica, pero el fraile se arriesgó a volver. Al franciscano lo quemaron vivo en Omura en 1624 (dos siglos después fue beatificado). Mientras, Japón fue virando hacia el aislacionismo. A partir de 1640 estuvo vigente la política sakoku, que impedía a los extranjeros entrar en el país y acarreó la expulsión de los occidentales. El cerrojo no se abrió hasta bien entrado el siglo XIX.

Parece que siempre hubo clases en el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. Algunas consejerías son menos importantes que otras. La Junta había organizado en 1992 una cena para el príncipe heredero de Japón, Naruhito. Allí estarían varios consejeros del Gobierno de Manuel Chaves. Pero no el de Cultura. Juan Manuel Suárez Japón (Coria del Río, 1945) cuenta que no le incluyeron en la lista.

Pero el día de antes de la cena, Naruhito ofreció una recepción a la que se invitó a varios cientos de vecinos de Coria apellidados Japón. El hoy rector de la Universidad Internacional de Andalucía también se acercó. “Fui con mi familia como uno más, no como consejero”. El príncipe Naruhito agradeció en su discurso la presencia de los japones de Coria, a los que denominó “herederos” de la embajada de Hasekura de 1613. A un asesor de la Junta que asistía al acto se le encendió la bombilla. “Empezó a llamarme a casa para avisarme sin saber que yo estaba allí. Ahora querían que fuera a la cena del día siguiente”. Veinte años después, Suárez Japón volverá a encontrarse con el heredero nipón en la visita que hará el príncipe a Coria esta semana.

Anécdotas como esta están en el libro que Suárez Japón está preparando. El epílogo será la visita del heredero. “Lo que cuento en el libro es la historia de los japones en su relación con los japoneses”. Esa relación se empieza a fraguar en los años ochenta. Hasta ese momento, los corianos como él desconocían que el origen de su apellido podía estar ligado a aquel viaje del samurái Hasekura. Tampoco en Sendai —de donde partió la expedición— conocían los vínculos. En la parte española, Virginio Carvajal Japón fue el encargado de rastrear en la historia. Y descubrió que Hasekura y sus hombres habían recalado en Coria. En el otro lado, la figura clave fue el hispanista Eikichi Hayashiya, entonces embajador en España. En una visita a Sevilla descubrió la enorme cantidad de personas apellidadas Japón que había en Coria.

“Ellos descubrieron a los japones y nosotros el viaje de Hasekura”, apunta el hoy rector. Comenzó entonces el contacto entre Sendai y Coria. “Los turistas japoneses se han alojado en mi casa”, recuerda Suárez Japón. En 1993 se fundó la Asociación Hispano Japonesa Hasekura. “Los estatutos los preparamos en el salón de casa mi primo Virginio, dos abogados y yo”.

Respecto al origen del apellido, Suárez Japón dice tener “la convicción” de que hay una relación directa con el viaje de Hasekura. “Tenemos todos los indicios pero hace falta la prueba definitiva. ¿Será la prueba de ADN? Pues no lo sé”. Lo que sí sabe el rector es que su hija María del Carmen y su nieta Julia nacieron con la mancha mongólica en la espalda. Esta alteración del color de la piel, que desaparece al poco tiempo, es muy habitual en los recién nacidos asiáticos.

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