04/06/2013. Levante-EMV vía Paleorama en Red.
Casi era de locos pensar que una cueva tan angosta guardara tanta historia. Pero uno de los pocos que le tenían fe a esta cueva del Montgó, descubierta en 1989 por el Centre Espeleològic de Gata de Gorgos, era Enric Martínez, el presidente de la Fundació Cirne de Xàbia. Esta fundación inició en 2009 las excavaciones en un yacimiento colgado de los riscos del Montgó y que, en el tercer milenio antes de Cristo (periodo calcolítico o eneolítico), fue una suerte de santuario funerario. Ahora se ha realizado la cuarta campaña y la cueva se ha convertido en un pozo sin fondo de sorpresas arqueológicas. “Al acabar la campaña realizamos una cata para saber qué podía haber debajo de los enterramientos y, tras retirar unos 20 centímetros de tierra, descubrimos más tumbas”, explicó ayer el arqueólogo Joan de Déu Boronat.
Hasta ahora habían salido a la luz paquetes funerarios que correspondían a ocho personas. La universidad de Meinz (Alemania) está realizando un estudio de genética para saber si tenían vínculos familiares. Mientras, las pruebas de carbono 14 sitúan los enterramientos entre los años 2.670 y 2.250 a. de C. “Estas otras inhumaciones pueden ser 300 ó 400 años más antiguas”, puntualizó el arqueólogo municipal, Joaquim Bolufer.
Los investigadores confían en encontrar en esas tumbas todavía por excavar respuestas a los misterios de la Cova del Barranc del Migdia. Este yacimiento es de los pocos de la Comunitat que tiene asociados una necrópolis y pinturas rupestres. Los arqueólogos han hallado un trozo de cerámica pintada, que podría tener relación con las representaciones parietales. Esperan dar con más fragmentos y reconstruir la vasija decorada con motivos que, quizás, podrían ser los mismos que los del arte rupestre.
Pero en esta campaña también han salido a la luz agujas de hueso, hachas de piedra, cuentas de collar realizadas con caracoles de mar y puntas de flecha cuidadosamente labradas. Formaban parte de los ajuares de los muertos. También ha aparecido un punzón de cobre. Esta pieza de metal, así como las hachas de piedras metamórficas, debieron llegar al Montgó desde tierras muy lejanas.
Antes de entrar en la Cova del Migdia hay que trepar Montgó arriba. Es difícil acceder. Pero las nuevas tecnolgías ayudan. Un recorrido en 3D permite ahora colarse en sus estrechos pasillos. Este audiovisual transmite la sensación de claustrofobia de una cueva en la que los arqueólogos deben reptar y hacer escorzos para excavar. Además, se ha realizado un documental de 36 minutos que se presentará al festival de cine científico de Barakaldo.
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