Un estudio genético concluye que la cerámica campaniforme se extendió hace entre 4.700 y 4.400 años como signo de prestigio social.
21/02/2018. El Periódico.
La llamada cultura del vaso campaniforme, una manera de crear cerámica que supuso un revolución artística y también social en la Europa del tercer milenio antes de Cristo, en la Edad del Cobre, se extendió con rapidez desde sus orígenes en la península Ibérica en un proceso totalmente cultural, sin necesidad de que hubiera grandes migraciones que exportaran el nuevo conocimiento, según ha demostrado un estudio internacional con destacada participación española que ha analizado 400 cadáveres prehistóricos de todo el continente. Es decir, la cultura de vaso campaniforme llegó a Gran Bretaña, Sicilia, Polonia y en general al centro de Europa, pero sus creadores no exportaron sus genes.
"El ADN de los esqueletos de las tumbas campaniformes ibéricas no tenía una relación de proximidad con los del centro del continente", insiste el primer firmante del trabajo, el español Íñigo Olalde, genetista de la Harvard Medical School de EEUU. Los detalles del trabajo se han publicado en la revista Nature.
"La difusión de la cultura campaniforme desde Iberia sería el primer ejemplo de cultura que se transmite como idea, básicamente por una cuestión de prestigio social (esta cultura estaba asociada a virtudes viriles y guerreras) y que por ello es adoptada por otras poblaciones”, explica el coautor Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (IBE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF). En el mismo sentido se pronuncia el también coautor Roberto Risch, profesor del Departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB): "La rápida adopción de esta cerámica, que debía de estar unida a unas prácticas de consumo muy específicas, más bien expresa el desarrollo de unas nuevas formas de comunicación".
Migración a escala social
Hace entre 4.700 y 4.400 años, el nuevo tipo de alfarería se extendió a lo largo de Europa occidental y central. Durante más de un siglo, los arqueólogos han intentado determinar si la difusión de la cerámica campaniforme -y la cultura asociada a ella- representó una migración a gran escala o se debió sencillamente al intercambio de nuevas ideas.
Ahora, este nuevo estudio, que incluye datos del ADN de 400 esqueletos recogidos de yacimientos de toda Europa, arroja luz sobre este debate sobre si la difusión se debió a las migraciones o a las ideas, y muestra que ambas razones son correctas. El estudio muestra que la cultura que produjo los vasos campaniformes se extendió entre Iberia y Europa central sin un movimiento significativo de poblaciones, pero más tarde la cultura campaniforme se extendió a otros lugares a través de migraciones. Concretamente, una vez que la cultura campaniforme llega al centro de Europa, se expande como un reflujo a otras zonas, especialmente a las islas Británicas.
Pero en este caso sí representa una migración, y reemplaza a cerca del 90% de la población. “Es decir, que los neolíticos que construyeron Stonehenge (que tenían mayor afinidad genética con los neolíticos íberos que con los de Centroeuropa) casi desaparecen y son reemplazados por las poblaciones de la cultura campaniforme de Países Bajos y Alemania. Este reemplazo es casi absoluto a nivel del cromosoma Y (que se transmite por línea paterna), lo cual indica un sesgo reproductivo extremo (y por tanto una dominancia social desconocida antes).
El reflujo también acaba llegando a otros sitios como Italia (al menos en el norte) e Iberia. "Creo factible que esté asociada a la expansión de las lenguas celticas o protocélticas”, indica Lalueza-Fox.
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