24 abr 2021 ~ ~ Etiquetas:

Construyendo Tarteso

 Tarteso es una cultura que comienza a formarse en el suroeste de la península ibérica hacia el Siglo IX antes de Cristo y termina en el Siglo V. Se ubica en el que hoy es el triángulo entre Huelva, Cádiz y Sevilla. La cultura tartésica nace de la mezcla entre los pueblos colonizadores del Mediterráneo Oriental y los indígenas que residían en la Península. Conocemos los detalles de cómo vivían gracias a las excavaciones realizadas recientemente. 

23/04/2021. National Geographic. Guión y locución: Laia Colomer. 

Tarteso es una cultura que comienza a formarse en el suroeste de la península ibérica hacia el siglo noveno antes de Cristo y termina en el Siglo quinto. Se ubica en el que hoy es el triángulo entre Huelva, Cádiz y Sevilla. La cultura tartésica nace de la mezcla entre los pueblos colonizadores del Mediterráneo Oriental y los indígenas que residían en la Península.

“Tiene una influencia fundamentalmente fenicia, pero también griega. Con el tiempo se va haciendo una amalgama cultual que es muy diversa, pero que todo ello se llama Tarteso”

Escuchamos a Sebastián Celestino, Investigador Científico del Instituto de Arqueología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (el CSIC). Forma parte de “Construyendo Tarteso”, el proyecto ganador del premio Nacional de Arqueología y Paleontología de la Fundación Palarq. Ha sido el director de otros yacimientos tartésicos descubiertos en el sur de la península.

Tarteso es el nombre con el que los griegos conocían a la que creyeron que fue la primera civilización de occidente.

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“A partir de allí es cuando se empieza a hacer una leyenda y a haber mitos sobre la fundación y el desarrollo de la cultura tartésica. Con la llegada de los fenicios a la península ibérica, lo que hacen los griegos es situar un hecho histórico y desarrollarlo poco a poco. Por lo tanto tarteso pasa ya a hacer aludido por todas las fuentes romanas, medievales… por lo tanto se convierte lo que algunos lo han llamado como una especie de construcción histórica para entender lo que se desarrolla culturalmente en esa zona de la península ibérica”.

La cultura tartésica ha despertado un gran interés y curiosidad a los arqueólogos que a lo largo de un siglo han tratado de conocer esta civilización. Se ha especulado mucho sobre los rituales funerarios que realizaban, los tesoros que escondían o, la manera abrupta en que parece que se extinguió Tarteso. Una cultura siempre envuelta en un halo místico y legendario, pero que, como defienden los investigadores, ha sido una realidad.

“Tarteso ha sufrido como curvas, ¿no? Hay veces que está en la cima de la curva, otras veces que baja. Por ejemplo cuando se descubre el tesoro de El Carambolo, en los años cincuenta del pasado siglo da un subidón lo que es la investigación sobre Tarteso porque por fin se encuentra algo que tiene una relación material con lo que era la cultura mítica. ¿Por qué tiene tanto interés? Porque precisamente no se conoce todavía mucho sobre la cultura tartésica y cuanto menos se conoce de algo pues más leyenda se crea. Como pasó con Egipto al principio, ¿no? Como no se sabía gran cosa y todavía no se podían traducir los jeroglíficos, todo el mundo especulaba mucho sobre la cultura egipcia, ¿no? Pues a medida que ha ido pasando el tiempo nos sigue deslumbrando Egipto, pero bueno cada vez conocemos más.

Tarteso se divide en 2 periodos. Lo explica Esther Rodríguez, investigadora postdoctoral del Instituto de Arqueología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y codirectora de “Construyendo Tarteso”.

El primer periodo...

“Se desarrolla entre la llegada de los fenicios a partir del siglo noveno hasta el siglo sexto que es cuando se produce la conocida como “Crisis de Tarteso” que se enfoca principalmente en el Valle del Guadalquivir, que es el núcleo territorial donde las fuentes sitúan a esta cultura o territorio.

Y, el segundo periodo, conocido como el Tartésico final.

“Y a partir de estas crisis del siglo sexto Tarteso se desplaza hacia otras regiones del norte, en este caso hacia la zona del Valle Medio del Guadiana y allí se inaugura una nueva etapa que nosotros hemos denominado como el Tartésico final. Que a pesar de ser una etapa final no deja de ser una de las etapas de mayor esplendor, solo hay que ver los restos materiales y arquitectónicos que nos han llegado, como por ejemplo el yacimiento de las Casas del Turuñuelo que tiene un estado de conservación excepcional y que nos está permitiendo conocer aspectos de la cultura tartésica, sobre todo a nivel arquitectónico o artesanal, que los yacimientos de los Valles del Guadalquivir hasta ahora no han podido mostrar simplemente porque su grado de destrucción es mayor.

Ahora hablaremos de los descubrimientos en las Casas del Turuñuelo, porque es por estos hallazgos por los que la fundación Palarq ha otorgado el Premio Nacional de Arqueología y Paleontología al proyecto. Pero antes, ¿quiénes fueron los primeros en investigar y excavar en estas tierras?

“El primero que empieza a investigar sobre Tarteso es Bonsor, él es belga, vivía en Carmona y es el que empieza una investigación pero sin saber muy bien que es lo que estaba buscando porque en aquella época lo que se buscaba era una ciudad, no se buscaba una cultura, porque era la época de los hallazgos de Troya, de Tirinto... y entonces lo que se buscaba era la gran ciudad de Tarteso. Pero, el más famoso sin duda de aquella misma época es Schulten, que es el que publica un libro sobre Tarteso que luego se ha reeditado muchísimas veces, él era filólogo no arqueólogo, y siguiendo las fuentes clásicas pues va buscando también la ciudad de Tarteso.

Jorge Bonsor en el año 1882 y Adolf Schulten en 1924 buscaron la ciudad de Tarteso, pero Tarteso no era una ciudad, era una cultura, por lo tanto lo que hay son varias ciudades repartidas por la geografía del suroeste de la Península Ibérica. Estos dos investigadores estaban más ligados a la filología que a la arqueología, porque hasta ese momento se había abordado Tarteso desde un punto de vista filológico. Pero es en el año 1958 con el hallazgo, fortuito del Tesoro del Carambolo, en el municipio de Camas, a pocos kilómetros de Sevilla, cuando la arqueología toma el protagonismo.

“En aquel momento había muchos indicios sobre la presencia de elementos tartésicos en la Península Ibérica... Hasta ese momento todos los hallazgos que habían publicado eran hallazgos aislados, como jarros de bronce, braseros de bronce, que tenían una influencia oriental, pero que no sabían culturalmente donde encajarlos, si definiros como púnicos, fenicios, ibéricos. El hallazgo de El Carambolo, donde además de una serie de estructuras arquitectónicas, también apareció un tipo de cerámica que hasta aquel momento no se conocía, dieron materialidad a Tarteso. Al ser un elemento que era la primera vez que aparecía, que tenía una relación con el mundo mediterráneo y a la vez desprendía cierto regusto indígena, se llegó a denominar Tarteso y a partir de este hallazgo empezó a construirse la arqueología tartésica.

El Carambolo fue la primera gran excavación, y posteriormente vinieron las excavaciones de Montemolín, Carmona o el Cierro Macareno en la provincia de Sevilla. También en el Valle del Guadiana se excavó la necrópolis de Medellín y el yacimiento de Cancho Roano, cerca de Badajoz. Hasta llegar a las excavaciones más recientes... el yacimiento de las Casas del Turuñuelo, en la comarca de las Vegas Altas del Guadiana. Se encuentra a unos 40 kilómetros de la ciudad de Mérida y el terreno ocupa aproximadamente una hectárea.

Las Excavaciones en el yacimiento de Las Casas del Turuñuelo comenzaron en el año 2014 fruto de un estudio de territorio que estuvimos realizando los años anteriores dentro de un proyecto de investigación que tenía Sebastián y en el marco de mi tesis doctoral. De todos los túmulos que localizamos decidimos seleccionar uno con el objetivo de conocer el horizonte cultural en el que se inscribía, la cronología, que tipo de materiales tenía, si tenía similitud con Cancho Roano y la Mata que eran los dos primeros edificios que ya se habían excavado y comenzamos las excavaciones en el Turuñuelo. En un principio el objetivo era conseguir una caracterización cultural pero lo cierto es que los hallazgos que realizamos nos abrió el camino de la importancia que quizá el sitio podía tener y nos animamos a continuar las excavaciones arqueológicas.

La investigadora Esther Rodríguez nos acaba de introducir el concepto de Túmulo, que consiste en una elevación artificial que se genera en el terreno como resultado, en este caso, de haber ocultado un edificio. Cuando sus habitantes deciden dejar de utilizarlos, lo destruyen, lo incendian, y lo rellenan con materiales como tierra o escombros, para finalmente cubrirlo con una enorme capa de arcilla que lo que hace es sellarlo por completo. De esta manera se genera una elevación del terreno, artificial.

¿Qué han descubierto los investigadores de “Construyendo Tarteso” en las Casas del Turuñuelo?

Sebastián Celestino, Investigador Científico del Instituto de Arqueología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (el CSIC)

“Sin duda lo más espectacular es la hecatombe de animales, porque no se ha documentado ninguna en todo el Mediterráneo Occidental”.

Una hecatombe de animales... empezamos por el principio. ¿Qué es una hecatombe?

“Hecatombe viene de Hecator, que es cien en griego, y por lo tanto es el sacrificio de 100 animales, normalmente de cien bueyes. Pero luego el concepto se extendió en un gran número indeterminado de animales con que sea numeroso es suficiente y pueden ser variados, corderos, cabras… La biblia también hace alusión al concepto de Hecatombe. “Sobre todo son sacrificios que se hacen para poner a favor a los Dioses ante una adversidad. Parece que sacrificar a los animales es una forma de calmar a los Dioses y que se dé la vuelta a esa desgracia”

Pero en el caso de Tarteso... ¿qué significado tenía una hecatombe para ellos?

“Nosotros los interpretamos en Casas del Turuñuelo pues precisamente pues como eso… no sabemos que pasó climáticamente en la zona en esa época, si fue un periodo de muchas lluvias, con lo cual se inundaban los campos y tuvieron unos años de por ejemplo sin cosechas o bien todo lo contrario, una época de grandes sequias que también impedía el crecimiento. Entonces, el sacrificio podría ser precisamente esto, algo que sucedió, con un carácter climático y lo que hicieron fue un gran sacrificio para ver si los dioses revertían esa situación. Pero parece ser que no lo hicieron y se fueron de allí.

El sacrificio se realizó, en el Turuñuelo, en un enorme patio, de 125 metros cuadrados, donde fueron dispuestos los animales. Los trabajos de campo han permitido identificar, hasta el momento, los restos óseos de 52 caballos, 4 vacas, 4 cerdos y un perro.

El ritual está en fase de estudio porque realmente no sabemos cómo sacrificaron a los caballos, ni siquiera sabemos si los sacrificaron dentro del patio o por ahí luego los introdujeron. Porque el patio es un espacio cerrado, solamente cuenta con dos puertas de acceso por lo que los caballos seguramente no fueron sacrificador allí, teniendo en cuenta la complejidad del escenario. No sabemos si lo degollaron, si les dieron un golpe en la cabeza. Si utilizaron algún tipo de elemento vegetal, o mineral para adormecerlos y así aprovechar y matarlo de una manera más sencilla.

Según los investigadores este proceso de sacrificio, conocido como la hecatombe, duraría unos días y requeriría de un gran volumen de población colaborando con la tarea.

Durante la excavación en el Turuñuelo no solo se encontraron huesos de animales también se hallaron huesos humanos

“En la estancia norte se encontraron los huesos de un individuo, un varón. Fue inhumado en la habitación, apareció recostado entre la pared y el suelo. Estamos a la espera del resultado del ADN para saber su procedencia y ver si podemos orientarnos un poco más acerca de cuáles fueron las causas de la muerte. Pero digamos que el hecho excepcional es que es la primera vez que en un yacimiento tartésico se documenta un humano, inhumado. En Tartesos el ritual predominante dentro de las necrópolis es la cremación”.

A finales del siglo V (quinto) antes de Cristo, los grupos que viven en edificios tartésicos deciden realizar este ritual, conocido como la Hecatombe, y deciden marcharse. Pero, ¿qué les lleva a realizar esta huida?

“Tradicionalmente siempre se ha eludido a que la presión de los pueblos del norte, en este caso de los celtas, habría obligado a las poblaciones del Valle del Guadiana desplazarse. Sin embargo, este ritual que estamos documentando de abandono de estos edificios requiere de una planificación y de un trabajo en equipo que no te permite realizarlo en mitad de una situación de presión política o militar. Ahora hay que busca exactamente la razón, la causa.... y es lo que apuntaba antes Sebastián acerca de analizar cuestiones climáticas y ver si simplemente el tiempo no era propicio, no hace falta pensar en una catástrofe climática y pensar por ejemplo en un tornado o tsunami. Para una sociedad de hace 2.500 años, el hecho de que no lloviese durante un año o dos suponía una catástrofe. Situaciones que te obligaban a desplazarte y a buscar tierras más fértiles para desarrollar la vida.

En las Casas del Turuñuelo queda mucho material por investigar, hasta hoy se ha excavado un 25% del total del túmulo, donde se han encontrado también una gran cantidad de objetos de la época tartésica

Vasos griegos, esculturas griegas, hay vidrios, la famosa bañera que es única en el Mediterráneo occidental. Pero, es verdad, que tanto Esther cómo yo siempre hemos dicho que el mejor hallazgo que hemos hecho es la propia arquitectura, la potencia de la arquitectura, las técnicas constructivas que no se conocían hasta este momento en Tartesos y nos han dado una gran sorpresa, porque técnicas que pensábamos que no llegaban a la península ibérica hasta la época romana, hemos visto que ya se están desarrollando en esta época.

“El Turuñuelo es como una gran caja de sorpresas... Es esa sensación... bueno normalmente cuando he tenido que trabajar en una excavación he ido con mucha ilusión. Pero, el Turuñuelo, te despierta esa incertidumbre y esa incógnita constante porque es verdad que todos los días son una sorpresa, cada vez se suma más gente y supone un reto muy grande de conocer nuevos investigadores, nuevas técnicas para ver como avanza la investigación. El yacimiento del Turuñuelo te da ese gusanillo de levantarte todos los días y decir, bueno qué tendrá el Turuñuelo hoy para nosotros? Es una necesidad constante de estar allí y cada vez tener más ansias de saber más.

“Hombre uno siempre piensa que nunca va a encontrar algo mejor, pero el Turuñuelo te está desentrañando tantas incógnitas que antes no podíamos desvelar que cada día te levantas como diciendo a ver que me soluciona hoy o que pregunta que siempre me he hecho, me puede responder hoy el yacimiento. Entonces es un yacimiento muy especial.

“Construyendo Tarteso” ha sido el proyecto ganador del Premio Nacional de Arqueología y Paleontología que otorga la Fundación Palarq. El jurado que concede el premio considera que el proyecto arroja nueva luz sobre la importancia y extensión de la cultura tartésica y su enorme relevancia para la historia global del Mediterráneo.

Muchos han sido los descubrimientos realizados en los últimos años sobre los tartesos, pero los arqueólogos esperan descubrir muchas cosas más en los próximos años. Y es que, a fin de cuentas, conocer nuestro pasado es conocernos mejor en el presente.


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