Tras una colaboración sin precedentes entre genetistas de 114 instituciones se ha establecido que el linaje de los caballos domésticos procede del suroeste de la estepa eurosiática, concretamente de algún punto al norte del Cáucaso.
20/10/2021. National Geographic.
El origen de las especies de caballo domesticado repartidas por gran parte del mundo ha sido un misterio hasta ahora. El director científico del Museo de la Evolución Humana Juan Luis Arsuaga y su equipo han colaborado en un proyecto internacional que ha determinado al fin el origen de los equinos prehistóricos. Los resultados de este estudio aparecen en el número de este mes de la revista Nature.
UN ESTUDIO INTERNACIONAL
Para responder a este histórico enigma se han unido nada menos que 162 investigadores de todo el mundo coordinados por Ludovic Orlando, director del proyecto ERC-Pegasus, encargado de analizar con su equipo los resultados en el CNRS de la Universidad de Tolouse.
En total se han analizado los orígenes de 273 caballos de los que se ha extraído el ADN mitocondrial, un tipo de genoma que se transmite por vía materna sin apenas cambios de generación en generación. Los individuos se han reunido de un conjunto de yacimientos de Asia y Europa cuya cronología alcanza del año 50.000 al 200 a.C.
El enorme abanico de muestras analizadas ha permitido constatar que hubo un momento de cambio determinante entre el 2200 a.C. y el 2000 a.C. Dentro de este lapso de tiempo, el perfil genético de los caballos domesticados empezó a extenderse más allá de la estepa en la que había tenido origen, sustituyendo progresivamente las especies de caballos salvajes. La comparación de sus genomas entre ellos, junto con la incorporación de las especies de caballos actuales, han revelado que ambos descienden de una población originaria de la costa norte del Mar Negro. Estos caballos fueron elegidos para su domesticación por los pueblos indoiranios, que vieron en su robusta constitución y dócil actitud unos rasgos ideales.
Gracias a la invención del carro estos nómadas consiguieron dominar los campos de batalla de la prehistoria, migrando junto con sus familias hacia el este y el oeste. Al mismo tiempo los caballos salvajes de las áreas invadidas fueron disminuyendo en número hasta extinguirse, pues sus pastos eran ocupados por los domesticados y se les cazaba como alimento.
LA APORTACIÓN ESPAÑOLA
En la investigación han colaborado muchas instituciones nacionales, entre ellas el Museo de la Evolución Humana y el Instituto de Arqueología del CSIC. Los datos más relevantes sin embargo proceden de un par de yacimientos: la Cova Fosca (Alicante) y el asentamiento Tartésico de Casas del Turuñuelo (Badajoz).
El primero fue excavado en 2010 por Francesc Gusi y Carmen Olaria, quienes secuenciaron el código genético de 22 caballos, encontrando una secuencia mitocondrial exclusiva de la Península que se remonta hasta los caballos rusos dado que ambos comparten el mismo ADN.
Por su parte en Casas del Turuñuelo los arqueólogos encontraron un sacrificio masivo de 52 caballos cuyo ADN se remonta en línea directa hasta los de la Copa Fosca, creando una continuidad genética que llega hasta nuestros días con unos pocos descendientes.
De este modo el estudio del genoma equino de la Prehistoria ha zanjado al fin la discusión sobre el punto donde se inició su domesticación, lo cual coincide además con una área por la que pasaron muchos de los pueblos que migraron hacia Europa como la cultura de los Kurganes o los celtas, ambos buenos conocedores de los caballos y el uso del carro.
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