Los arqueólogos trabajan en la cabaña más grande encontrada bajo la influencia de Marroquíes Bajos, en la Carretera de Madrid. Foto: Rafael Casas |
La agilidad y el acelerado ritmo de trabajo de las obras del tranvía ocultan los interesantes y minuciosos trabajos arqueológicos que se ejecutan prácticamente en todo el trazado. La instalación ferroviaria permite el descubrimiento de un trozo de la Historia que, en breve, se abrirá al público.
Todo está medido al milímetro y los técnicos, profesionales y amantes de la Arqueología miman cada hallazgo como si les fuera la vida en ello. Las revolucionarias obras del tranvía, además de cambiar la fisonomía de la capital, consiguen que una parte de la Historia aflore entre las piedras y las toneladas de tierra. A un metro escaso de la calzada, los interesantes restos arqueológicos encontrados en gran parte del futuro trazado ferroviario hablan de nuestros antepasados y de cómo era la vida siglos y siglos atrás.
Los arqueólogos trabajan con premura y, a la vez, extremada meticulosidad en seis zonas bien diferenciadas de la ciudad en las que catalogan cada pieza y cada resto humano o animal que descubren con rudimentarias y sencillas herramientas. Lugares en los que han tenido la suerte de toparse, por poner algunos ejemplos, con la necrópolis más grande del área de influencia de Marroquíes Bajos, con enterramientos seguidos por rituales prehistóricos o con cerámicas singulares jamás encontradas en Jaén. En total, más de cien hectáreas de terreno en el que se escarba, centímetro tras centímetro, para rescatar un trozo más del pasado.
Rafael Valdivielso, delegado de Obras Públicas y máximo responsable de las obras del tranvía, elogia el trabajo de la veintena de arqueólogos encargados de catalogar los hallazgos en todo el trazado. Sobre el terreno, y comprobada la importancia de los restos y de los trabajos en sí, anuncia la posibilidad de enseñar de alguna manera a los jiennenses todo lo encontrado en el subsuelo de la capital. La idea es organizar una exposición y plasmar en un libro todos los detalles.
Procedimiento
El proyecto de instalación del tranvía preveía, desde el principio, la posibilidad de encontrar restos arqueológicos en casi todos los tramos. En este sentido, Vicente Jiménez, director de la obra, asegura que la rapidez a la que marchan los estudios, incluidos los permisos de la Junta de Andalucía, se debe al trabajo previo realizado.
Rafael Valdivielso apunta que los hallazgos cumplen con la legislación vigente y cuentan con todas las autorizaciones para que sean catalogados y enterrados de nuevo, si procede. De esta forma, disponen del informe favorable de prevención y control ambiental, además de una continua supervisión y vigilancia arqueológica durante la fase de movimiento de tierras y excavación, en manos del técnico de la Delegación de Cultura Narciso Zafra. Además, hay entre diez y veinte arqueólogos contratados por las empresas encargadas de las obras del tranvía para realizar todos los trabajos arqueológicos, estudios que dirigen Juan Nicas y María Fernanda García Cuevas.
Para describir los restos hay que diferenciar entre seis zonas de la capital. La primera está situada en el Paseo de la Estación, a la altura de las Hermanitas de los Pobres, donde se ha hallado una almunia islámica, es decir, una finca de recreo construida en dos fases, la Califal (siglos X-XI) y la Almohade(siglos XII-XIII). Estos restos, aunque alejados, se pueden relacionar con los aparecidos en la Plaza de la Constitución durante la construcción del aparcamiento subterráneo.
La segunda zona se sitúa entre la Plaza de los Perfumes y la rotonda de Jaén por la Paz, donde hay fragmentos de la Edad del Cobre en forma de surcos de cabañas y hoyos de poste, además de una estructura hidráulica romana y restos de la antigua estación de ferrocarril. Más interesantes son los hallazgos de la tercera zona, en la Plaza Jaén por la Paz, donde hay resquicios de la época islámica, en concreto, una zona residencial califal asentada sobre estructuras prehistóricas que forman parte de la gran aldea de Marroquíes Bajos. En la cuarta fase, emplazada en la Doctor Eduardo García-Triviño, se ubican los desagües de la ciudad y deterioradas estructuras destinadas a casas en el Calcolítico.
La zona cinco es la más sorprendente de todo el trazado. Rafael Sánchez, el arqueólogo que dirige ese tramo, junto al Vivero de Empresas, dice que no esperaba lo que hay apenas un metro más abajo de la calzada. Se trata de cabañas asociadas a usos funerarios, donde los cadáveres se enterraban sentados, rodeados de restos de animales. Hay una necrópolis de nueve metros de diámetro que, al parecer, es la más grande de todas las catalogadas en el área de influencia de Marroquíes Bajos. En la última zona, donde se construye el parking disuasorio, se descubrió también una estructura hidráulica romana. Hallazgos que van acompañados de innumerables piezas dignas de musealización.
Un trabajo minucioso de limpieza y catalogación
Un contenedor de grandes dimensiones instalado en la segunda fase del Bulevar recoge todos los fragmentos encontrados en los seis tramos arqueológicos diferenciados en las obras del tranvía. Allí se depositan las piezas, una vez limpiadas, catalogadas y fotografías. De todo el procedimiento, cuidado hasta el más mínimo detalle, se encarga Inés Casas, que se emociona con cada resto arqueológico que llega a sus manos. Sabe que son piezas únicas, que tienen miles de años y que con ellas se puede configurar la historia de nuestros antepasados. José Antonio Cámara y Pedro Cejudo se afanan en limpiar con esmero cada fragmento que, después, Inés Casas cataloga con una detallada descripción de fácil interpretación. Todo se embolsa para que llegue al Museo en el mejor estado de conservación.
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