23 feb 2010 ~ ~ Etiquetas: , ,

Los arqueólogos del Dolmen de Montelirio exponen los detalles de las últimas excavaciones


Peineta que portaba una de las mujeres enterradas en la cámara principal.
La charla tuvo lugar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán, de la mano de Vicente Aycart y Álvaro Fernández.
Vocalía de Comunicación. 23/02/2010

Tras la detección del Dolmen de Montelirio gracias a la prospección superficial realizada a lo largo del año 1998, se han sucedido dos campañas de excavaciones arqueológicas en la zona, una en 2007-08 donde se procedió a la excavación del mismo, y una segunda iniciada en el pasado año 2009 y que ahora acaba, en la que la intervención científica ha contado con colaboradores de primer nivel.

De este modo comenzó la charla presentada bajo el título "5000 años atrás: Descifrando a los antepasados" donde el equipo encargado de la investigación arqueológica pudo mostrar por primera vez al público en general los detalles de esta última campaña de excavaciones realizadas en el monumento funerario.

Fases de ocupación

Para la investigación en profundidad se han realizado análisis sectoriales para complementar la labor de campo, asistiendo por ejemplo especialistas en antropología, geoarqueología, arqueoastronomía, a parte de llevar a cabo estudios polínicos, estratigráficos, etc. En ese sentido, las zanjas practicadas sobre las laderas del túmulo han servido para conocer su topografía original, llegándose a analizar los pólenes de hasta 24 muestras en total.

Los estudios practicados en estas muestras han identificado una primera fase previa a la ocupación del dolmen que se caracterizaría por la presencia de bosque mediterráneo y vegetación hidrófila, muy común debido a la frecuencia con que se encharcaría la zona como consecuencia de las propiedades de impermeabilización del suelo.

La cronología absoluta por Carbono 14 ofrece un horizonte temporal de 3.200 - 2.900 a.n.e. para la construcción del dolmen, produciéndose los enterramientos en torno al 2.900 - 2.800, según se ha podido obtener a partir del análisis de la muestra tomada en la base del túmulo.

El estudio de pólenes distingue también la existencia de herbazal nitrófilo, donde el nitrógeno del suelo procedería de la actividad humana en la zona. Situación que posteriormente se vería alterada por la presencia de herbazal ruderal, mostrando un descenso de la actividad antrópica que se interpreta como el cambio de uso a necrópolis, justo en el momento de la construcción del dolmen.

Adicionalmente, se han realizado análisis dentro del conjunto funerario, por ejemplo, en las cenizas halladas en el altar, que denotan la utilización de plantas aromáticas, medicinales, brezo y carrizo, de las cuales las dos últimas fueron traídas ex-profeso para el enterramiento.

La construcción

Más allá del corredor y la cámara, el Dolmen de Montelirio abarca todo el área de su túmulo, presentando en él las evidencias de la ocupación humana desde la primera excavación realizada. Así por ejemplo, antes de la construcción del dolmen se puede localizar un enterramiento y varias huellas de postes, a parte de detectarse otros elementos en la prospección geomagnética, como una necrópolis turdetana en la zona suroeste, o una estructura circular y dos fosos en todo el área norte.

Sí se ha podido constatar a ciencia cierta la paleotopografía previa del suelo que se pisaba en la fase de edificación, un terreno de tonalidad marronácea con esquirlas de pizarra. A partir de ese nivel, donde sólo existiría la cima amesetada de un cerro, se realizó un aporte tumular que llegaba a medir 3 metros en la zona central, con un diámetro total de 80 metros. Todo ello haría visible el túmulo hasta una distancia de 30 kilómetros hacia el este, orientación en la que el dolmen alcanzaría su mayor impacto visual.

Una vez elegido el sitio, se abriría una zanja donde se dispondrían las piedras como recubrimiento lateral, a base de arenisca local y granito de la Sierra Norte. El corredor estaría dividido en tres tramos diferenciados por lajas de pizarra dispuestas en vertical, una compartimentación diferencial que además se destacaba pintando de rojo el dintel. Este pigmento se lograría mediante una masa de óxido de hierro con algún tipo de aglutinante animal. Buena parte de la tonalidad no se puede apreciar en la actualidad debido a los sedimentos que permanecen adheridos a la superficie, que por ahora se han consolidado para no dañar el pigmento y poder retirarlos posteriormente para la puesta en valor.

De esos tres tramos de corredor, el primero de ellos no estaría recubierto, a la vista de la forma y tamaño de las piedras encontradas en los laterales, que no estarían dispuestas para acoger la estructura superior. El resto de la cubrición del corredor se ha desmontado para proseguir con la excavación puesto que el dolmen no permitía trabajar desde el interior. Algunas de las piedras retiradas alcanzan unas dimensiones de 20 cm de espesor, con una longitud de hasta 2 metros en la parte central del túmulo.

En uno de los tramos del corredor se han encontrado restos óseos con altares de arcilla pintados de rojo, con ceniza y hasta 100 puntas de flecha que evidencian estar enmangadas y contenidas en algún recipiente vegetal, que al desaparecer, depositarían las puntas en una misma alineación. En cualquier caso, todo parece indicar que se trata de un ritual realizado en el exterior y ofrecido posteriormente en el interior, si bien es cierto que la ritualidad apenas sí se conoce por algunos vestigios estudiados.

En cuanto al sistema constructivo de las cámaras, destacar que mientras que en el pequeño tramo de corredor que separa ambos espacios se ha encontrado una cubrición mediante aproximación de hiladas, no puede decirse lo mismo de las cámaras. En estos lugares, a parte de la expoliación y la desaparición de ortostatos, la evidencia estratigráfica muestra en el arranque de la cubrición una marga grisácea de aporte, dispuesta a su vez también en el trasdós de las losas de pizarra a modo de alicatado.

Se deduce por ello que no hubo elemento pétreo intermedio entre el trasdosado y el arranque, resolviéndose por tanto la cubrición mediante algún tipo de cubierta terrosa. Para refutar esta teoría se encargó una prueba de cálculo estructural a la Escuela de Arquitectura, donde se ha podido comprobar por medios informáticos que era posible cubrir los 4 metros de diámetro de la cámara mediante arcilla y un encofrado provisional. No conformes con el resultado, se han encargado otras pruebas de viabilidad de la construcción en base a la forma, semiesférica o troncocónica, e incluyendo otras variables como la apertura de un hueco superior en la cubierta o el aumento del aporte tumular.

La excavación en la subcámara

La cámara secundaria fue expoliada durante la ocupación romana en el siglo I a.C., cuando se removió el interior y se robaron las lajas. No obstante, se encuentra un registro material bastante rico, compuesto por cerditos de marfil, lámina oculada, puntas de flecha, colmillo de elefante, huevo de avestruz y entre 20-30 mil cuentas de collar.

Se han localizado restos óseos, de los que resta comprobar si se trata de uno o más individuos, la época de la que proceden o si en cambio vienen de la necrópolis romana localizada en la zona.

Sobre el sistema de cubrición, al hilo de lo comentado anteriormente, aparecen restos de la bóveda en el trasdós de la cámara, con huellas de postes para la cimbra durante la construcción. Llama la atención que el suelo, compuesto por pavimento de arcilla, conserve los restos de una hoguera realizada previamente a la deposición de los restos humanos.

La excavación en la cámara principal

Conserva restos humanos en dos zonas diferenciadas, y aunque a simple vista pueda parecer un osario, los huesos encontrados guardan una posición organizada en su conjunto. Es de señalar que una parte de la cámara fue expoliada después de la adyacente, por lo que existe material removido y además alterado por la irrupción de un túnel romano que secciona un lateral del espacio.

La excavación ha posibilitado el estudio del enterramiento coetáneo de hasta 20 individuos, de los cuales 13 de ellos se ha podido constatar que eran mujeres de entre 25-35 años. Con esto se descarta la posibilidad de que se trate de un enterramiento familiar o de individuos de varias generaciones.

El ajuar se encuentra concentrado en un punto de la cámara, con cerámica de borde almendrado, dispuesta frente a una estela caída sobre el suelo, decorada con barro pintado de blanco y un borde rojo. A su lado se encuentran dos enterramientos y, separados a parte, el resto de individuos dispuestos en decúbito lateral alternando la posición lateral a derecha e izquierda.

Junto a la estela del hipotético altar se encuentra una llamativa peineta de marfil, una alabarda, un disco de marfil, una lámina de sílex, una espátula con perforaciones y un vaso de marfil.

Aparecen también 11 platos de borde almendrado apilados unos encima de otros, con agujas de hueso sin perforación. El conjunto del plato pintado de rojo y el cuchillo de lámina de sílex presentan restos oléicos, lo que evidencia su utilización como ofrenda alimenticia. Todo se encuentra dispuesto sobre una especie de mantel realizado con material textil y rematado con una cenefa de cuentas.

La indumentaria

La extraordinaria complejidad con la que se elaboraron los trajes ha traído de cabeza al grupo de arqueólogos, especialmente a la hora de representar la posición de todos los elementos que componían la vestimenta, para luego posteriormente poder establecer hipótesis sobre su ubicación original dentro de la composición formal que adornaba el traje funerario.

Se aprecia una profusa utilización de cuentas en disposición transversal, junto a cenefas de ámbares y piedras. Todo ello en distintas composiciones, desde las que podían abarcar el cuerpo completo o aquellas que solamente revestían la mitad del mismo. Se han encontrado los restos de costuras laterales y un motivo central en el conjunto de la vestimenta, a parte de algunas zonas con putrefacción, que evidencian la presencia de algún material perecedero como podría ser el cuero.

Entorno a los restos óseos que se ubican a los lados del altar se localizan dos piezas que responden a las características de unas peinetas, una de ellas decorada con unos llamativos motivos zoomórficos, lo que la convierte en un hallazgo único en el calcolítico.

Estos vestigios singulares ponen de relieve la existencia de una sociedad evolucionada relacionada con el medio en el que vive y que genera una serie de excedentes que no provenían de la agricultura principalmente, puesto que no se ha encontrado nada en los análisis polínicos, sino de la explotación del bosque y la ganadería. No obstante, éste y otros aspectos, los trataría posteriormente el profesor José Luis Escacena en su charla de interpretación sobre los resultados de las excavaciones.

_______________

Para ver un resumen de la segunda charla, del profesor José Luis Escacena, consultar este [enlace]

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente resumen, gracias.

Impresionante, pero Montelirio no es un ente aislado y no se entiende sin el enorme yacimiento calcolítico al que pertenece y, sobre todo, sin tener en cuentan los recientes y abundantes estudios que están arrojando luz sobre el misterio de nuestra historia reciente también en Valencina.
Lo que da pena es pensar en cuanto se perdió para el estudio en Matarrubilla y La Pastora, monumentos impresionantes desde el punto de vista arquitectónico y de su conservación.

Y que no se diga eso de "Dos españoles, tres opiniones", aquí hay que decir "Dos pueblos, un yacimiento" todo lo demás es chauvinismo barato y localismo estéril, por eso no tiene sentido que cada pueblo vaya por su lado en este tema, eso es un verdadero disparate.

Anónimo dijo...

Solo me gustaría alertar a esta asociación sobre el trabajo de estos arqueólogos, pues los trabajos de campo suelen "retocarlos" en sus estudios para que todo les encaje. Cuidado. Saludos.

Anónimo dijo...

¿A que te refieres con "retocarlos" y como lo sabes? Hablar y lanzar ese tipo de cosas es muy gratuito.