27/10/2010. Oretania.es.
Redacción · La primera noticia de una piedra “curiosa” que habían encontrado un grupo de amigos –vecinos del pueblo de Alamillo, Ciudad Real- en la orilla izquierda del río Alcudia en abril de 1979, me llegó por unos familiares (hermano y cuñados) que formaban parte de aquellos excursionistas. En una sucinta descripción me hablaron de una “piedra con rayas y un muñeco” –como si la hubieran marcado con un clavo-, así como otras “piedras con rayas” próxima al lugar. Tiempo después -en agosto- realicé una inspección acompañados por dichos familiares y algunos vecinos del pueblo (Antonio González Ortiz, José Pérez Caballero, Marino Moreno Mozos, Carmen Lozano Contreras y Argimiro Cejudo Gómez) comprobando que la “piedra con rayas y un muñeco” se trataba de una Estela de Guerrero de la Edad del Bronce y las otras “piedras marcadas”, señales dejada por rejas de tractores sobre las mismas. En aquel momento me hallaba ante un descubrimiento arqueológico que denominé en prensa y otros medios de comunicación ‘Estela de Alamillo’ hasta el momento desconocida (Epígrafe que utilicé para aquella pieza arqueológica y que desde entonces se denomina así).
Debido al interés que poseía la pieza procedí a retirarla (utilizando una manta doblada que previamente llevé de casa). Entre cinco personas –debido a su peso- la acercamos hasta mi coche –un Dyane 6-, siendo ayudados los últimos metros por una máquina recolectora que operaba en la zona. Tiempo después la deposité en el Museo Provincial de Ciudad Real donde se exhibe y conserva. La Estela como he referido se hallaba en la orilla izquierda del río Alcudia, cuyo cauce confluye con el río Valdeazogues (al noroeste de Alamillo) adentrándose ambos ríos en la provincia de Badajoz. Situándose su localización al norte del pueblo y a unos cuatro kilómetros del mismo, en un meandro del río Alcudia y tierra de labor. Próximo al lugar, se encuentra un molino fluvial harinero “Molino de Alcudia” reconstruido en la actualidad, accediéndose al mismo mediante un camino vecinal que parte de Alamillo. El río Alcudia forma el “Valle de Alcudia” y los terrenos en donde apareció la Estela están comprendidos en la “Dehesa de Castilsera”, dehesa que se extiende en un área al norte de Alamillo, quedando el descubrimiento en su término municipal. Alamillo pertenece al partido Judicial de Almadén.
La pieza estaba recubierta de concreciones terrosas y carbonatos superficiales que ocultaban parcialmente parte de los grabados que no se apreciaban claramente. Tras una limpieza superficial en el lugar, aparecieron algunos signos imperceptibles, así como las “antenas o casco con cuernos” de una de las figuras. Posteriormente realicé otras actuaciones para rescatar la iconografía representada.
La Estela
De forma rectangular (54 X 47 cmts y 30 cmts de espesor) en roca de arenisca de naturaleza cuarcítica, de gran dureza y bastante pesada, presentaba algunas fracturas en los bordes, provocadas posiblemente por roces de tractores, etc. Las caras planas guardan entre sí cierto paralelismo.
La superficie grabada se nos presenta mediante dos figuras humanas que son los motivos principales de la narración plástica, una de ellas, a la derecha y la otra a la izquierda. La figura de la derecha correspondería al “guerrero” de las Estelas Clásicas, mientras que la figura de la izquierda pudiera ser el vencido, un “chaman” de la tribu o un familiar que acompaña en el ritual de enterramiento. El “guerrero” mejor armado, pudiera ser el vencedor de la otra figura representada, exhibiendo su panoplia de combate para entonces un lujo y un sello de distinción como personaje principal. Aspecto este más verosímil atendiendo a la nomenclatura de estas piezas denominadas como “Estelas de Guerreros”. Éste –el guerrero-, se representa con unas “antenas” o “cuernos” y ostenta gran vitalidad como nos indica sus potentes y desproporcionadas manos. La cabeza separada del cuerpo por un cuello esbelto al igual que en la otra figura.
Junto a la figura del “guerrero” se sitúa como he referido parte de la dotación de armas típicas de los guerreros de las Estelas Clásicas. Próximo a su mano izquierda aparecen cinco pequeños círculos en línea en posición perpendicular y por encima del último círculo y cerca del lado izquierdo de la cabeza se observa una especie de “peine” o esquema de alguna construcción tipo “choza”, formada por un casquete del que parten ocho pequeños ramales o “púas”. Al lado derecho de la cabeza del “guerrero” aparece en forma de triángulo escaleno lo que pudiéramos considerar como una “navaja de afeitar” o como apuntan otros investigadores para similares representaciones, una “fíbula de resorte”. Objetos estos recurridos ocasionalmente en otros tipos de Estelas. Por encima de las “antenas o cuernos” del “guerrero”, aparece la lanza en posición horizontal, siendo este un elemento común respecto a las Estelas conocidas. Próximo a la mano derecha del “guerrero” y al triángulo considerado como “navaja de afeitar” se define con nitidez una espada de antenas (por el mango en forma de antenas) en posición vertical, espada que guarda gran parecido con las “espadas de lengua de carpa” halladas en Puertollano (Ciudad Real) y de las que ya hablaremos. La figura de la izquierda yace en posición de “caído, tumbado o derrotado”, ligeramente inclinada hacia el lado izquierdo de la Estela. Cerca de su mano derecha aparece un “bastón o makana”, curvado en su extremo inferior y por encima, al lado derecho de la cabeza, un objeto que pudiera ser un esquema de un carro, similar a los carros representados en las Estelas Clásicas, o bien un instrumento musical o hacha.
La Estela está grabada por incisiones reiteradas con una herramienta dura y aguzada –el hierro por entonces como metal apenas estaba difundido y era costoso de obtener-, combinando esta técnica mediante percusión y abrasión.
El mundo de las Estelas
Las Estelas que aparecen en torno a la Edad del Bronce, así como los ejemplares dados con anterioridad (Neolítico/Calcolítico), tienen su relación con enterramientos de jefes guerreros y cultos necroláticos en general, representándose en la piezas clásicas del Bronce, la “panoplia del guerrero”, en la que aparece un escudo arquetípico con tres o cinco remaches, asa central, escotadura en “V”, lanza, una espada tipo “ría de Huelva” y carro esquematizado. Correspondiendo estos ejemplares a manifestaciones culturales de la Edad del Bronce II (Bronce Medio), en transición con el Bronce III -Bronce Final, o Bronce Atlático en nuestro territorio- (Estelas de Solana de Cabañas, Torrejón el Rubio I-II-III, Magacela… en Extremadura), a las que había que incluir la de Alamillo y otras halladas en la provincia de Ciudad Real.
El área de difusión se localiza en la cuenca del Guadiana, abarcando Extremadura y la Mancha, Andalucía occidental y zona sur de Portugal. Tratándose pues de una región de la Península Ibérica en donde se han ido realizando descubrimientos hasta la fecha más conocidos, siendo una de las características culturales de la Edad del Bronce en el espacio geográfico referido. Una Estela similar a las citadas ha aparecido en Inglaterra, conservando el British Museum un ejemplar “calcado” de los ejemplares de Alamillo y extremeños.
Los ejemplares hallados en los territorios aledaños al río Guadalquivir, incorporan en sus representaciones elementos de influencia mediterránea, sobre todo de los colonizadores fenicios, como son los espejos, peines, fíbulas…
Las Estelas más exuberantes en iconografía, representan, aparte del difunto, danzas y rituales de enterramientos y entre las que podíamos incluir la de Alamillo. El mundo de las Estelas se relaciona con pueblos que practicaban una economía de subsistencia basadas fundamentalmente en la trashumancia rotativa, facilitándose por tanto el comercio y la guerra. En el área de la Mancha concretamente, se trataría de pueblos ganaderos sucesores hereditarios de la cultura megalítica, grupos conocedores de los focos mineros del plomo, plata y cobre de la franja sudoeste de Ciudad Real, Extremadura y Jaén… Tratándose de puntos estratégicos para la comercialización de estos metales, utilizados con el estaño en las aleaciones del bronce por los fundidores y metalúrgicos de la época.
La Estela de Alamillo correspondería a los ejemplares “exuberantes” por la gran variedad de elementos representados; se trataría de una pieza “rica” en iconografía guerrera. Ésta Estela nos representa la dicotomía de su interpretación. Por un lado, la hipótesis ya expuesta del difunto y su ritual de enterramiento, al ser representado con gran vitalidad, nos hace pensar en que quizás, la “dedicatoria” de la Estela vaya dirigida a él, tratándose posiblemente de un jefe guerrero que armado por los diversos objetos que le rodean, logró vencer al otro guerrero (el de su izquierda) solamente asistido por una simple “makana” y el otro elemento indeterminado, reflejado en la parte superior de la figura o viceversa, un guerrero poco equipado que venció a otro más fuerte y mejor armado. De todas formas, cualquier interpretación actual de la representación quedaría dentro de una mera especulación… Lo cierto es que siempre están referidas a guerreros muertos.
La espada del tipo de la “ría de Huelva”, que aparece en la Estela de Alamillo, es similar a los ejemplares de bronce hallados en diversos yacimientos peninsulares y siendo su mayor concentración en la franja atlántica. Espadas similares a la que se representa en la Estela de Alamillo, concretamente la espada de antenas, también llamada de “lengua de carpa”, aparecieron diversos ejemplares de bronce en Puertollano (Ciudad Real) como veremos y dentro del mismo territorio. Esto nos da que pensar que, posiblemente su origen y difusión hay que relacionarlas con la minería y el comercio del estaño del círculo atlántico (Armorica, Islas Británicas, Galicia…), llegando a diversos puntos importantes que siguen la ruta marítima de este comercio a través de los ríos Tajo, Guadiana, Guadalquivir o afluentes como los citados ríos Alcudia y Ojailén…, o bien a través de las Islas del Mediterráneo…, donde se adaptan, “interpretan” y dan a conocer.
Dentro de los diversos elementos representados en la Estela de Alamillo, llama la atención los cincos pequeños círculos superpuestos perpendicularmente ¿quizás el rango militar del guerrero? ¿Proyectiles de honda? ¿Muertos en el “haber” del guerrero? ¿Cinco periodos de cómputo?… Curiosamente en la Estela de Magacela (Badajoz), igualmente se representan esos cinco pequeños círculos juntos, próximos a la lanza del guerrero que también tiene un casco con “antenas o cuernos” similar al guerrero de la Estela de Alamillo.
La figura de “antenas o casco con cuernos” ha sido relacionada por algunos estudiosos con la técnica y el arte de un pueblo precéltico, mientras otros investigadores relacionan las Estelas en términos generales con los viajeros samios, e incluso la cultura ilírica. Particularmente atendiendo a los elementos grabados sitúo a la Estela de Alamillo dentro del Bronce Final con una cronología próxima al siglo VIII antes de Cristo. Con algo más de 2700 años de antigüedad. Estas Estelas, precélticas, se dieron cronológicamente en un horizonte temporal que abarcan desde el siglo XI antes de Cristo (en torno al primer Milenio a. de C.) para las más antiguas y con reminiscencias atlánticas, hasta el siglo VIII a. de C. para las más recientes y con ciertas influencias orientales (mediterráneas).
Las espadas de Puertollano y los “Pueblos del Mar”
Anteriormente referí como en la Estela de Alamillo aparece representada una espada de antenas o también llamada de “lengua de carpa” al igual que en otras Estelas del mismo ámbito geográfico (Estela de Magacela, Badajoz). A tal respecto tengo que añadir que, en el mes de julio del año 2000 y de manera fortuita, en las inmediaciones de la Dehesa Boyal de Puertollano y en una finca del río Ojailén aparecieron catorce espadas/puñales en bronce de la Edad del Bronce. Varias de esas espadas se corresponden con ejemplares de “lengua de carpa” o “lengüeta de carpa”. En aquel entonces llevó la excavación de urgencia en el lugar la arqueóloga doctora Macarena Fernández Rodríguez que hizo una magnífica labor “in situ” y después publicó los resultados, describiendo entre otros datos, dicho armamento guerrero y, situándolo cronológicamente como pertenecientes aproximadamente al siglo X antes de Cristo.
Las denominadas espadas de “lengua de carpa” también fueron utilizadas por los llamados “Pueblos del Mar”. Éste enigmático apelativo se lo dieron los egipcios a los pueblos que invadieron Anatolia, Palestina, Egipto, Fenicia y Norte de África hacia el año 1200 a. de C, a finales del la Edad del Bronce. Eran de origen egeo y se componían de sardos, sículos, tirrenos, danaos, licios y filisteos. Por otro lado, el faraón Ransés III (1198-1166 a. de C.) mandó construir el “Gran Templo de Medinet Habú”, allí se representa en su paredes pétreas a guerreros de los “Pueblos del Mar” con un tipo de espadas similares (con empuñadura de antenas y hoja de “lengua de carpa”) a la que aparece en la Estela de Alamillo y posteriormente a las espadas de bronce que se descubrieron en Puertollano. “Los Pueblos del Mar” provenían del extremo occidente (posiblemente del área europea) a los que rechazó en su invasión y restableció la influencia egipcia en Palestina, Siria y Libia.
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