24 HORAS EN...ÉVORA.
El mayor crómlech de la Península. Un templo romano, conventos y la universidad. Migas, 'bacalhau' y otros platos de la potente gastronomía alentejana, e íntimas 'pousadas' para dormir con tranquilidad.
30/04/2011. El País.
Llegó a hacer sombra a Lisboa y fue niña bonita de los reyes. Todas las mareas de la historia de Portugal dejaron algas sobre su carne: fue celta, romana, mora, cristiana, manuelina... Desde hace un cuarto de siglo es patrimonio mundial, por los tesoros que amontona en reducido espacio, piadosa en eso con el viajero. En eso y en muchas cosas más, como el aire relajado, y un sosiego de matrona campesina: desde cualquier azotea, desde cualquier rellano se divisa el campo inabarcable. Que es el que da de comer a sus poco más de 40.000 vecinos. Vinos nobles, corcho, alguna industria alimentaria. Solo rompe la calma chicha el bullicio estudiantil, que se contiene en las aulas universitarias y se desborda en bares modernos acoplados a garitos medievales. Y el trasiego de trotamundos ilustrados que, por más que la autopista se alejara un poco, siguen marcando en los mapas el nombre de Évora como una contraseña de iniciados.
9.00 La acrópolis sagrada
La ciudad ocupa una colina, cuya cima se disputan los dioses, las musas y los jubilados. Allí se levanta un templo romano (1), reducido a esqueleto de columnas y rodeado por el llamado Jardín de Diana, que es el cogote y mejor mirador de la ciudad; pocos pasos por debajo, el arco romano de Doña Isabel marca el cinto primerizo de esta acrópolis. Telón de fondo de ese templo (convertido en logo) son el convento dos Lóios, del siglo XVI, ahora pousada (parador) (2), donde los huéspedes almuerzan entre arrequives manuelinos; el antiguo palacio episcopal, convertido en Museo de Évora (3) (un poco de todo: piedras romanas y árabes, pintura flamenca y portuguesa, orfebrería, cerámica, mobiliario...), y pegado a él la catedral (4), robusta y guerrera, como hecha de una pieza (la acabaron en solo 50 años, a principios del siglo XIII).
Junto al claustro, bajando una escalinata, una ventana manuelina delata la casa de García de Resende (1470-1536), poeta y gloria local. Por detrás de la catedral y su museo, junto al Portão de São Miguel, el palacio dos Condes de Basto (5) mezcla trazos manuelinos con parches revival de ese estilo. Y desde otro rellano ajardinado se abarca la universidad antigua (6) (que cerró el Marqués de Pombal en 1759, como todo lo que oliera a jesuita); ahora es parte de la universidad recuperada, que forma a unos diez mil estudiantes.
11.00 La piel y los huesos
La piel de Évora son sus murallas (7), que constan, por tanto, de dermis y epidermis. La primera, la capa más íntima, es la cerca velha formada por el cinturón romano y luego árabe. La epidermis sería la llamada cerca nova, el círculo de murallas, con 10 puertas y 40 torres, que hubo que apostar en la base de la colina cuando la población creció, en el siglo XIV; esa cerca fue reforzada más tarde, en el siglo XVII, cuando las guerras de restauración, y soportó bien la artillería de los españoles. Pegado a este último perímetro, por la parte sur, se alza el palacio de Don Manuel (que fue rehecho en el siglo XX); al lado está la iglesia de San Francisco, gótica y manuelina, célebre más que nada por su Capela dos Ossos (8): una cripta alicatada con cráneos y huesos de miles de monjes capuchinos (aunque no tan truculenta como el osario de esa orden en Palermo). Por detrás está el convento de Graça, con unos atlantes en su fachada que la gente compadece como os pobres meninos. Hay en Évora una veintena larga de iglesias y conventos, para quien tenga tiempo y devoción.
13.30 El ombligo y el estómago
El ombligo de Évora sigue siendo la plaza do Giraldo (9). Fue foro romano, barbacoa de la Inquisición, lugar de mercado (ahora el mercado se celebra en la explanada frente a la Capela dos Ossos, de martes a domingo), y, en fin, todo lo que en Évora sucede, sucede allí, en sus terrazas y soportales, de día y de noche. Bajo sus arcos se guarecen restaurantes populares, como A Choupana, el Café Alentejano o la Cozinha de Santo Humberto (en la Rua da Moeda, al lado), antigua bodega con guiños al patrón de la caza. Para atender al estómago con los mimos que promete la campaña nacional para este año (Pruebe Portugal), lugares de fiar son Fialho (10) (Travessa das Mascarenhas, 16), una antigua tasca que ha ido ganando reputación y premios, hasta convertirse en una catedral de la gastronomía alentejana; O Gremio (Rua da Alcárcova de Cima, 10), de ambiente refinado; Dom Joaquim (Rua dos Penedos, 6, junto a la muralla), cocina alentejana en toda su contundencia; Luar de Janeiro, ambiente muy grato (Travessa do Janeiro, 13), o Taverna (11) (Travessa de Sta. Marta, 5, cerca del teatro García de Resende), alojado bajo bóvedas medievales de un viejo convento, con platos como migas divinas o un delicioso bacalhau.
16.00 Paseo por jardines de piedra
No es que la ciudad carezca de parques y jardines, muy al contrario, pero vale la pena hacer la digestión por el entorno campestre y nemoroso de esta ciudad vieja. Tan vieja que un recorrido en coche de muy pocos kilómetros (tomar la N-114 en dirección a la aldea de Guadalupe) permite sumergirse en encinares que arropan al complejo megalítico de Almendres (12) (ahora mejor señalizado); se puede ver allí dos menhires y un crómlech que es el mayor de la Península y uno de los más notables de Europa; pudo empezar a levantarse hace 6.000 años y está compuesto por 95 pedruscos ahuevados, algunos de ellos con signos grabados; eso y un alineamiento relacionado con los solsticios hacen pensar que este lugar, aparte de mágico o sagrado (sirviendo a un culto solar), tuviera algo que ver con la astrología. Desde el teso se cierne a lo lejos, como un friso, el perfil de Évora. A poca distancia, cerca de la aldea de Valverde, el anta (dolmen) de Zambujeiro (13) es el mayor de Portugal: estuvo cubierto en su día por un túmulo de tierra de unos 50 metros de diámetro; los objetos de piedra y cobre hallados junto a esa tumba de hace 5.000 años pueden verse en el Museo de Évora. Otra anta fue aprovechada tal cual, cerca de Brissos, para convertirla en capillita cristiana.
19.00 Noche de ronda
Aunque la cuarta parte de la población esté formada por estudiantes universitarios, se ve que son gente seria y responsable: el ambiente de copas se dispersa por locales ralos, como D'Lux (Rua Serpa Pinto, 125), Molhóbico (Rua de Aviz, 91), Casa Nostra (Páteo do Salema, 9) o Tuareg Al Andaluz (Largo García de Resende). Y solo existe una discoteca digna de tal nombre, Praxis (14) (Rua de Valdevinos, 21). Otra cosa es que ocasionalmente pueda verse a los tunos de ronda nocturna, o que el Teatro García de Resende (que es un edificio notable de origen manuelino, convertido en teatro en el siglo XIX) sirva de escenario a alguna compañía en gira. Para recogerse, el lugar más evocador, sin duda, la Pousada dos Lóios (2), en pleno Olimpo urbano (Largo Conde Vila Flor). Pero también se respira ambiente histórico y refinado en el Hotel Muralhas (antiguo Hotel Cartuxa; Travessa da Palmeira, 4 a 6), encajado en la muralla. El Best Western Santa Clara (Travessa da Milheira, 19); el Hotel Convento do Espinheiro, en una quinta a las afueras (00 351 266 788 200); el M'Ar de Ar Aqueduto (Rua Cândido dos Reis), y Evorahotel, el mayor de la ciudad (N-114; 00 351 266 734 800) son otras buenas opciones.
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