El catedrático de la Carlos III de Madrid, Jaime Alvar, rechaza el aire misterioso del que se quiere rodear a esta civilización.
16/12/2011. Huelva Información.
Los expertos que se reúnen en el I Congreso Internacional El emporio del Metal de la Universidad de Huelva (UHU) tratan de buscar las coincidencias que hay en las distintas teorías que se han desarrollado en torno a los tartesos. El punto de arranque del debate de ayer, que llegó a ser acalorado en más de una ocasión durante las mesas redondas, estuvo en la conferencia del catedrático de Historia de la Universidad Carlos III de Madrid, Jaime Alvar Ezquerra. Este define el trabajo que se pretende desarrollar durante el congreso como la preparación para empezar a armar el "puzle" que todavía hoy es esta civilización legendaria. "Cada vez identificamos mejor las piezas pero todavía no somos capaces de construir el puzle; unos lo hacen una forma y otros, de otra, y ahí es donde está el problema", explicó ayer. En términos muy básicos, algunos expertos defienden que los tartesos son los fenicios de Occidente y otros, entre los que se incluye Alvar, sostienen que existe una escritura derivada de la fenicia que representa otra lengua, luego tiene que haber gente diferente que la hable, y que serían tartesos.
Uno de los problemas que llevan a esta situación es que las referencias que se tienen de los tartesos son externas y principalmente están facilitadas por los griegos, que fueron configurando un modelo de interpretación de lo que era el extremo Occidente. A esto se suma el famoso Tarsis bíblico, que no se sabe dónde está, y que por homofonía se identifica con Tartesos. Esto hace que la civilización tartésica aparezca rodeada de un aire de misterio que Jaime Alvar rechaza de forma tajante porque "las civilizaciones no pueden ser misteriosas, son conocidas o desconocidas y punto". A partir de ahí el esfuerzo de los expertos debe ir dirigido a "poner énfasis en que la sociedad asuma que los tartesos forman parte de su patrimonio cultural e historia", señaló el profesor.
La arqueología, que desde mediados del siglo pasado viene despejando dudas con los trabajos de campo que se han llevado a cabo en diversos enclaves, tiene un papel relevante para seguir avanzando en el conocimiento de Tartesos. A juicio de Alvar, "todo lo que es materialidad nos da una dimensión muy diferente a la limitada que ofrecen los textos literarios, que proceden de los griegos, fundamentalmente", aunque todavía habrá que salvar el inconveniente de marcar algunas diferencias pues todo lo exhumado hasta ahora está muy relacionado con la presencia física de los fenicios. Así una de las claves es identificar si existió una etnia con lengua antes de los fenicios, es decir tartésica, o se conforma a partir del crisol de culturas atlánticas, célticas, autóctonas previas a la edad del bronce y fenicias.
Uno de los mitos que ya se han derribado es la capital del reino que buscó la arqueología romántica del siglo XX. La mayor parte de los científicos coinciden en que esta civilización se distribuyó en ciudades-estados entre las que se encuentran Niebla, Onuba o Carmona y Alvar subrayó la importancia de seguir con las excavaciones en los asentamientos tartésicos para conocer cómo funcionaba la entidad urbana.
Aunque Tartesos se extiende por la franja sur de la Península Ibérica, el territorio nuclear se sitúa en las desembocaduras de los ríos Guadalquivir, Tinto, Odiel y parte de la del Guadalete con una extensión hacia la cuenca del Guadalquivir. Hace unos 3.000 años, en este territorio, cohabitaron poblaciones de la fachada atlántica, autóctonas anteriores al bronce medio y de la primera fase del bronce final y otras, procedentes del Mediterráneo Oriental, principalmente fenicios.
Las mesas redondas de ayer abordaron los modelos políticos y sus fronteras territoriales; las estructuras de una sociedad compleja y la construcción identitaria de Tarteso. Las sesiones de trabajo terminan hoy.
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