Las lluvias del invierno podrían anegar la Cañada de los Pájaros y acabar así con este protegido humedal. - Paco Cazalla. |
La delicada situación por la que atraviesa la Cañada de los Pájaros se aproxima a un punto en el que podría no tener vuelta atrás. Esta reserva natural ubicada en la localidad de La Puebla del Río está, literalmente, en peligro de desaparecer. Y por una vez nada tiene que ver con ello la palabra crisis. El problema es de otra índole y está relacionado con el “incívico comportamiento de los propietarios de las fincas circundantes”, según su administradora y propietaria, Maribel Adrián.
“El dueño del terreno colindante por el Norte pidió hace años autorización para arrancar los eucaliptos. Medio Ambiente se la concedió pero condicionado a, en seis meses, repoblar el cauce de agua con otra vegetación para evitar la erosión, cosa que no ha hecho”, explica Adrián.El resultado de esta inacción comienza a ser visible en la Cañada: el cauce de agua ha cambiado y se desborda por varios lugares y el humedal cada vez concentra mayor cantidad de sedimento, “lo que conlleva que suba el nivel de la laguna ya que esta puede albergar ahora menos agua, por lo que cuando llueve se desborda y se inunda todo”.Si desaparece la laguna no tiene sentido mantener el humedal, y por ende, muchas aves estacionarias se marcharían, los programas de reproducción se irían al traste y decenas de animales morirían ahogados, como ya sucedió el pasado invierno.
“Cuando cae agua con fuerza el nivel del terreno sube muy rápidamente y mueren muchas aves”, lamenta Maribel Adrián. En la Cañada el enfrentamiento con los dueños de las fincas adyacentes viene de lejos, concretamente la batalla comenzó en 2003.
“Hay expedientes sancionadores que tienen diez años y continúan todavía parados. ¿Tiene esto algún sentido?”, se pregunta la máxima responsable de la primera reserva declarada en España –en 1991– e incluida en la Red de Espacios Naturales de Andalucía (Renpa), en el inventario de zonas húmedas de Andalucía y en el PlanAndaluz de Humedales.
“La Consejería de Medio Ambiente de la Junta no está haciendo nada y lo único que les venimos pidiendo es que hagan cumplir los expedientes sancionadores”, añade. La última reunión que unos y otros mantuvieron se remonta a 2011, entonces les prometieron que “harían un seguimiento y construirían una balsa de retención de sólidos para evitar el aporte tan brutal que recibimos ahora”. Esto al menos hubiera servido para canalizar el paso del agua y la consiguiente cantidad de sedimento culpable de que suba el nivel de la laguna y la seque. “Pero nada, no han hecho nada y estamos al borde del colapso, este invierno venidero puede ser mortal para nosotros”, lamenta.
Mientras, ocho expedientes que involucran a tres fincas siguen guardados sin que nadie se decida a aplicarlos y, de este modo, salvar así la Cañada.De momento la crítica situación ya está en manos de la sociedad civil, con la creación de una plataforma en la red social Facebook –Salvemos la Cañada– que en apenas diez días ha conseguido aglutinar a casi 600 personas preocupadas por un asunto del que también se hará eco en unos días el defensor del Pueblo andaluz, José Chamizo. “Nos hemos reunido con él y está previsto que dé a conocer un informe en el que, por su parte, también reclama a la Junta que de una vez por todas nos ayude a resolver este gravísimo escollo que atravesamos”, indica Maribel Adrián.
Ya son varios los animales de la Cañada que se han visto dramáticamente afectados. “Esto golpea a todos por igual pero la zona de cría de la focha cornuda y la cerceta pardilla, dos especies en peligro de extinción de las que tenemos programas de reproducción por nuestra cuenta, son especialmente sensibles porque sus instalaciones están justo por la entrada del agua y cuando sube el nivel las primeras jaulas son estas”, dice la gerente de este espacio privado de más de siete hectáreas, rescatadas del abandono y rehabilitadas dada su cercanía a Doñana y su aportación ambiental.
A esta grave situación hay que añadir que la crisis económica tampoco les está poniendo fáciles las cosas. “Hay menos visitas y menos grupos, se firman menos convenios y los ingresos son menores por lo que por supuesto que también nos estamos resintiendo en este sentido”, aseguran. Sin embargo, la amenaza que podría suponer el cierre de este emblemático lugar “se solventaría simplemente haciendo cumplir la ley”.
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