24/06/2011. El Correo.
Se puede afirmar sin necesidad de medias tintas: Salustiano (Sevilla, 1965) es uno de los creadores con mayor proyección internacional en el mundo del arte. Su apuesta por la pintura figurativa y la pasión que su obra ha despertado en personalidades famosas de la talla del Dalai Lama y Sharon Stone le han apartado un tanto de la seria intelectualidad del arte de hoy. A las pocas horas de concluir esta entrevista recogió sus maletas, cerró su estudio de Valencina y ahora ya está en su nuevo hogar. En Miami.
-¿Qué tendría que haber sucedido para que ahora no estuviera con los dos pies en USA?
-Nada. Pero no me voy por lo que Andalucía no me da si no por lo que Estados Unidos ofrece.
-Suena a viaje sin retorno, ¿dónde queda Valencina?
-No lo sé. En Miami tengo amigos y el clima es muy agradable. Los días tienen muchas horas de luz, la naturaleza salvaje está a pocos minutos del centro y, sobre todo, la gente es muy nice.
-¿No teme perder el aura de pintor andaluz que le rodea?
-La gente piensa que soy encantador aun antes de saber que soy español. Nadie identifica mi trabajo por mi procedencia. Hoy día, además, en el mundo del arte da igual de donde seas.
-Ni la Bienal de Arte Contemporáneo (Biacs) ni casi ninguna institución de peso en Andalucía ha contado con usted a pesar de que expone en los centros de arte más importantes del mundo. No esconda su dolor...
-El verano pasado estuve en Japón. Nos adentramos en la naturaleza por una de las carreteras más hermosas que quepa imaginarse. Llegamos a una bahía. La playa era de piedras. Las olas eran pequeñas. No había nadie. La belleza era sobrecogedora. Tampoco allí me sentí extranjero. Lo que quiero decir con esto es que hace muchos años que dejé de sentir Sevilla como mi única tierra. Sevilla es tan grande que abarca el Japón, ambas Américas y todos los lugares del mundo donde soy bien recibido. Y no, no estoy dolido con "mi tierra sevillana".
-Se marcha encantado...
-El único inconveniente es que a mi madre le gustaría venir a mis inauguraciones y el avión le da un poco de miedo.
-Ha retratado a Sharon Stone, a Tamara Rojo y a otras personalidades. ¿Tiene la gente famosa algún atractivo que no poseamos el común de los mortales?
-Me he encontrado con gente muy normal con un aura más grande que la virgen de Guadalupe. Pero también es cierto que toda la gente realmente importante que he conocido eran personas con una calidad humana y una generosidad extrema. Pienso en José Saramago, Barbara Streisand, el Dalai Lama, Sharon Stone...
-¿Algún personaje, catódico o no, de Sevilla podría tener un papel en una obra suya?
-¡Andalucía está llena de gente bellísima! Paz Vega sería una modelo perfecta, su cara irradia una serenidad muy especial. También el duque de Feria, Rafael Medina, tiene un perfil definitivo, rotundo, de estatua.
-El color ‘rojo Salustiano' es la principal marca de su obra. ¿Tardó mucho en llegar a él?
-Constantemente investigo para conseguir un rojo más vibrante, más sólido y que permanezca inalterable en el tiempo. Precisamente llevo varias semanas analizando unos 15 nuevos rojos distintos. Pero no estoy de acuerdo en que el rojo sea el principal factor del éxito de mi obra. Varios son los elementos relacionados con la favorable acogida del público y creo firmemente que se reúnen en uno solo: el respeto que siento por el espectador.
-¿Alguna vez sintió la tentación de tomar un lienzo y, en lugar de personas, pintar líneas, manchas y rombos?
-¿Pregunta si necesito desahogarme a través de la pintura? No. No tengo esa relación con ella, no la uso con fines terapéuticos. Mi caballete no tiene forma de diván de psiquiatra.
-Hay quienes critican su obra por "excesivamente comercial"...
-No sabía que alguien pensara así. En el círculo donde mi obra se mueve; Alemania, Suiza, Estados Unidos o Japón nadie piensa que mi trabajo sea comercial. Entre otras cosas porque un cuadro en el que más del 80% de la superficie es un plano liso de rojo intensísimo, y mide entre 5 y 7 metros de largo, no admite con facilidad tal calificación. Si se refiere a España tampoco tengo motivos para pensar que aquí mi obra sea vista como comercial. ¡Hace 16 años que no he vendido un cuadro aquí!
-Siempre ha tenido un especial ‘affaire' con EEUU. ¿Puede ser porque Europa es todavía el imperio del arte abstracto?
-No debemos hablar de Europa como un todo. Hay mucha diferencia entre los países que la integran. Alemania, Suiza, Holanda, por ejemplo, nos llevan mucha ventaja en cuanto a la educación del arte contemporáneo. Y ya en el año 2003 costaba ver en Berlín una exposición de arte abstracto de artistas jóvenes.
-Además de pintor cuida usted mucho el diseño y la puesta en escena de sus exposiciones y también de su propia persona. Dicho de otra forma, no responde al tópico de genio greñudo y descuidado...
-En España cada persona lleva dentro de sí un pequeño mecenas caritativo y gustoso de socorrer a los pobres artistas con apariencia de pobres. Muchos adoptan, consciente o inconscientemente, ese look. No es mi caso. En cualquier caso lo que debería importar es que la obra sea buena.
-A la gente le asombra los precios del arte en general. Con unos ahorrillos, ¿algún aficionado medio podría aspirar a comprar una obra de Salustiano?
-¡Claro! Pero, en estos momentos, no tengo en el estudio ni un solo cuadro disponible.
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