La candidatura de Itálica a Patrimonio Mundial y el hallazgo del mosaico de Cantillana son la cara de una riqueza cultural que tiene su particular cruz en este año: la desidia de las administraciones.
29/12/2017. El Correo. Helena Peña.
El salto de calidad que ha pegado el patrimonio provincial durante el año que ahora acaba es innegable. La oficialidad de la candidatura de las ruinas de Itálica, en Santiponce, a Patrimonio Mundial de la Humanidad o el hallazgo del imponente mosaico romano que surgió de unas obras en el viario hace apenas un mes en Cantillana, son una muestra inequívoca de la buena forma en la que se encuentran nuestros tesoros culturales.
La primera de estas cuestiones, de hecho, promovida por la Unión Cívica del Sur de España (Civisur), ha logrado multitud de apoyos de diversas instituciones y colectivos que se han sumado a una causa cuyo primer intento, en 2014, se quedó únicamente en eso. Durante el primer semestre de 2017, la candidatura cogió peso con el seminario científico celebrado en la Fundación Cajasol, y se formalizó en un ambicioso acto de presentación el pasado 2 de junio. Si las buenas intenciones, avaladas en todo momento por un comité científico en el que se incluyen las dos universidades sevillanas, tendrán éxito, será algo que, por su complejidad, no podremos ver en el año que entra. Eso sí, las ruinas poncinas han dado la vuelta al mundo gracias al estreno, el pasado mes de abril, de la séptima temporada de Juego de Tronos, en la que el anfiteatro acaparó todos los focos en una escena que reunió a prácticamente todos los personajes importantes de la serie.
Lo que sí que se ha podido ver físicamente gracias a una jornada de puertas abiertas –iniciativa que, por el momento, no se repetirá– ha sido el yacimiento arqueológico que brotó del suelo de Cantillana a finales de noviembre. Como ya sucediera con el tesoro de Tomares en 2016, este mosaico, único entre otras cosas por contener un pozo de seis metros de profundidad, fue descubierto por un trabajador, José Miguel Reina, el Tobalo. Con su excavadora ejecutaba la sustitución de las redes de saneamiento en los alrededores de la parroquia –unas obras con cargo al Pfoea–, excavó unos centímetros más y, de repente, se topó sin saberlo con el que ha sido el descubrimiento del año en la provincia. Ahora, lo que toca es explotar su indudable valor patrimonial. La intención del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía, avalada por el arqueólogo José Antonio Valiente, es mantener el yacimiento en su ubicación, haciéndolo visitable y poniéndolo en relación con otros elementos arquitectónicos de distinta índole que permitan «articular el discurso histórico completo» de lo que fue la Naeva romana.
Junto a estos dos hitos, la puesta en valor del gran desconocido yacimiento del Cerro Macareno, en La Rinconada, que está dando pasos para ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC); la exposición al público de las valiosas termas romanas de Herrera; o la restauración que el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) va a llevar a cabo en el imponente mosaico ecijano de Los amores de Zeus, son la nota positiva de un patrimonio provincial que continúa reclamando el sitio que le corresponde.
Claro que no todo es luz en esta parcela. Porque oscuro resulta el hecho de que, después de que haya pasado más de un año desde el suceso, no se sepa todavía ni cómo ni quién arrampló con 240 kilos de paños de azulejos obra del ceramista Niculoso Pisano, los cuales decoraban el claustro de los muertos del monasterio de San Isidoro del Campo. El monumento poncino no solo no se ha recuperado tras el expolio, sino que, en este año, ha sufrido otro revés. El de la desidia de sus dueños: la Casa Álvarez de Toledo y Mencos, propietaria, y la Junta de Andalucía, que gestiona el conjunto monumental a través de un convenio de cesión que, según anunció el pasado octubre, no renovará el próximo año.
Otro BIC que espera una mejor suerte es el de los jardines de Forestier, en Castilleja de Guzmán. Su palmario deterioro en los últimos tiempos obligó al Ayuntamiento a lanzar una petición de ayuda desesperada a la Consejería de Cultura que, a día de hoy, no ha obtenido respuesta.
Y, pese a ser un proyecto de Patrimonio Mundial, no hay que olvidar que Itálica ha sufrido con creces la falta de presupuesto, obligando a reducir la apertura a los visitantes durante el año que ahora termina.
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