8 feb 2019 ~ ~ Etiquetas:

Ponencia en Madrid sobre la "relación" del dolmen de Menga con el agua y las cúpulas de barro del megalito de Montelirio

Leonardo García Sanjuán expone en el Museo Arqueológico Nacional las últimas "novedades" de las investigaciones de ambos enclaves.
07/02/2019. La Vanguardia.

El Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, ha sido el escenario de una conferencia protagonizada por el miembro del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla Leonardo García Sanjuán, sobre las últimas "novedades" que arrojan las investigaciones científicas acometidas en torno a los dólmenes de Menga y Montelirio, enclavados respectivamente en Antequera (Málaga) y Castilleja de Guzmán (Sevilla).

En el caso del megalito de Menga, se trata del buque insignia de los emblemáticos dólmenes de Antequera, declarados como Patrimonio de la Humanidad en 2016 a manos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).

Este dolmen, que junto a las construcciones megalíticas de Viera y El Romeral conforma el mencionado conjunto megalítico de Antequera, está caracterizado no sólo por sus espectaculares ortostatos y cobijas, sino además porque la alineación de su eje central no se corresponde con el lugar de salida del Sol como resulta común en los megalitos del sur de la península Ibérica, sino con la Peña de los Enamorados, la montaña de silueta antropomórfica que domina visualmente el paisaje del entorno, contando por cierto con un abrigo decorado con pinturas rupestres al que apunta el eje de Menga.

En cuanto al dolmen de Montelirio, enclavado en el borde del casco urbano de Castilleja de Guzmán, se encuadra en el asentamiento humano que allá por la Edad del Cobre poblaba con mayor o menor asiduidad el entorno que actualmente conforman Valencina de la Concepción y Castilleja. A tal efecto, recordemos que un estudio publicado en la revista científica Journal of World Prehistory y recogido por Europa Press exponía que con una extensión de unas 450 hectáreas, el asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán "es de lejos el mayor asentamiento de la Edad del Cobre" en toda la Península Ibérica y "posiblemente uno de los mayores de Europa occidental en la Prehistoria tardía".

LOS HALLAZGOS DE MONTELIRIO

Este monumento megalítico cuenta con un corredor de unos 39 metros de longitud, una cámara principal de 4,75 metros de diámetro y una cámara secundaria de 2,7 metros de diámetro, toda vez que si bien fue el escenario de importantes hallazgos, como numerosos restos humanos datados entre los años 2.500 y 2.300 antes de Cristo o 4.000 cuentas de collar, entre otros efectos, después de las campañas de investigación arqueológica acometidas en 2010, permanece enterrado a la espera de su restauración integral.

Al respecto, Leonardo García Sanjuán ha explicado a Europa Press que tras ser publicado el libro 'Montelirio: Un gran monumento megalítico de la Edad del Cobre', que reúne las investigaciones relacionadas con este dolmen, y mediar ya un volumen acerca del resultado de los estudios científicos relacionados con el dolmen de Menga, el motivo de su conferencia en el Museo Nacional de Arqueología no era otro que "recapitular" la información correspondiente a ambos enclaves y dar cuenta de las "novedades" que arrojan las investigaciones.

Y es que según ha manifestado, si bien el patrimonio megalítico andaluz ha sido objeto de "muchas" campañas de excavaciones arqueológicas a la búsqueda de nuevos hallazgos, media un déficit en el sentido de que tales labores de campo no han sido suficientemente "seguidas" de "investigaciones científicas sistemáticas y de calidad" con relación a los elementos hallados. Tan sólo el dolmen de Alberite, en Villamartín (Cádiz), ha gozado de una investigación "integral", según Leonardo García Sanjuán.

"SÓLIDA BASE EMPÍRICA" PARA EL ESTUDIO

Precisamente por ello, ha destacado especialmente el hecho de que mientras "normalmente" los científicos cuentan con una sola datación radiocarbónica de cada megalito, los dólmenes de Menga y Montelirio cuentan con 38 dataciones de esta naturaleza en el primer caso y 22 en el segundo, lo que supone "una base empírica muy sólida" para estudiar aspectos c como la "temporalidad" o el uso de estos enclaves.

En cuanto a las particularidades de estos dólmenes y las "novedades" que arrojan las investigaciones científicas acometidas en torno a los mismos, García Sanjuán ha puesto especial énfasis en el pozo descubierto en 2005 en el fondo del dolmen de Menga, un pozo de 19,4 metros profundidad perforado en roca calcarenita, pues se trata de "una estructura hidráulica única en su género" al estar enclavada dentro de una construcción megalítica.

Recordando que para las antiguas culturas "no era fácil encontrar agua potable" y la localización de dicho recurso constituía un factor "muy importante" en las dinámicas de las mismas, García Sanjuán ha detallado que el cauce hídrico del que se nutre el citado pozo, derivado de un arroyo que nace en el entorno kárstico del Torcal de Antequera, constituye un "formidable recurso de agua de una calidad extraordinaria".

Precisamente por ello, ha señalado la "hipótesis" de que dicho recurso hídrico habría pesado también como "factor" a la hora de la ubicación elegida para la construcción del dolmen de Menga, además de la ya mencionada relación visual de este enclave con la Peña de los Enamorados. Es más, García Sanjuán ha abundado que el pozo del dolmen de Menga presenta "muy buen acabado" para haber sido ideado tan sólo para el abastecimiento humano, planteando por ello la idea de que el citado pozo hubiese tenido también una "función ritual".

MENGA Y EL AGUA

En cualquier caso, ha defendido que los aspectos hidrológicos "tienen cada vez más peso" a la hora de la aproximación científica al dolmen de Menga. "El dolmen de Menga siempre ha estado muy relacionado con el agua", ha planteado, abundando además en diversos detalles sobre la "constante actividad" acogida por este enclave a lo largo de los siglos y la utilización del pozo.

Respecto al dolmen de Montelirio, Leonardo García Sanjuán ha destacado especialmente que la investigación de su arquitectura ha puesto de relieve que sus dos cámaras contaron con "cúpulas de barro endurecido o tierra", levantadas en el siglo 29 antes de Cristo. Señalando los pormenores de esta técnica constructiva, García Sanjuán ha manifestado que sería "la primera vez que se descubre algo así en la Península Ibérica", con relación a un monumento megalítico como el de Montelirio.

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