31 mar 2019 ~ ~ Etiquetas: ,

El reto de poner en valor el dolmen de Montelirio


El alcalde de Castilleja, en el túmulo en el que sigue enterrado el dolmen de Montelirio, señalando la ubicación de los de La Pastora y Ontiveros, en Valencina. / VÍCTOR RODRÍGUEZ.
El tholo está tapado y apenas señalizado, a pesar de que es uno de los más singulares de los investigados hasta ahora en la Zona Arqueológica del Aljarafe norte.
Aumenta el interés por conocer el dolmen de las sacerdotisas, tras las últimas publicaciones.

30/03/2019. Diario de Sevilla. Trinidad Perdiguero.

La ponencia que el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla Leonardo García Sanjuan pronunció, en febrero, en el Museo Arqueológico Nacional, ha vuelto a poner de actualidad, esta vez con repercusión en medios de comunicación nacionales, las conclusiones de la excavación que se hizo entre 2007 y 2010 en el Dolmen de Montelirio, en Castilleja de Guzmán, con sus sugerentes sacerdotisas, amortajadas con vestidos de cuentas y su misteriosa muerte, envenenadas por accidente o por sacrificio con mercurio, usado como pigmento.

Pero si tras ello alguien tiene la pulsión de acercarse al Aljarafe para conocer ese sitio, trazado hace 4.800 años y donde, según se dice, coincidiendo con el solsticio de invierno el sol penetraba en su corredor hasta una estela e iluminaba la cámara, no encontrará nada de ese pequeño Stonhenge local.

El Tholo fue cubierto, para conservarlo. Sigue enterrado. El montículo, uno de los puntos más altos del Aljarafe, se ubica al norte del casco urbano de Castilleja de Guzmán, cerca de donde se alza su minúsculo cementerio. De alguna forma, el uso de necrópolis se ha mantenido.

Está cercado por una tela metálica y hay que recorrer su perímetro para encontrar una pequeña señalización, algo ajada, que recuerda el valor del monumento que se oculta. Está ilustrada con tres fotos de las excavaciones y las cuentas de los vestidos.

A un tiro de piedra, ya en término de Valencina, puede verse desde la elevación el túmulo del dolmen de Matarrubilla –el día del reportaje se ven a lo lejos escolares visitándolo– y la hacienda bajo la que se ubica el de Ontiveros, otras huellas de esa potente civilización calcolítica que pobló el Aljarafe norte cuando lo que hoy es Sevilla aún estaba sumergido. En línea recta están en otra elevación los Jardines de Forestier y la Hacienda de Nuestra Señora del Buen Aire.

Pese a su importancia, Montelirio se salvó por los pelos de quedar cercado por construcciones, en los años de las prisas inmobiliarias. Aunque en las normas subsidiarias de Castilleja, de 1990, las más de 80 hectáreas que lo rodean estaban protegidas por la constancia del yacimiento y su paisaje, se modificaron en 2002, dejando sólo 16. Muy cerca del tholo se iba a construir un geriátrico y un supermercado, que se descartaron finalmente, cuando las excavaciones previas evidenciaron el valor de lo que había en el subsuelo.

En 2010, la Junta ya obligó a ampliar hasta un total de 30 hectáreas el área protegida, con el decreto que declaraba Bien de Interés Cultural (BIC) la Zona Arqueológica Valencina y Castilleja de Guzmán. Los promotores reclamaron entonces al Ayuntamiento y a la Administración autonómica hasta 1,76 millones de indemnización, que el Tribunal Supremo rechazó. Todavía en la zona norte del túmulo hay suelo clasificado para construir un centenar de viviendas.

En este punto, la Asociación para la Defensa del Territorio del Aljarafe (ADTA) presentó en febrero por registro del Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán una propuesta para que todo ese suelo, las 80 hectáreas al completo, vuelvan a la protección que tenían en las Normas Subsidiarias de los 90.

ADTA defiende que es posible, en tanto que los tribunales ya han rechazado una vez indemnizar a los propietarios y se han incumplido los plazos del plan de etapas del Plan Parcial 4 (PP-4), de dos años para construir.

ADTA también cuestiona la legalidad de que en su día se dejara desclasificar una zona de especial protección y así lo plantearon en las IV Jornadas Arqueológicas, que se celebraron en Castilleja el pasado 21 de febrero, tras la nueva difusión de las investigaciones sobre Montelirio, que ya habían sido objeto de antención en importantes publicaciones especializadas.

El alcalde de Castilleja, Tasio Oliver (IU), que gobierna en minoría desde 2015 y que el día de la entrevista casi da por hecho que no volverá a ser candidato en las elecciones municipales, se muestra abierto a recuperar esa protección.

Pero deja claro que antes se deben pedir estudios jurídicos y técnicos que eviten que una nueva decisión precipitada en materia urbanística –ocurrió con la urbanización del Señorío de Guzmán, con la escuela de hostelería que hubo que demoler...– tenga consecuencias para este pequeño Ayuntamiento (3.000 habitantes, escaso término municipal) que ha pasado apuros económicos.

La degradada recreación de un dolmen, en el parque del Señorío de Guzmán.La degradada recreación de un dolmen, en el parque del Señorío de Guzmán.
La degradada recreación de un dolmen, en el parque del Señorío de Guzmán. / VÍCTOR RODRÍGUEZ

Oliver tiene intención de llevar al próximo Pleno, que será ya uno de los últimos del mandato, una propuesta de acuerdo con tres puntos: pedir un estudio pormenorizado a nivel jurídico y técnico sobre lo que supondría para el Ayuntamiento afrontar ese proceso de desclasificación; iniciarlo, en su caso, y abrir también un “proceso participativo” sobre qué tipo de espacio público, con qué enfoque se puede hacer en la zona.

Probablemente, lo que se decida quedará en mano de otros gestores políticos, pero servirá para que los partidos se posicionen de cara a los comicios del 26 de mayo.

Desde su perspectiva, el enfoque no sería apostar por un edificio o museo, sino por una especie de parque periurbano que sirviera de centro de interpretación del propio dolmen, de su relación con todo el entorno de la necrópolis y del paisaje del Aljarafe, que pudiera acoger actividades culturales que le den sentido y que pongan en valor la leyenda Montelirio y otras.

Que sirva –añade– para atraer a unos visitantes interesados, universitarios, que generen otro tipo de economía y de desarrollo en la comarca, más allá del ladrillo.

Hay una oportunidad, según considera: los fondos Edusi (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado). La Diputación, a través de un proyecto en el que participan Camas, Santiponce, Valencina y Castilleja de Guzmán, ha logrado cinco millones de euros de la UE a los que se suman otros 1,25 de cofinanciación. Se acaba de aprobar el reglamento, pero las acciones concretas no se han definido.

Camas ya había señalado que, con el Edusi, quiere intervenir en la ladera del Carambolo (los restos del yacimiento están todavía en manos privadas), un escalón en el ascenso hacia la cornisa de Montelirio. Santiponce (Itálica, San Isidoro del Campo...), Valencina y Castilleja son los municipios que han conservado más espacios libres en la almendra principal del Aljarafe y “eso hoy es un valor”, insiste Oliver, que considera que se puede “crear un relato”, un “valor económico” para la comarca desde el punto de vista de la cultura, el patrimonio y su paisaje. “Recuperar espacios físicos y generar valor a través del patrimonio” están en la esencia del Edusi, insiste.

Mientras que se materializa o no lo que sólo son intenciones, el visitante que acuda a Castilleja de Guzmán buscando algún vestigio de los dólmenes, como mucho, podrá acercarse al Parque de la Cultura, atravesando la urbanización del Señorío de Guzmán, en el margen izquierdo de la A-8077 según se asciende.

Se levanta sobre 2,5 hectáreas de protección de otro enterramiento y en el mismo se creó en su día un itinerario temático, que culminaba con la recreación de uno de ellos. Pero faltan parte de las piedras de la construcción, otras están volcadas y el itinerario de tablas que marca el camino está salpicado de vayas por el riesgo de caídas y el deterioro.

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