El hallazgo en 2007 del mayor asentamiento de la Edad del Cobre, en el Aljarafe sevillano, revolucionó el estudio de la Prehistoria y paralizó una urbanización.
01/04/2021. El País. Margot Molina.
El dolmen o tholos de Montelirio, datado entre el 2850 y el 2700 antes de Cristo, está abandonado a su suerte. Esta joya del mayor asentamiento humano de la Edad del Cobre en la península Ibérica, que en conjunto suma 450 hectáreas y cuenta con otros hitos como los dólmenes de Matarrubilla o de La Pastora, está en la comarca del Aljarafe sevillano, donde hace 5.000 años floreció una sociedad que construía monumentos imponentes. Se empezó a estudiar en 2007 en una excavación preventiva para la construcción de 53 viviendas en la parcela PP4: 1,8 hectáreas en las afueras de Castilleja de Guzmán. El hallazgo revolucionó el mundo de la Prehistoria y paralizó el proyecto de la empresa gaditana Jale: aparecieron un corredor de 39 metros y dos cámaras cubiertas, una principal decorada con pinturas (en la que yacían los cuerpos de 17 sacerdotisas adornadas con ricos vestidos de cuentas y con altísimos niveles de mercurio en los huesos), y otra menor con los restos de un hombre y una mujer, además de otros tres cadáveres en el corredor.
Los dólmenes (también se usa la palabra griega tholos si tienen forma circular) son monumentos formados mediante grandes piedras, generalmente con función funeraria o ritual. En la parcela donde se encuentra Montelirio se hallaron otras 134 estructuras prehistóricas. En 2010 se cubrieron con tierra, a la espera de una inversión que permitiese su acondicionamiento para las visitas, y desde entonces están desprotegidas y sin vigilancia, llenas de matorrales que dañan el conjunto y a merced de expoliadores y vándalos.
Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, denuncia: “La situación es insostenible. Hay agujeros en la tierra con la que hace más de una década se cubrieron importantes estructuras funerarias excavadas en el sector del plan parcial 4 (PP4), hechos con la intención de expoliar o vandalizar, y entre la maleza aparecen rotas las lajas de pizarra que cubrían tumbas de hace más de 4.000 años”. García Sanjuán es autor del estudio de Montelirio junto con Álvaro Fernández Flores, el arqueólogo que dirigió la excavación.
“El descubrimiento de Montelirio”, añade García Sanjuán, “supuso para el Calcolítico [del griego chalkós, bronce, un periodo de la prehistoria posterior al Neolítico y que en la Península se extendió aproximadamente un milenio a partir del 3.000 a. C. ] lo mismo que la tumba de Tutankamón en 1922 para la egiptología. Ha sido una oportunidad de estudiar con métodos científicos actuales un tholos que ha llegado hasta nosotros como estaba hace unos 4.800 años, algo que no ocurrió con los de La Pastora y Matarrubilla, descubiertos en 1860 y 1918”. García Sanjuán afirma que el estado del monumento y de todo el sector PP4, declarado bien de interés cultural, es “lamentable: inversamente proporcional a su valor y a la atención que le ha prestado la comunidad científica internacional”.
Un portavoz de la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía, promotora de la campaña de excavación que sacó a la luz Montelirio entre 2009 y 2010 y propietaria de todo lo hallado en el subsuelo según la ley, se ha limitado a recordar que corresponde a los propietarios de los terrenos “mantenerlos en las debidas condiciones de seguridad, salubridad y ornato” y que no tienen constancia de denuncias de expolio. “En los próximos días realizaremos una inspección desde la Delegación Provincial de Sevilla”, adelantan.
El arqueólogo García Sanjuán recuerda que las investigaciones acometidas se han publicado en Archaeological and Anthropological Sciences o el Journal of World Prehistory y que las piezas encontradas se han expuesto en Budapest, Lyon o Lisboa. Incluso la daga de cristal de roca y marfil hallada en el sepulcro del Marchante de Marfil ha formado parte de la muestra con la que el Museo Arqueológico Nacional celebró sus 150 años. La mayoría de las piezas se depositaron en 2010 en el Museo Arqueológico de Sevilla y nunca se han expuesto en la capital andaluza. García Sanjuán añade: “Múltiples detalles relativos al grupo de la cámara principal, todas mujeres en torno a los 30 años, sugieren que eran sacerdotisas con roles simbólico-místicos. Una de ellas tenía polidactilia en los dos pies, es el caso más antiguo que se conoce en la Prehistoria europea y era alguien muy especial en la comunidad. Lo más llamativo es la cantidad exorbitante de mercurio que hemos hallado en sus huesos. No sabemos si el mercurio formaba parte de un ritual y lo inhalaban o lo ingerían, pero lo que sí está claro es que estaban envenenadas”.
El origen de Sevilla
Para García Sanjuán, este yacimiento de hace unos 5.000 años en la comarca del Aljarafe es el origen de Sevilla, algo que desbancaría a Cádiz como la ciudad más antigua de Andalucía. “Existía una agregación humana, con sus monumentos, ritos, costumbres y artesanía a orillas del gran golfo marino, porque entonces el mar llegaba hasta aquí. Este ha sido un sitio históricamente privilegiado, como demuestra el hallazgo del tesoro de El Carambolo, que es 2.000 años posterior a Montelirio”, comenta el arqueólogo en Castilleja, junto a las lajas de pizarra de un enterramiento que la lluvia ha dejado al descubierto.
Isabel Medrano, miembro de la asociación Los Dólmenes que desde hace años defiende el patrimonio histórico del Aljarafe, aporta también su queja: “Nos llevamos las manos a la cabeza cuando los talibanes destrozaron los Budas en Afganistán y aquí dejamos que se destruya el patrimonio y no pasa nada”. Y continúa: “Sé que esta destrucción no es premeditada, pero el resultado es el mismo: el borrado de nuestra memoria”.
Por su parte, la alcaldesa de Castilleja de Guzmán, Mar Rodríguez, reconoce que no ha movido ficha desde hace dos años: “Nuestra última actuación en el terreno fue reclamar a la Consejería de Cultura del anterior Gobierno, en 2018, que lo limpiara, lo vallara y lo protegiera. La parcela es ahora un terreno baldío, desprotegido y lleno de jaramagos; pero somos un municipio pequeño [2.840 habitantes] y endeudado”. El municipio de Castilleja es dueño de la parcela del dolmen de Montelirio y de otras dos en el sector PP4 destinadas a VPO y a servicios públicos; el resto pertenece a un banco.
“Es urgente”, apunta Medrano, “modificar el planeamiento urbano para que todo el yacimiento se declare suelo no urbanizable de especial protección” Y lamenta: “Incluso han dejado que hagan un aparcamiento al lado de los dólmenes”.
Los únicos dólmenes visitables del conjunto, La Pastora y Matarrubilla, ubicados en la vecina localidad de Valencina de la Concepción en fincas privadas, están cerrados desde el inicio de la pandemia. “La Junta ordenó cerrarlos alegando que los corredores de acceso son muy estrechos para mantener las distancias. Hemos pedido que se reabran, ya que otros similares, como los dólmenes de Antequera, permanecen abiertos. Además, los propietarios de la finca en el que se encuentra el de Matarrubilla han cerrado el paso y no sabemos qué va a ocurrir”, afirma Antonio Suárez, alcalde de Valencina.
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