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Atribuyen los maravedís de los siglos XVI y XVII hallados en el dolmen de Menga al mercadeo con el agua del pozo

28/03/2021. 20 Minutos

Un estudio promovido por miembros de las universidades de Sevilla, Granada, Complutense de Madrid y Durham (Reino Unido) y por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre las siete monedas de los siglos XVI, XVII y XX descubiertas en 2005 durante una intervención arqueológica acometida en el portentoso dolmen de Menga, situado en Antequera (Málaga), sugiere que los maravedís de los siglos XVI y XVII hallados en dicho enclave estarían conectados con actividades "mercantiles" con el agua del pozo que corona este famoso megalito.

Este trabajo, titulado "Las monedas del dolmen de Menga", está firmado por Leonardo García Sanjuán, Mark Hunt y Coronada Mora Molina (Universidad de Sevilla), Mercedes Murillo-Barroso (Universidad de Granada), José María de Francisco Olmos (Universidad Complutense de Madrid), Marta Díaz-Guardamino Uribe (Universidad de Durham, Reino Unido) e Ignacio Montero Ruiz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Su investigación, recogida por Europa Press, versa sobre las siete monedas rescatadas en 2005 del subsuelo del dolmen de Menga, caracterizado por sus imponentes losas y buque insignia del conjunto arqueológico de los dólmenes de Antequera, declarado como Patrimonio Mundial en 2016 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).

MARAVEDÍS EN EL DOLMEN DE MENGA

Se trata, más al detalle, de una moneda de cuatro maravedís "acuñada desde época de Carlos I hasta a 1566 a nombre de los Reyes Católicos", otra pieza también de cuatro maravedís de la época del rey Felipe III acuñada "probablemente" entre 1618 y 1619; una tercera moneda de ocho maravedís acuñada entre 1602 y 1626 y una cuarta "moneda frustra" o irreconocible "en la que no se aprecian rastros de los tipos o leyendas" a cuenta de su estado, sobre la cual pesa la posibilidad de que se trate también de un numo de ocho maravedís acuñado entre 1602 y 1626.

Las tres restantes monedas pertenecen a la era moderna, tratándose de "una pieza de cinco céntimos de peseta acuñada en 1941 y dos "pesetas rubias" con la efigie del rey Juan Carlos I de las emitidas entre 1976 y 1980.

Tras un prolijo análisis científico de cada una de estas monedas y una exposición sobre el contexto histórico de las mismas, estos investigadores llegan a la conclusión de que la presencia de las mencionadas piezas del siglo XX en el enclave del dolmen de Menga "puede explicarse fácilmente por la actividad de conservación, protección y estudio" de dicho monumento megalítico durante la pasada centuria, "muy especialmente por las visitas que comenzó a recibir desde que a principios de la década de 1940 se llevase a cabo su restauración".

"UN HALLAZGO BASTANTE MÁS RARO"

En cuanto a las restantes monedas, los tres citados maravedís y la "moneda frustra" quizá similar a las anteriores, los autores de este trabajo señalan que sí constituyen "un hallazgo bastante más raro, pues no es común que en un mismo monumento prehistórico aparezcan varias monedas con un perfil monetario y cronológico tan definido".

Al punto, los investigadores recuerdan que las excavaciones arqueológicas acometidas en 2005 en el entorno del dolmen de Menga depararon además la recuperación de "una importante cantidad de cerámica coetánea de dichas monedas" y relacionada con "recipientes de mesa, uso doméstico y cocina".

Estos restos de cerámica y las monedas en cuestión "sugieren una actividad bastante regular en el dolmen y su entorno en los siglos XVI y XVII" de la era actual, razonan estos expertos, exponiendo que "la presencia de las monedas podría haber tenido hipotéticamente su origen en la actividad doméstica y ganadera que tuvo lugar en el enclave en esa época"; o bien podría derivar de "transacciones con el agua del pozo" descubierto en el interior de esta construcción megalítica.

Respecto a esta segunda hipótesis, los investigadores señalan las monedas de cuatro y ocho maravedís acuñadas en los siglos XVI y XVII, porque a esos mismos siglos corresponden "un fragmento de cántaro", vasija usada en esa época para el acarreo de agua, y "varios fragmentos de alcarrazas", es decir "pequeños jarros o jarras utilizados en ese tiempo para mantener y servir agua".

EL PAPEL DEL POZO

Esgrimiendo a continuación diversos documentos históricos de los siglos XVI y XVII con menciones a la "cueva" de Menga, los promotores de este estudio argumentan que, dado que en tales siglos "el dolmen de Menga era bien conocido, no es descartable que el pozo estuviese en uso, como demuestra la cronología radiocarbónica de su relleno, que sitúa su amortización definitiva en la primera mitad del siglo XVIII".

Finalmente, los autores de este estudio se fijan en un artículo publicado en 1874 por el poeta y erudito Trinidad de Rojas, acerca del hallazgo "entre las primeras capas del profundo pozo" del dolmen de Menga de "algunas monedas árabes y romanas y toscas herramientas de picapedrero".

"Si se da crédito a la referencia de Trinidad de Rojas, las monedas de los siglos XVI y XVII halladas en la excavación de 2005 podrían no ser en absoluto un hallazgo 'aleatorio' o 'casual', sino más bien el resultado de las actividades que durante siglos se desarrollaron en el monumento y su entorno y que pudieron, en parte al menos, haber tenido un sentido mercantil, con transacciones que implicaban, quizás, la adquisición y el consumo del propio agua del pozo", concluyen estos investigadores.


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