El bloque megalítico andevaleño ha sobrevivido en la línea del tiempo a su destrucción, víctima de los sucesivos ataques vandálicos padecidos y la falta de una verdadera intervención institucional que ayudaría a salvaguardar uno de los monumentos más excepcionales.
02/05/2021. Huelva Información.
Las sociedades humanas llegan a su madurez cuando se reencuentran con su pasado no como un azar del destino, que en términos mitológicos elaborarían las respuestas en leyendas o narraciones legendarias, sino como el resultado de una constancia científica que las Ciencias Históricas, fueron delimitando en un proceso definidor que ayudó a comprender el camino recorrido en el proceso evolutivo humano para llegar a nuestro presente.
El pasado se interna en la conciencia de los seres humanos, moldea su propia identidad, y se hace vital en las respuestas de su propia conciencia. Como un mal hijo pródigo, las sociedades olvidan su pasado, el pretérito de su existencia, desojan las hojas del presente sin más estimulo que obviar sus propias raíces, y al agotar sus propias vivencias, rebuscan sus raíces, sin concebir que en muchas ocasiones la cortaron vilmente.
El impacto del megalitismo en el Suroreste andaluz no es ni más ni menos que ese periodo de la historia de parte de nuestras vidas que fue ignorado durante generaciones, mimetizado por el olvido, carente de cualquier sensibilidad de revalorizar sus propios cimientos. Su descubrimiento y revalorización en los últimos años ha permitido reencontrarnos con aquellos lejanos ancestros que delimitaron con su esfuerzo las sociedades agrícolas y ganaderas, que cimentaron la base de nuestra civilización. La excepcional muestra material de la identidad cultural que representan los espacios funerarios, se personaliza en la configuración de la arquitectura megalítica, respuesta de la mente humana a los problemas congénitos de la propia existencia.
Recorrer el territorio del Andévalo Oriental es penetrar por un fragmento lleno de aquella magia emocional que la naturaleza nos ofrece, surcados por dehesas de encinas y alcornoques, entre cuya arbolada, en un recorrido por su interior descubrimos esas huellas de grandes piedras monopolizadas por la mano del hombre, esos grandes ortostratos que configuran excepcionales construcciones que proyectan amplios conocimientos técnicos y matemáticos, ajenos a sociedades inmovilistas.
No cabe duda, que cuando nos adentramos por su territorio y divisamos en la lejanía, algunos de los dólmenes que configuran el complejo funerario perteneciente al término municipal de Valverde del Camino, nada resulta indiferente al curioso observador.
La belleza del paraje natural envuelve aquellas míticas piedras, que vislumbraron uno de los momentos más excepcionales de la historia, olvidado por las desidias de sus descendientes, y en más de una ocasión, tratado con la inercia de vecinos y la propia administración tutelar, que no veían más que un obstáculo en la explotación agropecuaria. Un complejo funerario formado por siete dólmenes, agrupados en un área próxima de mil metros, ubicado en una topografía suave y amesetada, asentada en una masa pétrea volcánica, compuesta de lavas de granos finos y medios.
Su descubrimiento llegaría en los años sesenta con la mención que hiciera J. M. Luzón Nogue, una de las personalidades más excepcionales de la arqueología española, alumno del colegio San Francisco de Paula en Sevilla, realizó su carrera universitaria en Sevilla, obteniendo la licenciatura de Filosofía y Letras, para posteriormente doctorarse en Arqueología, cuya tesis lo realizaría sobre la provincia de Huelva, bajo la dirección de Blanco Frejeiro, uno de los padres de la arqueología española. Luzón ostentaría los cargos de consejero provincial de Bellas Artes en la ciudad onubense entre los años 1971 y 1974, a los que posteriormente se uniría los de director del Museo Arqueológico Nacional de Madrid entre los años 1988 y 1991, director general de Bellas Artes entre 1991 y 1994 y director del Museo del Prado entre 1994 y 1996.
Las excavaciones del dolmen de Valverde no comenzarían hasta los años setenta, cuando Blanco Freijeiro excavaría el dolmen 6, el más al este del conjunto, incluyéndolo en su trabajo Exploración Arqueometalúrgica de Huelva, en 1981.
Entre los años 1975 y 1976, se procedería a la continuación de la excavación arqueológica, esta vez bajo la instancia de Rosario Cabrero García, interviniendo en los dólmenes 1, 3 y 4, limpiándose el 2, que había sido expoliada, así como el 5, que se encontraba destruido. Otra de las discípula de Blanco Freijeiro, quien le dirigió la tesina, consolidando su carrera académica como profesora universitaria de Prehistoria en la Universidad de Sevilla, recién creada el departamento.
Su lectura de la tesis doctoral en 1982 sobre el fenómeno megalítico en Andalucía Occidental la consolidaría como una excepcional investigadora y consolidaba la impronta del megalitismo como fenómeno cultual de Andalucía, así como uno de los referentes de Europa. Unos años antes, en 1978, publicaría un excelso trabajo de investigación sobre los dólmenes, publicado por el Museo de Huelva.
Otras excavaciones fueron realizadas por el investigador Fernando Piñón, concretamente con el estudio de los grabados que aparecían insertados en las paredes de los ostortratos. Se había conseguido dar la luz a uno de los conjuntos megalíticos más excepcionales de la historia del Megalitismo andaluz, referente a su vez del Megalitismo Europeo.
Se trataba de dólmenes de la tipología de galería cubierta, construidos con lozas de pizarra y sistema adintelado, pudiéndose documentar bienes propios de los ajuares funerarios del III milenio antes de Cristo. El Museo de Huelva guarda un excepcional legado patrimonial del conjunto megalítico de los Gabrieles, como son dos ídolos calcolíticos, de esquisto y pizarra, en torno al III Milenio A.C, objetos de cerámica, realizados en arcillas, hacia el 2600-2000 a.C. y puntas foliáceas.
El deterioro fue impregnando estas magníficas construcciones en los años sucesivos por la dejadez de las instituciones y la poca conciencia patrimonial de sus propios vecinos, lo llevarían a un estado de abandono.
Sería el 15 de julio y el 3 de octubre del año 2003 cuando nuevamente se retomaría una segunda fase de intervención, bajo la dirección de José Antonio Linares Catela, perteneciente al departamento de Arqueología de la Universidad de Huelva, uno de los referentes más importante del estudio del megalitismo publicando en el año 2011 una de sus obras más completa, una Guía del megalitismo en la provincia de Huelva. Territorios, paisajes y arquitecturas megalíticas.
El proyecto de intervención de los Dólmenes de los Gabrieles sería contratado con la delegación de Cultura de Huelva, acometida por la empresa Cota Cero Gestión del Patrimonio Histórico S.L., que definieron definitivamente la documentación arqueológica, así como la propia difusión y puesta en valor del conjunto megalítico.
Entre las deficiencias que se habían encontrado, como así recogería el informe estarían los altos niveles de erosión y pérdidas que se encontraban los túmulos, el cubrimiento de tierra y pérdida de los anillos perimetrales y el desplome de la estructura megalítica. Serían los dólmenes 4, conocido con el sobrenombre de la Encina, y el 6, los Gabrieles, los principales referentes en la actuación.
El dolmen 6 presentaba un anillo perimetral externo, construido con bloques de piedra, de roca volcánica, con un túmulo circular de 16 metros de diámetro. Presentaba una estructura megalítica con un acceso en rampa hacia un vestíbulo, con un corredor de cuatro metros de longitud, que conduciría hacia la cámara funeraria, de cuatro metros de largo.
El dolmen número 4 era el de mayor complejidad de todo el conjunto, presentando una morfología circular de 18 metros en el eje Norte-Sur, con una estructura megalítica en la que se proyecta un corredor que da paso a dos cámaras funerarias, precedido por un vestíbulo.
Llegado a nuestro año de 2021, los dólmenes de Valverde han vuelto a convertirse en un patrimonio en peligro de destrucción, por los sucesivos actos vandálicos producido en los últimos tiempos, y la falta de una verdadera intervención institucional que ayudaría a salvaguardar uno de los conjuntos megalíticos más excepcionales.
Su inclusión en la lista roja de la Asociación Hispana Nostra, asociación nacida en 1976, con el objetivo de la defensa del patrimonio cultural español, cuya presidencia honoraria ostenta actualmente S.M. la Reina Doña Letizia, demuestra el olvido de este excepcional legado patrimonial de la provincia de Huelva.
Paisaje Natural y acción antrópica, combinación excepcional de unas sociedades del Calcolíticos que dejaron la presencia de unos conjuntos funerarios dignos de admiración por cualquier amante de la cultura. Esperemos que como buenos hijos prodigos, volvamos a mirar a nuestros orígenes, y volvamos a reconciliarnos con nuestro pretérito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario