18 ago 2010 ~ ~ Etiquetas:

Cáceres: Megalitos en la dehesa


Los dólmenes se muestran al viajero con una impavidez milenaria /© Diputación de Cáceres
Algunas rutas para descubrir los dólmenes de Valencia de Alcántara.
Público. 18/08/2010. Pedro Palop

En las inacabables dehesas de la Sierra de San Pedro, allá por el extremo más occidental de la provincia de Cáceres, se encuentra la mayor concentración megalítica de la península. Magníficos y numerosos, los dólmenes se muestran al viajero con una impavidez milenaria.

Diseminados y perdidos en los campos, como si fueran ya un elemento más de esta naturaleza elemental y poderosa, la mayoría de los dólmenes se levantan en fincas particulares. A las que, evitando causar daños y haciéndolo con cuidado, se puede acceder sin problema. Las paredes de piedra de las fincas y sus cancelas parecen querer aislarlos. Y a menudo, los propietarios se empeñan en quitar las necesarias indicaciones con el mismo afán con el que los empleados de la oficina de turismo vuelven a señalizar las diferentes rutas y accesos.

Hace unos cinco o seis mil años el homo sapiens empieza a abandonar el nomadismo, decantándose por la agricultura y la ganadería. Se hace sedentario y se inicia en los rudimentos de la arquitectura. Ha salido definitivamente de las cavernas. Aquellas viviendas al aire libre no han llegado hasta nuestros días, pero sí estas obras de tipo funerario, estas construcciones megalíticas cuyos tipos básicos son el dolmen y el menhir. El término dolmen procede del bretón y significa mesa de piedra. Está formado por varias losas, denominadas ortostatos, en posición vertical, clavadas en la tierra, sobre las que se apoya una losa colocada horizontalmente. A veces se recubren con tierra formando un túmulo, una especie de colina artificial. En ellos eran enterrados los muertos, junto a los que, en su cámara, se colocaban las pertenencias que les acompañarían en su vida en el más allá.

Valencia de Alcántara es un buen punto de partida para realizar algunas rutas que nos llevarán, a través de un entorno espléndido, a descubrir la subyugante magia de estas piedras. Entre encinas, alcornoques, jaras y retamas, transcurren las cinco rutas que parten de esta población. En la primera -que nace en el kilómetro 1,900 de la EX-110 en dirección a San Vicente de Alcántara- se encuentran dos dólmenes, el Tapias I y II. Una segunda ruta -que parte del kilómetro 1,100 de la EX -110 en dirección a San Vicente de Alcántara- nos brinda la oportunidad de ver hasta cuatro megalitos (Zafra I, II, III y IV).

La tercera ruta es la más larga y prolija. Nace en la N- 521 en dirección a Portugal, prosigue en el desvío hacia la CC- 107, y a 2,6 kms. nos encontraremos, a mano izquierda, el sendero que lleva al dolmen La Barca. A partir de aquí se inicia el periplo a la busca de los siete restantes: La Miera, el de Tapada del Anta, el de La Huerta de las Monjas, El Corchero, el de La Changarilla, El Fragoso y El Caballo. Al estar las pistas en buen estado es fácil el acceso en coche.

La campiña de Valencia de Alcántara en todo su esplendor es el verdadero protagonista de la Ruta de los Dólmenes de Aceña de la Borrega, que nos descubrirá Data I y II, El Mellizo y Cajirón I y II. El recorrido parte de la N-521 en dirección a Portugal y a 2 kilómetros de Valencia de Alcántara se desvía por la CV- 112 en dirección a Jola. Después de atravesar la aldea de Las Lanchuelas nos situamos en el punto de inicio de la ruta, ya en Aceña de la Borrega.

La Ruta de la Huerta del Látigo es la más complicada de realizar. Estamos ante lo que se podría denominar sin exagerar, naturaleza virgen casi intocada. Las jaras y retamas nos impiden, a cada paso, avanzar. En este paraje perdido se encuentran el dólmen de Huerta del Látigo, el Valbón I y II, el de Huerta Nueva y el de San Antón. Exactamente a 50 metros del kilómetro 5 de la EX 110, en dirección a San Vicente de Alcántara, comienza el camino que nos conduce a estos megalitos. Sus ortastatos aún se yerguen orgullosos.

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