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Itálica celebra el centenario de su declaración como Monumento Nacional


Portada de la edición que han preparado Amores y Beltrán.
El Parlamento de Andalucía patrocina un libro conmemorativo y expondrá las láminas del conjunto que hizo Demetrio de los Ríos · El próximo jueves se presentará el volumen y se inaugurará la muestra.
05/11/2012. Diario de Sevilla.

El 13 de diciembre de 1912 el sitio arqueológico de Itálica fue declarado Monumento Nacional. Para celebrar este cumpleaños, se ha preparado una doble tarta: un libro conmemorativo imprescindible, Itálica 1912-2012, edición de Fernando Amores y José Beltrán Fortes con la participación de testigos privilegiados de la llamada Pompeya Española; y la inauguración de la exposición Demetrio de los Ríos, 1879. Itálica. Historia y descripción artística de esta infortunada ciudad y de sus ruinas. En el patrocinio del libro y en la exposición ha tenido un protagonismo fundamental el Parlamento de Andalucía, que acoge el próximo jueves la presentación del primero y la inauguración de la segunda.

Ambas iniciativas han sido posibles por el impulso de la Fundación Itálica de Estudios Clásicos y el aliento indesmayable de Julio Mallén, su secretario. Javier Torres Vela sustituyó en la presidencia a José Rodríguez de la Borbolla. El actual presidente de la Fundación fue el consejero de Cultura que dos meses después de tomar posesión en marzo de 1984 recibió el decreto de transferencias que incluía el patrimonio histórico andaluz y, lógicamente, Itálica. Entre 1996 y 2004, el propio Torres Vela presidió el Parlamento Andaluz, la institución que ha hecho posible esta celebración. Le dio luz verde Fuensanta Coves cuando presidía las Cinco Llagas y toma cuerpo con Manuel Gracia.

¿Cuándo empieza todo? Itálica es una superposición de fechas. Pilar León-Castro sitúa como punto de partida el año 206 antes de Cristo. Ese año tiene lugar la batalla de Ilipa que consagra el triunfo de Roma sobre Cartago y se certifica con un pequeño contingente poblacional con Publio Cornelio Escipión. Itálica será la cuna de los emperadores Trajano (proclamado el año 98 de la era cristiana) y su sobrino Adriano (el año 117). Acogerá el tercer anfiteatro más grande del imperio después del Coliseo romano y el de Padua y verá crecer "mansiones sin parangón en cuanto a lujo y confort dentro de la tipología de casa urbana hispanorromana".

Otra fecha fundamental puede ser 1298, año en el que Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, esposo de María Coronel, adquiere los terrenos en los que tres años después se funda el Monasterio de San Isidoro del Campo que Torres Vela incorporó al conjunto monumental de Itálica. Llegan años de olvido y abandono que Rodrigo Caro (1573-1647) refleja en su Epístola moral a Fabio, el himno de los dolores de Itálica. Los "campos de soledad" y "mustio collado" de un poeta que llevó a cabo los primeros estudios arqueológicos sobre Itálica. Se quedó corto si se piensa que a finales del siglo XVIII, como recuerda Rocío Izquierdo, en pleno expolio se utilizó piedra de las construcciones romanas para hacer el firme de la carretera de Extremadura.

De los emperadores Trajano y Adriano a Isabel II hay un largo trecho. La reina visitó Itálica el 5 de octubre de 1862, el mismo año en el que un jovencísimo arquitecto, Demetrio de los Ríos, termina con sus alumnos el levantamiento topográfico de lo que había sido la ciudad romana de Itálica. Un plano topográfico cuya relevancia desmenuza en el libro José María Luzón. Dos años después de la regia visita, recuerda Fernando Amores, se abrió la Gran Venta Itálica, Casa Venancio, en la que tantas veces comería Demetrio de los Ríos. Las sesenta y una láminas de la exposición son la punta del iceberg de cuarenta años de trabajo de un hombre que abandonó Itálica cuando fue a dirigir las tareas de restauración de la catedral de León, ciudad donde falleció. Su hermano José Amador y su sobrino Rodrigo Amador, que fue director de las excavaciones, siguieron su estela.

El libro analiza las complejas relaciones entre Itálica y Santiponce, que se remontan a comienzos del siglo XVII cuando las inundaciones de 1603 obligan al pueblo a trasladar su caserío sobre las ruinas de Itálica. La recuperación del entorno empezó con el interés de arqueólogos extranjeros, entre los que José Manuel Rodríguez Hidalgo cita a Emil Hübner, George Bonsor, Arthur Engel, Pierre Paris o Archer M. Huntington, a quien pertenece la más antigua de las fotografías publicadas, que corresponde a las excavaciones de 1898. Desde ahí hasta la foto de 2009, cuando el equipo dirigido por la arquitecta Sandra Rodríguez de Guzmán, asistida por peones de Bolivia y de Ecuador, participó en el hallazgo de la cabeza Diademada.

El Parlamento de Andalucía, depositario de la voluntad popular, acoge este doble legado de la ciudad que ostentó, en palabras de Pilar León, "la gloria de ser el más viejo reducto de la romanidad en la Bética y en Hispania". Del anfiteatro al hemiciclo.

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