20/05/2013. El Día.
Ana Santana, Santa Cruz de Tenerife, EFE Astrónomos del Instituto de Astrofísica de Canarias y arqueólogos de la Universidad de Sevilla han constatado que cuatro santuarios protohistóricos del sur de la Península presentan una misma orientación -hacia un acimut de 55 grados- lo que parece coincidir con la puesta de Venus y supone un posible indicio del culto a la diosa fenicia Astarté.
El estudio "Arqueología del cielo. Orientaciones astronómicas en edificios protohistóricos del sur de la Península Ibérica" ha sido realizado por el astrónomo César Esteban y el catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla José Luis Escacena, que han analizado seis santuarios.
En concreto, los de Coria del Río, El Carambolo, Satillo, Mesa de Setefilla, Tejada la Vieja y El Oral y es la primera investigación de este tipo que se realiza sobre edificios de la edad del Hierro Antiguo en este área geográfica.
El estudio se basa en la medida precisa de las orientaciones definidas por los edificios y el análisis del horizonte que les rodea, y que revela claros vínculos astronómicos, pues tampoco puede descartarse su posible relación con la salida y puesta del sol en los solsticios, lo que sugeriría además el culto al dios fenicio Baal, pareja masculina de Astarté.
César Esteban explica en una entrevista que los santuarios estudiados proceden de la época tartésica, que se extiende aproximadamente desde el mil hasta el 500 antes de Cristo, cuando se extendió en la mitad sur de la Península una cultura basada en los contactos entre la población autóctona de la zona y colonizadores fenicios.
Los fenicios fundaron Cádiz, la ciudad más antigua de Europa occidental, y otras colonias en el litoral atlántico y mediterráneo peninsular, aunque José Luis Escacena y otros arqueólogos piensan que también llegaron a establecerse en el interior y que incluso Sevilla y otros enclaves tartésicos pudieron realmente tener un origen fenicio.
Algunos yacimientos son muy conocidos, como el del Carambolo, situado en un cerro cerca del Guadalquivir, además del de Coria del Río y el Saltillo en Carmona, edificados entre el siglo IX y el VI antes de Cristo.
Para sorpresa de los investigadores, al estudiar los santuarios se encontraron con que estos tres compartían exactamente la misma orientación: hacia un acimut de 55 grados, y teniendo también en común dos de ellos altares con forma de piel de toro.
Para el arqueólogo José Luis Escacena, este altar podría estar relacionado con el culto al dios fenicio Baal, al que a veces se representa como un toro.
Posteriormente César Esteban midió la orientación de otro santuario al sur de Alicante, El Oral, que es de época ibérica -siglo V antes de Cristo- y que además de contar con un altar similar, también presenta la misma orientación de 55 grados.
Estas coincidencias despertaron el interés de los investigadores por averiguar si había algún fenómeno astronómico relacionado con esta orientación, pues el que estos cuatro santuarios coincidan en esta cuestión sugiere que este hecho pudo ser un elemento esencial en el diseño y construcción de los templos.
Posteriormente los investigadores se percataron que el acimut de 55 grados podría coincidir, hacia el oeste, con la puesta de Venus en su posición más al sur, en coincidencia con los puntos extremos que alcanza este planeta en su ciclo de ocho años.
El astrónomo recuerda que los dioses principales del panteón fenicio son Baal y Astarté, y que mientras el primero es un dios masculino eminentemente solar, esta última es una deidad femenina identificada con Venus.
De hecho, según relatan los historiadores griegos y romanos de la antigüedad, en la costa sur de España había templos dedicados a una diosa relacionable con Astarté y con el citado planeta.
"En este contexto, merece recordarse que en el cerro de El Carambolo se encontró precisamente una estatua sedente dedicada a esta divinidad", explica César Esteban.
Los investigadores quieren proseguir el estudio de las orientaciones en otros yacimientos similares porque, precisa el astrónomo, la orientación astronómica, cuando presenta regularidades estadísticamente significativas, deja de ser algo subjetivo y es un hecho constatable que ayudan a conocer cómo las antiguas sociedades organizaban sus espacios sagrados, su calendario y festividades.
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