El conjunto arqueológico de Trigueros reabre después de casi una década de obras.
17/08/2013. El País.
Los primeros rayos de luz del equinoccio de primavera y de otoño recorren los 21 metros de galería del dolmen de Soto (Trigueros, Huelva) y se proyectan directamente durante unos minutos sobre la última piedra. Viene ocurriendo así desde hace miles de años. El monumento arqueológico, una de las construcciones megalíticas más importantes del suroeste peninsular, data del 4.500 antes de Cristo. Su orientación de levante a poniente permite este fenómeno solar que para los habitantes del neolítico constituía un ritual cargado de simbolismo. Esas comunidades prehistóricas, conocedoras de los ciclos de la naturaleza y de las estrellas, creían que la luz de la mañana purificaba y hacía renacer a sus difuntos, enterrados en las construcciones funerarias en forma de dólmenes (una losa horizontal sostenida por ortostatos verticales).
El dolmen de Soto se reabrió al público el pasado 25 de julio, tras unas obras de rehabilitación iniciadas en 2004. La restauración y puesta en valor del conjunto, promovida por la Consejería de Cultura con fondos europeos, se ha realizado en tres campañas arqueológicas en las que han intervenido un equipo con arqueólogos, arquitectos y restauradores. La inversión total asciende a 1,5 millones de euros. Pero, a partir de ahora, la Junta y el Ayuntamiento de Trigueros se harán cargo del mantenimiento, la puesta en valor y difusión del enclave cultural. “Para los vecinos de Trigueros es uno de los acontecimientos más importantes de las últimas décadas. Ahora podemos afirmar que el dolmen cobra la importancia que merece”, remarcó Victoria Caro, alcaldesa de Trigueros.
El dolmen está ubicado en el cabezo del Zancarrón, en la finca La Lobita, en Trigueros. Fue descubierto en 1923 por Armando de Soto y, desde 1931, es monumento histórico artístico; pero no fue hasta 1987 cuando pasó a ser de titularidad pública. El propietario de la finca se dio cuenta del valor de esta construcción cuando se disponía a realizar unas obras de ampliación de su vivienda. En las excavaciones realizadas en esa época se hallaron ocho cuerpos sentados junto a la pared con su ajuar funerario con hachas, cuchillos y diversos materiales cerámicos. Su anillo perimetral de más de 80 metros lo convierte en una de las mayores construcciones megalíticas de la Europa Occidental. El dolmen de Menga, en Antequera (Málaga), tiene 25 metros de largo, cinco de ancho y cuatro de alto. Esta construcción, que data del 2.500 antes de Cristo, está considerado como el conjunto de dólmenes más grande de Europa, por encima del Stonehenge en el Reino Unido.
“Hemos podido constatar que había una continuidad en toda la fachada Atlántica entre las construcciones megalíticas de la provincia de Huelva y otras en la Bretaña francesa o el sur de las islas Británicas”, afirma Juan José Fondevilla, jefe del servicio de Bienes Culturales de la delegación de Cultura. “Hemos excavado en la cámara toda la zanja de cimentación para certificar que la posición de los ortostatos es la original”, subraya Fondevilla. Durante las excavaciones también apareció un poblado neolítico.
La dimensión del dolmen se evidencia en el túmulo de 60 metros de diámetro que conforma una colina elevada a 3,5 metros sobre la rasante. Está formado por una cámara y un corredor que se ensancha hacia del interior hasta alcanzar más de tres metros. La galería está integrada por ortostatos de distintos tipos de piedra, algunas traídas desde 30 kilómetros de distancia. Varias de estas grandes piedras tienen grabados y pinturas, como uno en el que figura una mujer con su hija y otro en el que hay una secuencia de las cejas, los ojos, la nariz y los pechos de la mujer.
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