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Dólmenes de Antequera, el fenómeno del megalitismo peninsular y europeo

02/04/2014. Informaria.

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera lo conforma los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral en Antequera, Málaga, y es considerado como uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo europeo. Los megalitos constituyen las primeras formas de arquitectura monumental en la Prehistoria europea, desarrollándose, de acuerdo con los datos actualmente disponibles, desde comienzos del V milenio antes de nuestra era, período Neolítico, hace unos 6.500 años.

Ya en 1886 fue declarado Monumento Nacional, el Dolmen de Menga y en 1923, el Dolmen de Viera. El Tholos de El Romeral pertenece al Tesoro Artístico Arqueológico Nacional desde 1926 y en 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico. Recientemente, mediante el Decreto 25/2009, de 27 de enero, el ámbito arqueológico de los Dólmenes de Antequera se inscribió en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Arqueológica. Dependientes de la Consejería de Cultura, siendo Unidad Administrativa desde 1986, en el año 2010 aparece el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera como servicio administrativo con gestión diferenciada

Los dólmenes de Antequera, por su espectacularidad y magnífico estado de conservación, son un elemento imprescindible para comprender el fenómeno del megalitismo peninsular y europeo. El dolmen de Menga se levantó hace unos seis mil años. Es un enorme sepulcro de galería en el que ya se intuye un corredor de acceso delimitado por diez enormes losas, cinco a cada lado, aunque en origen posiblemente fueron siete por lateral, que desemboca en la cámara sepulcral propiamente dicha, formada a su vez por dos paredes de siete monolitos cada una y uno en la cabecera. Todo ello está cubierto con cinco losas sujetas por tres pilares de base cuadrada, destaca la última cobija de la cubierta que está calibrada en más de 180 toneladas. Los monolitos que conforman las paredes se alineaban en una zanja excavada en el suelo, levantándose por medio de un sistema combinado de palancas y cuerdas. A continuación se rellenaba con tierra el interior y se creaba una rampa, por la cual se arrastraban las enormes piedras que forman la cubierta. El último paso sería la retirada de la tierra que ocupa el interior del sepulcro, una vez que ha cumplido su función constructiva.

A escasos metros del anterior se levanta Viera, de similares características morfológicas, constructivas y cronológicas, pero de un tamaño considerablemente menor. Se trata de un sepulcro de corredor, el pasillo y la cámara funeraria están perfectamente diferenciadas y separadas por una losa horadada, similar a las losas de separación de las necrópolis de Millares y de los dólmenes sevillanos del Gandul. Todo el conjunto, al igual que en Menga, se cubre con un túmulo. Mayores diferencias presenta la cueva del Romeral, para empezar corresponde a una cronología más avanzada, a caballo entre el 3º y 2º milenio a.C. Está formada por un corredor estrecho cubierto con losas de tamaño muy considerable, que desemboca en una cámara circular o “tholos” con cubierta de falsa bóveda (aproximación de hiladas) que se remata por una losa de gran tamaño. Las paredes son de piedra de pequeño tamaño. Finalmente tras esta cámara aparece otra de dimensiones reducidas, pero características idénticas, que pudo cumplir un papel de altar para ofrendas. Toda la estructura se cubre con un túmulo de unos 90 metros de diámetro y más de 8 metros de altura.

Dolmen El Romeral – Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia. Archivo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

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