Itálica vive un momento crucial. Como si los hados quisieran hacerle justicia, en los últimos tiempos se han empezado a despejar las brumas sombrías, soplan brisas favorables y se esclarece el horizonte. Atrás quedan los lamentos por los “campos de soledad” y el “mustio collado”, bella canción nostálgica acallada por los sones del himno que quiere hacer honor a “Itálica famosa”.´
18/09/2014. PILAR LEÓN - LA TRIBUNA DE VIVA SEVILLA.
Es un coro de voces que conoce bien la partitura y que bajo la batuta de la “Fundación Itálica de Estudios Clásicos” quiere hacerse oír ante los representantes de la cultura a nivel mundial. Son voces afinadas y acopladas al diapasón del entusiasmo y de la veneración por la prima donna de la Arqueología Española; voces en diversos tonos y registros -arqueólogos, historiadores, periodistas, instituciones, ciudadanía, agentes del turismo cultural, gestores de la cultura- deseosas de prorrumpir con júbilo en un final a todo pulmón: Itálica, Patrimonio de la Humanidad.
Los preparativos han comenzado ya y la prensa local ha informado con amplitud del alcance de una iniciativa puesta en marcha en un escenario revestido de grandeza y de belleza arqueológica, la Casa de Pilatos. Un arranque así merece que prosiga el crescendo, hasta conseguir para Itálica el título de Patrimonio de la Humanidad.
¿Quién va a dudar de que Itálica lo merece ? Pero hay que hacerlo ver, cantarlo a los cuatro vientos, demostrar que no es cuestión de vanidad sino de justicia. También hay que contar con riesgos que no se pueden ignorar, el peor de los cuales sería dormirse en los laureles, nunca mejor dicho. En los laureles tradicionales de glorias imperiales, de ruinas imponentes, de loores artísticos y literarios.
Itálica necesita izar la bandera de la modernidad, de la competitividad científica, del dinamismo arqueológico, de la innovación cultural, del atractivo turístico. Se están dando pasos firmes en esa dirección, pero hay que avanzar más y más de prisa, si se quiere estar a punto para el año 2017. No es una fecha al azar.
Es un año especial, que no podemos dejar pasar sin pena ni gloria, porque en 2017 se celebrará una conjunción histórica significativa para Itálica: la celebración del 1900 aniversario de la muerte del emperador Trajano y de la llegada al Imperio del emperador Adriano, ambos provenientes de Itálica. He aquí la causa de que en 2017, al cabo de mil novecientos años, se pretenda obtener para Itálica el galardón preciado de Patrimonio de la Humanidad.
Va a ser difícil; requerirá gran esfuerzo y denodado trabajo, porque queda poco tiempo y hay mucha competencia; pero hay que intentarlo, pues a Itálica no le faltan méritos ni motivos ni argumentos para aspirar a ser uno de esos conjuntos arqueológicos que la Humanidad estima como parte de su Patrimonio. No en vano Itálica fue uno de los ensayos realizados por Roma para forjar la gran empresa política concebida como primer proyecto europeo, global en su época.
En términos de civilización universal ese proyecto se conoce como Occidente, es nuestro mundo y es la empresa en cuya consolidación nos afanamos todavía. Como europeos es nuestro deber testimoniar los valores humanos, históricos y culturales atesorados por un conjunto monumental como Itálica y hacer de ellos un faro desde el que puedan brillar con luz propia.
Nadie lo dude. Sobrepasada la primera década de nuestro siglo XXI, ha llegado el momento de que Itálica renueve su imagen. El impacto que generaría esta opción va más allá del ámbito científico a causa de la proyección pública y de la repercusión social en el plano de la convivencia urbana y ciudadana, a través del desarrollo sostenible de la gestión turística y de la acción cultural en el enclave poblacional de Santiponce (Sevilla), al que pertenece el Conjunto Arqueológico.
“Itálica famosa”, Patrimonio de la Humanidad. Viene a ser lo mismo. Pero le debemos a Itálica el honor de ver incluido este preciado título en su patrimonio.
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