28 sept 2017 ~ ~ Etiquetas: Dolmen de Montelirio, Dólmenes, Itálica y Santiponce, Valencina, Valencina-Guzmán
Lo que el suelo de Sevilla esconde
La provincia tiene activos en la actualidad proyectos de investigación de una gran relevancia patrimonial e histórica.
27/09/2017. El Correo.
No va muy desencaminado aquel que dice que, en los suelos de esta provincia, si se le pega una patada a una piedra, aparece un nuevo hallazgo arqueológico.
Ha pasado en sitios como Tomares, donde las obras del parque de El Zaudín revelaron la presencia de un tesoro numismático sin precedentes y que posee una relevancia internacional de la que aún no se conocen límites. Sigue pasando en lugares como las ruinas de Itálica, en las que con cada nueva campaña se pone de manifiesto lo importante que fue un territorio que dio a Roma nada menos que dos emperadores. Es latente también en la Plaza de Armas de Écija, que acogerá próximamente un proyecto, aprobado por la Comisión Provincial de Patrimonio, que va a permitir documentar parte importante de los restos arqueológicos desenterrados en el yacimiento de El Picadero.
O la idea que puede hacerse uno sobre la prehistoria gracias al dolmen de Montelirio, un gran monumento megalítico de la Edad del Cobre ubicado en Castilleja de Guzmán donde se enterró un colectivo mayoritariamente femenino acompañado de unos ajuares sin parangón que incluyen objetos inéditos a nivel mundial.
Todos ellos, con proyectos de investigación en plena efervescencia, son de suma relevancia para la riqueza patrimonial e histórica de Sevilla más allá de las fronteras de la capital hispalense.
Y, por eso, reclaman una financiación adecuada a sus necesidades –con lo que reciben de fondos públicos no es suficiente– y que permita descubrir en profundidad los tesoros que se esconden en nuestros suelos.
UN CONVENIO DARÁ IMPULSO AL ESTUDIO DE LAS MONEDAS DEL IMPERIO DECADENTE
Por mucho que sorprenda la cifra, no se es realmente consciente de la relevancia internacional que han adquirido las casi 50.000 monedas romanas de bronce halladas durante las obras del parque de El Zaudín, en Tomares, metidas en 19 ánforas de las que nueve se conservan intactas. Y eso que su investigación no ha hecho más que empezar.
«Estamos pendientes de un convenio casi inminente entre la Junta y la Universidad de Sevilla», asegura la catedrática de Arqueología de la US y experta en numismática Francisca Chaves, acuerdo que permitirá precisamente ahondar en «datos muy interesantes» que pueden extraerse de un tesoro en el que están puestos muchos ojos, «empezando desde Australia, pasando por toda Europa y llegando a Estados Unidos». No es para menos. La información que ofrecerá una vez que se hayan descifrado las monedas será la de los entresijos de un imperio en crisis, «una época que podría ser paralela a la de la actualidad, y ese es uno de tantos temas interesantes que ofrece el tesoro», incide la catedrática recordando la idea de su colega Enrique García Vargas.
Porque es cierto que la provincia sevillana es una zona muy rica en numerario –monedas– procedente ya sea de colecciones o hallazgos antiguos que se han conservado en el Museo Arqueológico Provincial, como el de los denarios de El Castillo de las Guardas, o, como El Zaudín, del material procedente de excavaciones arqueológicas, como es el caso de Mulva (Villanueva del Río y Minas), un interesante conjunto en el que Francisca Chaves trabaja personalmente junto a Urbano López. Pero la trascendencia de lo descubierto en Tomares «no tiene precedentes». De hecho, son numerosas las conferencias y reuniones que tiene pendientes de aquí a un año vista para demostrarlo dentro y fuera de España. Eso sí, el proceso gracias al que se podrá sacar alguna conclusión acerca del tesoro será lento y costoso: «No durará cinco minutos ni puede hacerse con un presupuesto normal», apunta Chaves, teniendo en cuenta el diferente personal, desde restauración y conservación a investigación, que tiene que implicarse. Por eso, para el equipo sería fundamental lograr un patrocinio privado. «Para el patrocinador, el tesoro de El Zaudín es muy jugoso, porque de él está pendiente mucha gente», recuerda la catedrática. Y es que no solo es estudiar las monedas en sí, sino también el material que está presente en ellas, en las ánforas y el lugar arqueológico en sí. Todo ello puede ayudarnos a entender la historia de un imperio en decadencia, dividido en diócesis, enfrentado en guerras civiles y bajo una Tetrarquía de dos augustos y dos césares.
UN TEMPLO DE CULTO CRUCIAL PARA TODO EL IMPERIO ROMANO
Que las ruinas de Itálica son uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del mundo no es ninguna exageración. Como tampoco lo es que el Traianeum que alberga en su interior y que es objeto de estudio desde los años 80 es «uno de los recintos de culto imperial más poderosos y grandes de todo el imperio romano», afirma rotundamente el director y responsable de las excavaciones actuales, Sebastián Vargas. Este doctor en Arqueología por la Universidad Pablo de Olavide (UPO), que continúa los trabajos iniciados por Pilar León hace tres décadas, explica que el valor del edificio se incrementa a partir de los materiales marmóreos que en él se concentraron, procedentes prácticamente de todas las canteras de importancia en aquel momento.
En este sentido, la última campaña arqueológica –ahora mismo está parada hasta que en febrero cuando mejore la climatología se retome– ha puesto de manifiesto datos significativos referentes a la definición de los pórticos de la plaza y el templo del complejo arquitectónico. Pero también ha permitido documentar los elementos del techo del edificio, «las tejas, para entendernos, que dan fe de la existencia de una poderosa techumbre desarrollada en mármol blanco de gran calidad». Esto ha permitido, según explica Vargas, saber que el templo era prácticamente de mármol desde el arranque de los cimientos hasta el techo. También destaca el director la nueva vía de investigación que se abre, encaminada a desentrañar la «obra faraónica» que supuso la construcción no solo del Traianeum, sino también de toda la trama urbana del barrio adrianeo.
Pese a lo interesante de esa nueva pata a la que ahora agarrarse, y que requerirá con toda seguridad la ampliación del actual proyecto –llamado Nova Urbs Adriani, la articulación de los espacios públicos en torno al Traianeum de Itálica–, Vargas lamenta que la investigación está «pasando unas penurias que no te puedes imaginar». Y, aunque el ente público «siempre está ahí», lo cierto es que no es suficiente para sufragar las excavaciones que aún están pendientes.
UN SUELO DEL QUE NO DEJAN DE BROTAR OBRAS DE ARTE
National Geographic llegó a catalogarlo como uno de los diez descubrimientos más relevantes del año 2015. El mosaico Los amores de Zeus salió del suelo de la Plaza de Armas de Écija, de un yacimiento de un gran valor también conocido como El Picadero. Los trabajos en este espacio, de 5.600 metros cuadrados, se remontan al año 1999, cuando se inicia la fase de recuperación del primitivo Cerro del Alcázar como espacio público, y donde se plantea la realización de una actuación arqueológica encaminada al descubrimiento y puesta en valor de todos los elementos encontrados y su recuperación. Desde entonces hasta ahora, el arqueólogo municipal, Sergio García-Dils, se afana, junto a un gran equipo de profesionales, en sacarle partido al suelo ecijano, que ha dado otros tesoros como el mosaico báquico de doble cara, el cual fue víctima de actos vandálicos en 2015.
Hace cuatro años se unieron a ese equipo Ana Santa Cruz y Cristina Cívico Lozano, miembros de la Asociación ARQinnova, destinada a la divulgación del patrimonio arqueológico, quienes destacan la «relevancia» de los hallazgos de El Picadero, especialmente, el de Los amores de Zeus. «Se trata de un pavimento musivo en el que se encuentra representada una serie de escenas correspondientes a ciclos mitológicos identificables con los amores del dios Zeus, perteneciente a una estancia –triclinium– de 40 metros cuadrados», explican. Este descubrimiento conserva más del 91 por ciento de la iconografía, y resalta la calidad de las representaciones, con escenas que incluyen todo tipo de detalles. Durante el mes de octubre, es posible que sea trasladado a la capital para que el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) inicie su proceso de restauración, que durará 18 meses.
El yacimiento ecijano es, además, un hervidero de futuros arqueólogos, que acuden como voluntarios a realizar trabajos sobre el terreno. Claro que, para los profesionales que allí trabajan, sería necesaria una «financiación más regular, que nos permitiera no solo excavar, sino restaurar, consolidar y, posteriormente, poner en valor lo que aquí se atesora».
CIENTOS DE DETALLES DE LA VIDA EN LA EDAD DEL COBRE QUE NECESITAN «PACIENCIA»
La zona arqueológica del Aljarafe, con grandes tumbas megalíticas como la de Montelirio, excavada en Castilleja de Guzmán entre 2007 y 2010, es de una importancia similar a la de los dólmenes antequeranos recientemente declarados Patrimonio Mundial de la Unesco. Al menos es lo que opinan los expertos y, por el momento, la de Castilleja ya fue catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) gracias a lo que contiene el considerado como uno de los monumentos prehistóricos más fascinantes y al mismo tiempo enigmáticos del continente europeo. Su importancia radica, entre otras cosas, en que en su interior fue enterrado un colectivo «mayoritariamente femenino acompañado de unos ajuares sin parangón que incluyen objetos inéditos a nivel mundial». Por ejemplo, las sofisticadas túnicas hechas con decenas de miles de cuentas perforadas y ornamentos de concha, marfil y ámbar, que permiten revelar la forma de vida de las sociedades de la Edad del Cobre entre los siglos XXXII y XXII a.C., y en particular a su tecnología, artesanía, pautas de contacto e intercambio, organización social y cosmovisión.
Estas conclusiones son las que se recogen en el libro Montelirio. Un gran monumento megalítico de la Edad del Cobre, editado el pasado año por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y cuya autoría corresponde a los científicos Álvaro Fernández Flores, Leonardo García Sanjuán y Marta Díaz-Zorita Bonilla, miembros de la investigación realizada durante casi 10 años en la que participaron un total de 45 especialistas de 16 universidades y centros de investigación de cinco países distintos (Alemania, España, Estados Unidos de América, Nueva Zelanda y Reino Unido).
En el mencionado estudio, que, según García Sanjuán, pudo realizarse gracias a la «inestimable ayuda» de la Consejería, se puso en práctica el «despliegue de algunos de los métodos y técnicas de investigación más a la vanguardia de la moderna Arqueología», lo que permitió que Montelirio se uniese al «selecto grupo de monumentos megalíticos clásicos de la prehistoria reciente andaluza, ibérica y europea». Eso sí, para que la ciudadanía pueda conocer su magnitud en forma de exposición «habrá que tener paciencia», pues a día de hoy, «ni en Castilleja de Guzmán ni en el Museo Arqueológico de Sevilla se dan las circunstancias adecuadas» para una muestra como la que requiere la «gran cantidad de material» rescatado del dolmen de Montelirio, asegura García Sanjuán.
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