Una especialista en la cultura tartesia defiende los avances en la investigación de dicho pueblo mientras la civilización descrita por Platón jamás ha superado el ámbito de lo mitológico.
09/10/2018. Red Historia. Fernando Barroso
La nuestra es una sociedad cada vez más veloz, en la que las tendencias, hábitos e intereses emergen y se volatilizan al frenético ritmo del consumismo y las nuevas tecnologías de la comunicación.
La voracidad de los nuevos tiempos, no obstante, no ha impedido la supervivencia de la fascinación por ciertos fetiches del ideario colectivo de la Humanidad, quizá por las muchas interrogantes aún sin resolver.
Es el caso del mito de la Atlántida, la pujante y legendaria civilización descrita por el filósofo Platón en sus diálogos, y tantas veces invocada e imaginada en la literatura, el cine, la televisión, la música y los videojuegos.
La localización de aquella fabulosa e inmemorial cultura mencionada en los textos de Platón, en ese sentido, ha sido objeto de no pocas hipótesis, conjeturas e investigaciones, alimentando aún más la demanda de respuestas.
Precisamente sobre una de esas hipótesis versa el trabajo titulado ‘Tarteso vs la Atlántida: un debate que trasciende al mito’, de la doctora en Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid Esther Rodríguez González.
En este ensayo, incluido en el número anual de la revista científica Arqueoweb, la citada arqueóloga repasa las teorías que conectan el mito platónico con la antigua cultura tartesia, invitando a “reflexionar sobre su base científica e histórica” y “ubicar cada concepto en su contexto”.
Esther Rodríguez, quien ha participado en diversas excavaciones arqueológicas de enclaves tartesios, recuerda al respecto los avances cosechados en las investigaciones científicas acometidas acerca de Tartessos.
Y es que, pese a tales avances, Tarteso “sigue siendo una cultura a medio camino entre la historia y el mito”, al prevalecer la “fuerte tradición de la posible existencia de una ciudad o reino con un monarca capaz de vivir 120 años”, en alusión al legendario rey Argantonio, y pesar además las teorías sobre su supuesta conexión con la famosa Atlántida.
“Relatos” Diferentes Desde El Principio
En ese sentido, esta arqueóloga advierte de que, en principio, la Atlántida y Tarteso “no formaban parte de un mismo relato” y, de hecho, los autores grecolatinos no reflejaron “relación alguna” entre la mítica civilización de los atlantes y la cultura tartesia, cuyos vestigios salpican el suroeste peninsular.
A tal efecto, Esther Rodríguez atribuye la identificación de la Atlántida con Tarteso a la “coincidencia” implícita en las “similitudes” de sus descripciones geográficas y el “fundamental punto en común” de las riquezas atribuidas a ambas culturas.
Especialmente, la autora de este trabajo señala la cruzada protagonizada por el arqueólogo e historiador alemán Adolf Schulten durante el primer tramo del siglo XX, a la búsqueda de Tarteso y las riquezas de su mítico y longevo monarca.
Y es que según analiza Esther Rodríguez, “la intuición” de Schulten le llevó a identificar la Atlántida y Tarteso “con una misma realidad”, dadas las “coincidencias” en las descripciones sobre la localización de ambas culturas más allá de las columnas de Hércules y en “una gran llanura abierta al mar por un lado y con montañas al otro”.
Frente a ello, la autora de este trabajo advierte de que mientras “la arqueología es incapaz de confirmar la existencia de la Atlántida”, los descubrimientos y avances científicos sobre la civilización tartesia han dotado a la misma de “una realidad cultural que la aleja de su mítica ciudad para acercarla a la materialidad histórica”.
Tal extremo, de hecho, queda de relieve en yacimientos como los de El Carambolo (Camas, Sevilla), Casas del Turruñuelo (Guareña, Badajoz), Mesas de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz) o Cancho Roano (Zalamea la Real, Badajoz), por mencionar algunos de los enclaves tartesios investigados por la ciencia.
En paralelo, Esther Rodríguez señala las investigaciones acometidas por Schulten en el paraje natural de Doñana a la búsqueda de Tarteso y cómo las posteriores fotografías aéreas y de satélite de sus marismas y arboledas han sido “el sustento de las hipótesis sobre la localización de Tarteso y la Atlántida” en dicho entorno.
“Ante la incapacidad de las fuentes y la arqueología, el tratamiento de estas imágenes es el último recurso para especular sobre la localización de ambas”, llega a alertar Rodríguez.
La Ciencia Se Pronuncia
Por eso, esta arqueóloga esgrime los resultados del proyecto científico Hinojos, impulsado desde 2005 para esclarecer si las formas geométricas detectadas en Doñana mediante fotografías aéreas e imágenes de satélite se correspondían o no con vestigios históricos.
Aquella prolija investigación, como bien recuerda Esther Rodríguez, concluyó por ejemplo que los restos de estructuras atribuidas en 2004 a la Atlántida correspondían finalmente “a construcciones de época andalusí”.
Por si fuese poco, dicho estudio científico señalaba la “lenta pero continuada colmatación de las marismas de Doñana”, pues como consecuencia de las “incursiones oceánicas” en dicho territorio, los vestigios de “toda ocupación” humana con más de 2.000 años de antigüedad estarían “soterrados por niveles de colmatación limo arcillosa, por lo que resulta bastante complicado detectar yacimientos tanto en superficie como mediante imágenes aéreas o de satélite”, según argumenta Esther Rodríguez merced al citado estudio.
Y después de que un empresario de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) defendiese nuevamente que unas fotografías de satélite reflejaban restos de antiguas construcciones en el subsuelo de unos pinares periféricos a Doñana, atribuyéndolas a la Atlántida, Esther Rodríguez recuerda que la ciencia ya ha “documentado” que tal enclave “fue objeto de ocupación (humana) entre los siglos sexto y cuarto antes de Cristo” y después durante el periodo turdetano y romano.
Al hilo, la arqueóloga avisa además de que el reciente documental ‘El resurgir de la Atlántida’ (2017), producido por el famoso director de cine de acción y ciencia ficción James Cameron, identifica la legendaria civilización descrita por Platón con el yacimiento de Marroquíes Bajos (Jaén), partiendo de supuestas “evidencias que carecen de contrastación científica y que no forman parte de un mismo contexto histórico y cronológico”.
Tras toda esta argumentación, Esther Rodríguez asevera que pese a todos los esfuerzos desplegados a lo largo de décadas y décadas, la arqueología no ha localizado “un solo fragmento” que corrobore la “existencia física” de la Atlántida, mientras en el caso de Tarteso “el avance de las investigaciones ha permitido dibujar un perfil cada vez más alejado del mito” y apunta a una cultura fruto de la “hibridación” entre nativos y fenicios.
Por eso, esta arqueóloga especializada en la investigación de la cultura tartesia llama a “poner fin” al empeño de conectar la Atlántida con Tarteso, “pasar página” y “dejar de escribir sobre la simbiosis” entre ambas.
“Hasta que no dejemos de justificar la inexistencia de conexiones entre Tarteso y la Atlántida, ni despojaremos a la primera de su base mitológica ni aceptaremos que la segunda es únicamente un mito”, resume la autora de este trabajo, concluyendo que la Atlántida “existió dentro de la filosofía de Platón y es ahí donde debe permanecer, sin intentar traspasar el límite a lo real”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario