El Dolmen de Soto de Trigueros está proporcionando una cadena de sorprendentes hallazgos. Hasta tal punto que ahora un equipo de la UNED ha encontrado pigmentos. Estamos ante un intento de decoración funeraria rupestre muy anterior a las pirámides de Egipto.
06/04/2019. Diario de Huelva.
El catedrático de Química Física de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Antonio Hernanz Gismero, es el director del equipo que ha trabajado junto al grupo de Primitiva Bueno, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), en el Dolmen de Soto, donde han demostrado que en las rocas del monumento megalítico funerario del IV milenio antes de Cristo, ubicado en la localidad onubense de Trigueros, existen restos de materiales empleados como pigmentos.
En el Dolmen de Soto se trabaja para esclarecer cómo era exactamente el aspecto final de la construcción. “Si estas grandes construcciones las imaginas pintadas en negro y rojo con bases blancas, tal y como hemos demostrado que estaban, nos encontramos ante una decoración especialmente elaborada que pretendía transmitir un mensaje, contar una historia”, incide Bueno. “Se estaba escribiendo discurso funerario, de forma que los que entraran en el túmulo estarían comprendiendo una historia contada a través de figuras grabadas y figuras pintadas”.
Los científicos de la UAH llevan tiempo profundizando en la teoría de que este tipo de construcciones de toda Europa tenían una decoración funeraria elaborada ya en épocas anteriores a las Pirámides de Egipto y, para conseguirlo, contactaron con los especialistas dirigidos por Hernanz, según ha informado la UNED en un comunicado.
Los investigadores disponen de un microscopio Raman de altas especificaciones y que combina esta técnica con la de microscopía infrarroja. Y cuentan además con un equipo portátil con el que se ha podido trabajar in situ, por primera vez en España, en el Dolmen de Soto, según recoge E. Press.
Desde 2009, añade Primitiva Bueno, “hemos realizado diversos trabajos tanto en España como en otros lugares de Europa (Portugal, Francia) para defender esta teoría. Hemos sido los primeros en demostrar que los dólmenes de Bretaña tienen pintura, para lo cual hemos contado también con el equipo de Antonio Hernanz”.
La espectroscopía Raman permite observar la radiación que dispersa la materia cuando se excita con un rayo láser e identificar los materiales que la componen, ya que estos corresponden a transiciones entre estados de vibración característicos de su composición. Esto significa que, si en una roca hay restos de pigmento de cualquier época histórica, aunque estos sean microscópicos, podrían identificarse por esta técnica.
Así ha sucedido en el Dolmen de Soto, donde se ha trabajado recientemente con los correspondientes permisos de la Junta de Andalucía, quien ha editado el volumen ‘Símbolos de la muerte en la Prehistoria reciente del Sur de Europa. El Dolmen de Soto, Huelva, España’ en el que se recogen todas las conclusiones de la investigación.
Hernanz ha añadido que su trabajo sobre el terreno “consiste en enfocar sobre un punto muy concreto en el que se crea que hay restos de pintura, pero en realidad es casi como trabajar a ciegas”. El catedrático ha apuntado que en Huelva tuvieron “mucha suerte” porque “en las primeras incursiones enseguida localizamos restos rojizos que proporcionaban señales Raman de hematites y sabíamos que ese mineral no formaba parte de la composición de la roca, lo cual confirma que el hematites se ha puesto ahí de forma intencionada en forma de pigmento rojo”.
La teoría de que los monumentos megalíticos estaban pintados no estaba defendida hasta el momento, a pesar de que se sabía que había muchos grabados en los dólmenes atlánticos. Los primeros en defender que, además de grabados, estos monumentos estaban pintados, fueron Primitiva Bueno y sus compañeros.
“Sabíamos que a primeros de siglo, en la zona del norte de Portugal, se habían documentado restos de pintura que se creían exclusivos de allí. Por otro lado, ya habíamos visto restos en dólmenes de la Península Ibérica, así que en los primeros proyectos con Antonio Hernanz demostramos simplemente eso: que había restos de pintura en todos los dólmenes que tenían grabados. El siguiente paso fue hacer lo mismo en Europa: fuimos donde más dólmenes había y demostramos lo mismo”, recoge la nota de la UNED.
“La reflexión que debemos hacer es que si nosotros, después de casi 6000, años percibimos los restos de color. ¿Qué cantidad de color tendrían los monumentos? Pensamos, de hecho, que la piedra no se vería y que la masa de pintura sería plástica y blanda”, dice el catedrático.
Por su parte, de Balbín ha concluido que “hay que tener en cuenta que entraban con lamparitas alimentadas por grasa para mantener el fuego, lo cual daba un auténtico contraste de color y les permitía experimentar con las formas y el movimiento”, y que “probablemente la época de mayor esplendor del monumento fuera el Bronce final”.
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