Una exposición en Alcalá de Henares arroja luz sobre cómo la cerámica campaniforme se extendió del Volga al estrecho de Gibraltar hace más de 4.000 años.
12/04/2019. El País.
Es pequeño, no levanta más de un palmo, pero representa uno de los grandes enigmas de la arqueología mundial. De él se han escrito miles de artículos, tesis y libros. Se le conoce como vaso campaniforme y se fabricó, con diferentes decoraciones, por toda Europa —desde el Volga a la Península Ibérica incluida— entre los años 2.500 y 2.000 antes de nuestra era. En una época de escasas o pobres comunicaciones en el continente y las islas británicas, el recipiente ocupaba un lugar destacado en todas las culturas. ¿Por qué y quién extendió su uso y fabricación? La exposición en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Madrid) ¡Un brindis por el príncipe! muestra los avances que sobre este pequeño objeto se han realizado. Un total de 22 prestatarios entre propietarios y museos europeos han cedido sus piezas para la exposición. Los hay de arcilla y hasta de oro.
Los primeros vasos se hallaron a finales del XIX por toda Europa. El hecho de que todos tuviesen las mismas características hizo pensar a los arqueólogos que se encontraban ante una misma cultura que se había extendido por el continente, aunque a mediados del XX esta concepción cambió: se trataba de un gran comercio interior entre pueblos y estos objetos eran adquiridos por las élites de las diversas culturas como símbolo de prestigio. De hecho, los historiadores del Tercer Reich extendieron la teoría de que su origen estaba en Alemania y que Europa, por tanto, compartía la misma cultura: una especie de pangermanismo incipiente de hace cuatro mil años.
Se ha comprobado que el recipiente —en sus tres versiones conocidas: cazuela, cuenco y propiamente vaso— se usaba en tres contextos: el metalúrgico (se llenaba de cerveza y se ofrecía a los dioses para que el proceso de fabricación de objetos de cobre resultara un éxito), la recogida de la sal y el funerario. Enrique Baquedano, director del museo regional, admite que los expertos no se ponen de acuerdo sobre dónde nació este extraño cuenco. En total se exponen más de 400 elementos procedentes del Museu Nacional de Arqueologia de Portugal, del Arqueológico Nacional y de yacimientos como Humanejos, Ciempozuelos (Madrid), Palmela (Portugal), Carmona (Sevilla), Escocia o la República Checa.
Si bien el vaso siempre era igual, dependiendo del lugar donde fuese fabricado presenta diferentes decoraciones: puntillado, con bandas horizontales, cordado, mixto... Los más antiguos se hallaron en el bajo Tajo. El francés Émile Cartailhac, considerado el “pope de la prehistoria”, en 1883 certificó su existencia en el yacimiento de Palmela. En España, la Real Academia de la Historia, con financiación del marqués de Cerralbo, los desenterró en 1894 en Ciempozuelos (Madrid). Estos objetos, pertenecientes a la Edad del Cobre, están, además, íntimamente relacionados con los enterramientos y suelen hallarse junto con ajuares que incluyen las armas del fallecido y sus pertenencias: espadas, hachas y puñales de cobre y piedra.
Los pueblos del calcolítico o Edad del Cobre eran capaces de fabricar objetos tanto en cobre como en oro. La exposición muestra, además de sus armas y joyas, los elementos que utilizaban para arrancar de las minas los componentes metálicos: espátulas, trituradores, picos y mazas de piedra y astas de ciervo para reventar los bloques. Luego, fundían el material y lo vertían en crisoles con la forma del arma que deseaban crear.
La muestra, que está comisariada por el catedrático de la Universidad de Valladolid Germán Delibes y Elisa Guerra, profesora titular de la misma universidad, pretende arrojar luz "sobre un fenómeno apasionante que recorrió una Europa que despertaba a la edad de los metales y que unió, en una especie de primera manifestación de una cultura europea, a las élites de lugares muy distantes", señala Baquedano.
Para ilustrar este periodo de la historia de la humanidad el museo ha llenado sus paredes de espectaculares ilustraciones de Arturo Asensio, ha recreado un enterramiento calcolítico y ha construido un gran vaso de casi dos metros de altura que sirve como puerta de entrada a la exposición. "Es una manera de que los visitantes vean el interior de uno de los elementos más misteriosos de la arqueología", culmina el director de museo.
Un brindis por el príncipe. Hasta el 28 de septiembre. Museo Arqueológico Regional. Plaza de las Bernardas s/n. Alcalá de Henares.
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