28/06/2020. Huelva Buenas Noticias.
Mari Paz Díaz. La aparición hace un mes de una tumba tartésica, fechada entre los siglos VII y VI a. C., en el Cabezo Roma de Huelva a partir de un expolio ha venido a confirmar lo que los investigadores presumían hace tiempo, es decir, que este espacio es una extensión de la conocida necrópolis de La Joya. Así lo ha confirmado a Huelva Buenas Noticias la arqueóloga de la Universidad de Huelva (UHU), Clara Toscano, que asegura que “siempre hemos sospechado que el yacimiento de La Joya continuaba hacia el norte y lo hemos verificado ahora con este expolio. Solo he visto fotografías, porque no he querido involucrarme mucho emocionalmente, pero, a través de estas imágenes, podemos comprobar que se trata de los restos de lo que nos queda de las tumbas de incineración, donde, al ser una cremación, no hay huellas de una gran estructura, como puede ocurrir con una tumba de época romana, sino que la evidencia física es una especie de agujero con objetos cerámicos, algo que puede pasar desaparecido entre la gente normal, pero no para los arqueólogos”.
A falta de un estudio más exhaustivo, podemos afirmar que “se trata de una tumba de incineración de época tartésica que consiste en una fosa, como un agujero en el suelo, donde colocan la urna funeraria con los restos óseos más pequeños, que pudiera ir acompañada de un ajuar”, puntualiza Toscano. Existe, además, la posibilidad de que esta tumba presente a varios individuos, ya que las dimensiones de la misma no permitió al autor del expolio agotar el registro, quedando a la luz material sin excavar con evidentes muestras de más urnas. Del mismo modo, en varios perfiles cercanos aparece más material cerámico en superficie, un material extremadamente frágil.
Unos datos que revelan la importancia de este hallazgo, puesto que la antigüedad de esta tumba de época tartésica rondaría los 2.700 años. Y, efectivamente, las características de los materiales cerámicos recuperados del destrozo parecen corresponder a varias urnas funerarias donde se depositaban los restos incinerados de los difuntos, aunque se evidencian restos óseos en superficie que podrían determinar inhumaciones en el mismo enterramiento con varios individuos en una tumba colectiva. Además, la ubicación del enterramiento, a 100 metros de la necrópolis de La Joya, así como la similitud de los materiales y patrones de enterramiento, hacen probable que correspondan a un mismo contexto funerario, a pesar de estar separados ambos cabezos artificialmente por la actual calle Fray Junípero Serra. Por tanto, este descubrimiento podría ratificar que las dimensiones de La Joya fueran mucho mayores de lo que hasta ahora se conoce, ya que nunca se ha excavado en el Cabezo Roma, también conocido como de Diputación.
Y no es extraño, puesto que, según aclara Toscano, “el Cabezo Roma no sólo es una de nuestras señas de identidad, sino que era lógico que allí continuara la necrópolis o fuera un espacio sagrado de la época tartésica, porque, para esta civilización, eran importantes los lugares altos de la ciudad en los que hubiera un impacto visual”.
Desafortunadamente, como hemos apuntado, este hallazgo se ha producido a raíz de un expolio, tras el que, desde el Ayuntamiento de Huelva, se informaba a través de una nota de prensa que el teniente de alcalde de Urbanismo, Medio Ambiente y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Huelva, Manuel Gómez Márquez, explicaba que el Consistorio de la capital tomaría medidas conjuntamente con la Delegación Territorial de Fomento, Infraestructuras, Ordenación del Territorio, Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, a la que fue remitida una denuncia alertando de este posible expolio de restos arqueológicos. A partir de aquí, ambas administraciones ponían en marcha el protocolo de actuación necesario para intervenir de urgencia y valorar el hallazgo arqueológico, los posibles daños causados y arbitrar las acciones de protección que procedan.
En concreto, el hecho fue registrado el pasado 22 de mayo, cuando llegaba a la Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía una denuncia particular de este expolio en pleno centro urbano de Huelva. Ese mismo día se comunicaba al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), que se personaba en el Cabezo Roma con técnicos de la Delegación de Cultura, informándose de ello al Ayuntamiento de Huelva. Los técnicos de la administración andaluza retiraron los materiales rotos en superficie como consecuencia del expolio y documentaron la situación.
Un tipo de expolio que suele producirse, según la arqueóloga e investigadora de la Onubense, por una persona portadora de un detector de metales debido a que “se ha dirigido a un punto muy concreto del yacimiento, por lo que pudo coger algún broche u otro elemento puntual, lo que le ha obligado a hacer un agujero. Realmente, si se ha perdido el elemento metálico, ya no es importante, pero el daño provocado con la excavación es horrible, porque no se puede volver a estudiar algo que ya está excavado previamente, al perder su contexto. Aunque esa persona deposite el elemento metálico en el Museo de Huelva, el daño es irreparable“, concreta esta arqueóloga que forma parte del grupo de investigación ‘Vrbanistas: Arquitectura y Patrimonio’ de la UHU, habiéndose doctorado en 2016 y teniendo como principal línea de investigación la necrópolis del yacimiento de La Joya, además de estar elaborando un diagnóstico de los objetos hallados en la zona.
Redescubrir el Cabezo Roma
Este cabezo conocido popularmente como de la Diputación está situado frente al Cabezo de La Joya, detrás del colegio Virgen del Rocío, un área que, según explicaba el arqueólogo Diego Batanero, no está protegida como Zona Arqueológica, sólo por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), lo que supone una protección muy inferior, ya que no es obligatorio intervenir arqueológicamente de forma previa, a pesar de encontrarse tan cerca de La Joya.
La ciudadanía cada vez está más concienciada con la riqueza arqueológica de Huelva. / Imagen del yacimiento del Seminario, donde aparecieron los ídolos que demuestran que Huelva es la ciudad más antigua de Occidente.
Una idea ratificada hace unos días por el concejal de Urbanismo, según la nota de prensa remitida desde el Ayuntamiento de Huelva, donde afirmaba que este promontorio “está fuera de la Zona Arqueológica de Huelva -declarada BIC (Bien de Interés Cultural) por la Junta de Andalucía-, por lo que no está sometida a dicha protección, al encontrarse en las inmediaciones de esta área, nos hemos coordinado con la Delegación para que los técnicos de ambas administraciones verifiquen este posible atentado contra el patrimonio de la ciudad”.
Por su parte, el delegado territorial de Fomento, Infraestructuras, Ordenación del Territorio, Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía en Huelva, José Correa, precisaba que su departamento, “al recibir hace unos días la denuncia del posible expolio, dio parte de las misma al Seprona y al Ayuntamiento de Huelva para investigar la importancia que tienen los actos denunciados y averiguar la autoría de una actividad no autorizada y delictiva, una barbarie con la que alguien ha buscado su enriquecimiento personal”. De resultas de dicho traslado, ha dicho, la Administración autonómica y la municipal “estamos en conversaciones con el Consistorio para realizar una intervención arqueológica de urgencia”, al objeto adoptar las medidas necesarias.
En este aspecto, para Clara Toscano, es necesario que “la administración pública incorpore este espacio a la Zona Arqueológica de Huelva para que pueda estar protegido y, por el momento, señalizar la tumba aparecida para salvar lo que ha quedado expuesto”. Una serie de medidas a las que habría que añadir a más largo plazo el “realizar una investigación en profundidad de la zona, donde estuvieran implicados todos los organismos, como la Universidad de Huelva, el Ayuntamiento, la Delegación de Cultura de la Junta, empresas privadas de Arqueología y de difusión, lo que permitiera tomar este expolio como una oportunidad para poner en valor la singularidad de este cabezo, junto con La Joya, como conjunto arqueológico, y de todos los cabezos onubenses, nuestras señas de identidad”.
Unas acciones a las que habría que sumar también la concienciación ciudadana, porque esta arqueóloga tiene claro que “todos somos responsables cuando sucede un expolio de estas características. Por un lado, la administración por no haber hecho nada, aunque este lugar esté fuera de la Zona Arqueológica de Huelva, pero también los propios arqueólogos por no haber sensibilizado lo suficiente a la población sobre este tema. Y, por supuesto, los expoliadores que piensan que aman el patrimonio más que nadie, pero es un amor muy personal, porque sólo pueden observar los elementos obtenidos ellos mismos, sin darse cuenta del tremendo daño que provocan. Es cierto que es un perfil que está desapareciendo, pero, por desgracia, todavía hay personas que se dedican a ello, aunque tengan que esconderse, dado que son prácticas cada vez más perseguidas”.
De hecho, para Clara Toscano, “la sociedad onubense cada vez está más mentalizada con el valor de nuestro patrimonio. Es una labor en la que estamos trabajando también los nuevos investigadores, que tenemos cada vez más claro que la difusión debe ser uno de nuestros fines a la hora de realizar nuestro trabajo, porque la sociedad nos está financiado nuestras investigaciones y, además, porque si la gente está concienciada, al final se acaba sensibilizando cada vez más a las administraciones públicas”.
Valor del patrimonio arqueológico de Huelva
No podemos olvidar que Huelva es una ciudad privilegiada en materia arqueológica. Un verdadero paraíso para los amantes de los restos dejados por las civilizaciones que residieron en este territorio con anterioridad. Vestigios que, por otra parte, demuestran su gran antigüedad. Y es que toda la ciudad forma parte de un único y gran yacimiento, dado que, a diferencia de otros emplazamientos tan conocidos en la provincia como Tejada la Vieja y Tejada la Nueva, que son yacimientos diferentes, el origen de los restos que podemos encontrar en la Plaza de las Monjas, La Palmera o la Plaza de la Soledad de Huelva pertenecen a una misma unidad, resultado de la evolución o desarrollo de la capital. Un único yacimiento creado de manera natural desde hace 5.500 años hasta hoy.
Es en este rico contexto para la historia y el patrimonio onubense donde cobra sentido recordar la relevancia que tiene el yacimiento de La Joya, correspondiente a una necrópolis de la época tartésica, de ahí que esté considerado como uno de los enclaves arqueológicos más llamativos de la Península Ibérica, un hito arqueológico del llamado periodo orientalizante.
Situado en pleno corazón del centro urbano de Huelva, este conjunto arqueológico abarca una etapa cronológica situada entre finales del siglo VIII y la segunda mitad del siglo VI a. C. Un espacio que, debido a la profusión de elementos hallados, está considerado como uno de los lugares más importantes para el estudio del mundo tartésico, siendo el mejor ejemplo del proceso de mestizaje entre el mundo indígena tartesio y la posterior aportación de los fenicios, que se asentaron desde el siglo IX a. C. en este solar y cuyos restos son testimonio de la temprana presencia de los pueblos mediterráneos en el suroeste peninsular.
En esta necrópolis apareció un conjunto de tumbas, que fueron excavadas a finales de los años sesenta y setenta por Juan Pedro Garrido Roiz. Unos trabajos que dieron como resultado una numerosa colección de objetos rituales de bronce, oro, plata, marfil, alabastro y cerámica, destacando varias ‘tumbas principescas’, en las que se encontraron numerosos elementos, en su mayoría de raigambre oriental, que conviven con materiales de origen indígena, como es el caso de cerámicas a mano.
En total, en su día, en la necrópolis de La Joya fueron excavadas 19 tumbas, entre las que destaca la número 17 por su riqueza. Un conjunto que presenta materiales únicos, evidencia de la próspera economía onubense de la época, basada en las relaciones entre Iberia y el Próximo Oriente mediterráneo, teniendo como focos principales la isla de Chipre y la ciudad de Tiro. En cuanto a las características de las tumbas, predominan las incineraciones sobre las inhumaciones, donde llama la atención, como decimos, la calidad de los ajuares funerarios recuperados.
Piezas que se conservan y custodian en el Museo de Huelva, exponiéndose en cuatro vitrinas de la sala permanente del centro museístico onubense, dada su relevancia. Algunas de estas piezas fueron restauradas en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) de Sevilla, dependiente, al igual que el Museo de Huelva, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
De este conjunto de piezas, dos jarros de bronce, datados entre los siglos VIII y VII a. C., fueron expuestos en el Metropolitan de Nueva York. Se trata del jarro zoomorfo de la tumba nº 18 y el jarro con decoración floral de la tumba nº 17.
Sí, ambas piezas permanecieron durante cuatro meses en el Metropolitan de Nueva York en concepto de préstamo temporal con motivo de la exposición ‘De Asiria a Iberia en los albores de la Era Clásica’, una de las más importantes muestras arqueológicas en el mundo, que trataba la evolución de las principales civilizaciones en el I Milenio a. C., en cuyo discurso los dos jarros de Huelva jugaron un papel determinante, junto con otras piezas de los museos andaluces de Cádiz, Granada y Sevilla. El éxito de este evento fue extraordinario, ya que fue visitado por un total de 143.641 personas de todo el mundo, según los datos oficiales facilitados al Museo de Huelva por el museo neoyorkino. La muestra se desarrolló entre el 15 de septiembre de 2014 y el 4 de enero de 2015.
Más recientemente, en la última prospección realizada en La Joya, que tuvo lugar el pasado año 2019, se confirmaba la importancia del yacimiento con el descubrimiento de 14 nuevas tumbas, cuyas conclusiones apuntaban a la necesidad de una campaña completa y exhaustiva del cabezo por las evidencias de una extensión de la necrópolis mayor que la conocida hasta ahora, como ha quedado patente con este expolio. Unos trabajos que estuvieron dirigidos por la arqueóloga Alejandra Echevarría.
Unas excavaciones arqueológicas en el Cabezo de La Joya que concluyeron con su fase de diagnóstico y el informe preliminar, presentado ante la Delegación territorial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. En dicha memoria se destacaban los nuevos hallazgos encontrados en los cuatro meses de trabajo de campo y se delimitaba claramente las zonas de interés arqueológico. El informe arqueológico incluía un análisis geofísico y geológico y fue dirigido por la empresa patrimonial Ánfora, bajo la coordinación del arqueólogo Diego González Batanero, contando, además, con el asesoramiento científico de la Universidad de Huelva y la colaboración del prestigioso Instituto Arqueológico Alemán.
De forma más precisa, en la intervención se hallaban y localizaban catorce nuevos enterramientos, así como platos y cuencos de distintas morfologías que acompañaban como ajuares los enterramientos, todos datados, como los descubiertos en campañas anteriores, entre los siglos VIII y VI a. C. Los nuevos restos se encontraban a lo largo de la ladera de orientación norte de la Necrópolis de La Joya.
En definitiva, por todo ello, tanto la profusión de elementos arqueológicos encontrados en este yacimiento como la relevancia de sus restos, hacen de La Joya uno de los enclaves más importantes para el estudio del mundo tartésico y uno de los yacimientos más relevantes de la Península Ibérica. Uno de los yacimientos más espectaculares e importantes de la Protohistoria peninsular. Y está aquí, en Huelva. Relevancia a la que ahora debe sumarse también el Cabezo Roma o de Diputación, por lo que los expertos consideran que puede ser una oportunidad única de poner en valor para la ciudad ambos yacimientos, lo que puede ayudar a la difusión y proyección de la ciudad de Huelva.
De hecho, diversos colectivos onubenses, así como un numeroso grupo de profesores, doctores y catedráticos de varias universidades, solicitaron recientemente a la Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico la protección de los cabezos de Huelva como Zona Patrimonial y añadieron como solicitud concreta la inclusión del Cabezo Roma en la Zona Arqueológica de Huelva como la continuación de la Necrópolis de La Joya para conservar un legado milenario. Una solicitud que parece ser que aún no ha sido contestada por la Administración autonómica.
Estos colectivos ciudadanos afirman de forma contundente que “el hecho de que el lugar del expolio sea de titularidad pública del Ayuntamiento de Huelva, pero gestionada por una junta de compensación con un plan urbanístico de edificación que quedó paralizado por la crisis, puede dar luz sobre esta situación. La presión urbanística de los cabezos es hoy por hoy la mayor amenaza al patrimonio arqueológico, y la actual situación del vecino Cabezo de La Joya, con un proyecto de edificación de varios bloques es ilustradora. De hecho, resulta prácticamente un milagro que estos tesoros milenarios se hayan conservado hasta la actualidad en una ciudad donde el ladrillo ha sepultado la mayor parte de nuestros cabezos, desdotándolos de sus valores naturales y culturales”.
De hecho, estos representantes ciudadanos recuerdan que “con motivo de la edificación del Centro de Salud Adoratrices en 1999 se llevó a cabo una excavación de urgencia por la aparición de tumbas similares a la del actual expolio. Durante aquella intervención se sucedieron sendos expolios en los tres días siguientes al hallazgo, lo que produjo la pérdida de los materiales robados, el deterioro de parte del ajuar funerario, la consiguiente retirada apresurada de los materiales para protegerlos en el Museo de Huelva, además de la eliminación de parte del registro arqueológico con información de gran valor para la investigación”. Y, después, como hemos apuntado, en la intervención del pasado año 2019, “campaña propiciada por la construcción de diversos bloques de viviendas en el Cabezo de La Joya, y no por un proyecto de investigación, como requeriría la importancia del yacimiento, se descubrieron 14 tumbas más, a añadir a las 19 conocidas, 14 tumbas que también sufrieron un expolio”.
Ante esta situación, estos mismos colectivos quieren dejar claro que “la sociedad onubense ha actuado por medio de personas anónimas del mundo de la cultura que se han organizado y están haciendo rondas para vigilar el espacio expoliado en el Cabezo Roma y tratar de ahuyentar a los indeseables que han perpetrado este atentado contra el patrimonio. Incluso se está contando con la colaboración desinteresada de las fuerzas de seguridad que, a pesar de no haber recibido orden alguna de vigilancia, patrullan el yacimiento, ayudando a esta iniciativa ciudadana”.
Sea como sea, lo que queda claro es que la riqueza arqueológica del subsuelo onubense no deja de sorprendernos. Su relevancia sitúa a este punto de la Península Ibérica en uno de los lugares de mayor interés cuando se habla de historia y arqueología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario