30/07/2020. ABC.
Construido alrededor de 2.500 años a.C., Stonehenge sigue fascinando a los científicos, que examinan sin cesar el monumento megalítico buscando claves que puedan resolver los dos enigmas que todavía encierra. El primero se cierne sobre sagrada misión que tuvo en su tiempo, todavía desconocida, y el segundo, cómo fueron capaces los habitantes de la época de mover piedras de semejante tamaño (algunas llegaban a pesar hasta 25 toneladas).
Los investigadores conocen que el megalito está compuesto de dos tipos fundamentales de rocas que no comparten el mismo origen. Las más grandes o sarsens que son locales y las más pequeñas o «azules», más lejanas. Dos estudios arrojan luz sobre los enclaves exactos de ambas.
Hace apenas unos días salía en una pormenorizada investigación en el «Journal of Archaeological Science» acerca de la prodecencia del Altar, que se encuentra en el centro de Stonehenge. Calificada como «piedra azul», esta losa plana de arenisca verdosa de unas seis toneladas proviene de Abergavenny, localizado a unos 160 kilómetros, a pocos kilómetros de la frontera entre Gales e Inglaterra.
El estudio apunta a que las piedras fueron trasladadas por tierra y viajaron a través de una ruta similar a la actual A40, que conecta Gales con Londres hoy en día.
«Sarsens»
Ahora, un trabajo que se publica en la revista especializada «Science Advances», aporta nuevas evidencias de la procedencia de las enormes sarsens. Según un análisis de la composición química de las piedras realizado por un equipo de especialistas de la universidad de Brighton, la mayoría de las rocas areniscas que componen el famoso monumento parecen compartir un origen común: West Woods, a 25 kilómetros de distancia.
Los hallazgos apoyan la teoría de que las piedras fueron llevadas a Stonehenge en torno a la misma época, contradiciendo otra anterior que apuntaba que la Piedra del Talón, un gran sarsen, fue erigido antes que los otros.
«Ha sido realmente emocionante utilizar la ciencia del siglo XXI para entender el pasado neolítico y responder a una pregunta que los arqueólogos han estado debatiendo durante siglos», ha afirmado David Nash, autor principal del estudio.
Los resultados también pueden ayudar a los científicos a identificar la ruta que los antiguos constructores del monumento habrían tomado para transportar las enormes rocas. «Hasta hace poco no sabíamos que era posible establecer la procedencia de una piedra como el sarsen», ha indicado Nash.
No hay comentarios:
Publicar un comentario