Unos 4.000 años atrás, en este emplazamiento sevillano se asentó una de las mayores comunidades prehistóricas del sur de la península ibérica. Hoy un museo arqueológico y diferentes tholos funerarios nos cuentan cómo fue esta joya del megalitismo andaluz.
25/05/2022. El Diario.
Hubo un tiempo en el que la desembocadura del río Guadalquivir no estaba donde está hoy, sino muchos kilómetros más arriba, y en el que un gran golfo marino ocupaba todo el espacio donde hoy se asienta Sevilla, y mucho más allá. El desnivel de lo que hoy es la cornisa del Aljarafe se asomaba a ese mar entrante y desde arriba, entre bosques y ríos, diferentes asentamientos humanos hacían vida a orillas del mar. Todo esto lo sabemos por los diferentes yacimientos arqueológicos que así lo demuestran, pero, si hay uno que destaca por su tamaño, su importancia y su facilidad para trasladarnos hasta 4.000 años atrás, ese es sin duda el de Valencina de la Concepción.
Valencina es un municipio de la provincia de Sevilla que se encuentra a unos 15 km por carretera de la capital hispalense. Se sitúa a una altitud unos 145 metros superior a la de Sevilla, que solo asciende siete metros sobre el nivel del mar, y eso le hizo ser la localización perfecta para los habitantes prehistóricos de la zona. El conjunto de Valencina de la Concepción incluye algunos de los monumentos megalíticos más importantes de toda la península ibérica y durante la Edad del Cobre su asentamiento llegó a alcanzar más de 400 hectáreas, cuando en esa época la mayoría de los poblados no ocupaban más de dos. Su enorme tamaño y la cantidad y magnitud de las construcciones megalíticas que aquí se levantaron, donde se encuentran varios tholos funerarios, es un claro ejemplo de la importancia demográfica, social y económica que alcanzó el lugar. Un asentamiento, por cierto, que en gran parte se encuentra bajo la actual población de Valencina de la Concepción, y que llegaba hasta el municipio de Castilleja de Guzmán, a un par de kilómetros más allá.
El Museo de Valencina: un viaje en el tiempo de unos 4.000 años
Para entender el escenario, hemos de comenzar por imaginar que hablamos de un periodo de tiempo que va desde el tercer milenio hasta el año 1500 antes de nuestra era. Por un lado se encontraba el poblado donde se concentraban las actividades cotidianas y por otro la necrópolis. Se han hallado numerosas construcciones excavadas en el subsuelo, como cabañas, silos, pozos y fosos, y muchos de los restos nos hablan de una intensa producción agrícola y ganadera, que ya ganaba terreno a la caza.
El Museo de Valencina, que está plenamente dedicado al yacimiento prehistórico, se encuentra en la Casa de la Cultura, en pleno centro del municipio sevillano. De principio a fin está orientado a situarnos varios miles de años atrás para que tengamos la mejor interpretación histórica posible, para que a través de mapas, maquetas, recreaciones y objetos podamos comprender el desarrollo de la comunidad prehistórica que aquí tuvo lugar, que al tener un fácil acceso al mar mantuvo relaciones comerciales de larga distancia.
Para ponernos en situación, la visita al Museo de Valencina comienza en el salón de actos, donde podremos ver tres vídeos: un primer documental explicativo del asentamiento prehistórico, con el que podremos ser conscientes de su real magnitud; la recreación de un enterramiento escenificado; y un pequeño corto animado dirigido a los más pequeños. Después, los responsables del museo serán los encargados de hacernos una visita guiada por los diferentes espacios de su sala para que todo lo que veamos, ya sea cerámica, piedras talladas, puntas de flecha, ornamentos, herramientas o restos óseos, tenga el sentido que tiene que tener.
Charo Rodríguez, del Servicio de Difusión del Museo de Valencina, te guiará en tu visita ayudándote a comprender el hábitat en el que vivían los antiguos pobladores, cuáles eran sus actividades domésticas y de producción, cómo se lleva a cabo la investigación arqueológica, la importancia de su contexto funerario y, como plato fuerte, cómo es el sector principal de la necrópolis, en el que se encuentran dólmenes como el de La Pastora, Matarrubilla y Ontiveros.
Gracias al Museo de Valencina veremos cómo sus antiguos pobladores llevaban a cabo tanto actividades agrícolas como de ganadería y caza. Tenían un alto dominio de la producción cerámica, así como de la producción textil y la industria lítica, tanto tallada como pulida. Veremos con nuestros propios ojos hornos de fundición hechos en piedra, pues no olvidemos que estamos en plena Edad del Cobre, y que la metalurgia ya estaba más que asentada en la vida diaria.
Una vez que nos veamos bien sumergidos en el asentamiento de la antigua Valencina de la Concepción, y seamos conscientes de que lo que había aquí estaba muy por encima de la mayoría del resto de asentamientos del sur de la península ibérica, estamos listos para dar el paso definitivo: adentrarnos en sus dólmenes.
Dentro del dolmen de La Pastora
Los dólmenes, o tholos, son construcciones funerarias destinadas al enterramiento de determinados miembros de la sociedad, y son varios los que encontramos entre Valencina de la Concepción y la vecina Castilleja de Guzmán. La Pastora, Matarrubilla, Ontiveros y Montelirio son los de mayor importancia conocidos hasta el momento, y tradicionalmente se han podido visitar los dos primeros. A día de hoy, y hasta que no se resuelvan ciertos problemas legales con la propiedad de los terrenos en el que se encuentra el de Matarrubilla, solo el de La Pastora se encuentra abierto al público.
El tholos de La Pastora, como suele pasar en estos casos, fue descubierto por casualidad cuando en 1860 se llevaban a cabo trabajos agrícolas para la plantación de un viñedo en la finca de Divina Pastora, de la que tomó el nombre. Recientes investigaciones han fechado su construcción en la primera mitad del tercer milenio a.C. y en 1868 se llevaron a cabo los primeros trabajos arqueológicos. Arquitectónicamente, La Pastora destaca por contar con un largo corredor de 42 metros de largo y 1 de ancho que conduce hasta una pequeña cámara circular de 2,5 m de diámetro y 3 de altura. Es un dato importante, pues eso hace que el corredor sea el más largo encontrado en toda la península ibérica.
Sus paredes se levantan con hileras de pizarra superpuestas y mampostería, que se dividen en diferentes tramos mediante grandes dinteles rocosos de arenisca y granito en los que posiblemente hubiera puertas. De modo que podemos imaginar cómo desde la entrada, en la vida terrenal, vamos pasando por diferentes etapas hasta llegar a la cámara final, en el más allá. Como curiosidad, la orientación de la entrada de La Pastora, mirando al ocaso solar, es diferente al de la mayoría de los megalitos andaluces, que se orientan a la salida del sol, y en su interior se encontró un conjunto de jabalinas realizadas en cobre.
Si cuando visites los dólmenes de Valencina ya es posible adentrarse también en el de Matarrubilla, verás que mantiene unas características similares y que en su cámara final descansa una gran pileta de mármol, que posiblemente fuera utilizada como altar de ofrendas o para la colocación de algún personaje ilustre.
Cómo visitar el Museo de Valencina y el dolmen de La Pastora
La visita tanto al Museo de Valencina como al dolmen de La Pastora es libre y gratuita, pero es recomendable concertar una cita previa a través de la plataforma de reservas online o el correo electrónico reservamuseovalencina@gmail.com. Sobre todo para facilitar que la visita sea guiada, algo altamente recomendable. Calcula que la duración de la visita puede durar un par de horas y que desde el museo, en el centro del pueblo, hasta el dolmen, a las afueras, deberás ir en tu propio vehículo. Una vez en La Pastora, la persona responsable de la vigilancia y seguridad del yacimiento te acompañará hasta la puerta del dolmen y te dará las indicaciones oportunas para que lo descubras y entres por tu propio pie.
Puedes visitar el Museo de Valencina y el dolmen de La Pastora de martes a viernes de 09:00h a 14:00h, los sábados y domingos de 10:00h a 14:00h, pero nunca un lunes, pues como buen museo ese día permanece cerrado.
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