Las nuevas tecnologías permiten revelar los secretos sobre uno de los mayores tesoros del periodo tartésico: el tesoro del Carambolo, compuesto por 21 refinadas joyas de oro.
13/11/2023. National Geographic. Héctor Rodríguez.
El 30 de septiembre de 1958, durante las obras de ampliación de la Real Sociedad de Tiro al Pichón en el cerro del Carambolo de la localidad sevillana de Camas, la azada de uno de los operarios golpeó un objeto metálico. Se trataba de la primera de las 21 piezas de oro de 24 kilates conocidas en adelante como el tesoro de El Carambolo, que ponía en el mapa a la civilización tartésica.
El tesoro del Carambolo es un conjunto de joyas de oro datadas entre los siglos VIII y VI a.C.: dos brazaletes, dos pectorales, un collar y 16 placas de oro perfectamente conservados –salvo por algunos rasguños producidos en el momento en que fueron halladas– que juntas suman un peso de 2.950 gramos. Las joyas estaban dentro de un recipiente de barro ovalado, junto a otros restos de cerámica y los huesos de varios animales y están profusamente decoradas, dando testimonio de un arte fastuoso, delicado, bárbaro, y a su vez, de una muy notable unidad de estilo.
TARTESSOS: UN PUEBLO PERDIDO EN TIEMPO
La cultura tartésica vinculada con el tesoro continua envuelta a día de hoy en un halo de misterio. Las primeras alusiones a esta civilización podrían encontrarse en el Antiguo Testamento, concretamente en el lejano y misterioso lugar llamado Tarsis que aparece en el Libro de los Reyes, desde donde las naves del rey Salomón volvían cargados de oro, plata y diversas riquezas. Dos siglos más tarde, en el V a.C., Heródoto de Halicarnaso alude al rey Argantonio, "el hombre de plata", último rey tartésio, con el que el reino llego a su fin, y el único del que se tienen referencias históricas.
Buena parte de la historiografía centrada en la Iberia prerromana defiende que aquello que los griegos llamaron Tartessos fue una elaboración de la imaginación griega. De cualquier modo, los restos de distintos yacimientos arqueológicos sitúan a una hipotética civilización tartésica en el valle del Guadalquivir, situando a los tartesios en el interior de la península ibérica, y a sus vecinos fenicios en las áreas de litoral. La cercanía entre ambos alimenta el debate en la actualidad sobre si se trataba, verdaderamente, de dos pueblos distintos.
¿EL TESORO DE UN GOBERNANTE O UNA OFRENDA?
Las características morfológicas y de manufactura del tesoro del Carambolo no se han encontrado en otros objetos del mismo periodo en la península Ibérica, por lo que la incógnita respecto a su significado y función sigue siendo objeto de estudio y discusión entre los expertos.
Las interpretaciones más aceptadas afirman que las piezas del tesoro formaron parte de los adornos de alguna figura política o religiosa de alto estatus. Sin embargo, por otra parte, el historiador y arqueólogo de la Universidad de Salamanca J. M. Blázquez Martínez explicaba en su obra, La religión de los pueblos de la Hispania preromana, que el toro fue una figura muy venerada por varias culturas en la península Ibérica. Y en este sentido, otras hipótesis más recientes, basadas en criterios arqueológicos y etnográficos, apuntan que podría tratarse, en parte, de los adornos un toro sagrado.
TARTESSOS BAJO LA LUZ DE LA CIENCIA
Aunque el tesoro del Carambolo ha atraído la atención de numerosos investigadores desde su descubrimiento, aún faltaba por realizar un estudio detallado de los procesos de soldadura empleados y de las técnicas de producción.La importancia del tesoro y el interés por su estudio en profundidad, llevó a los investigadores del Centro Nacional de Aceleradores a desarrollar un nuevo sistema para el análisis de sus piezas basado en la micro-fluorescencia de rayos X.
El conocimiento de la estructura de los materiales y los procesos químico-físicos relacionados con la creación de un objeto permite revelar el desarrollo tecnológico de los artesanos de la época, además de proporcionar una valiosa información para su conservación, restauración y la autenticación de los materiales que componen una obra de arte.
El tesoro del Carambolo es un conjunto de joyería de oro datada entre los siglos VIII y VI a.C, y que representa un conjunto estilístico sin igual en el campo de la arqueología.
Simona Scrivanodel departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla explica a National Geographic que un requisito "fundamental" en el estudio del tesoro del Carambolo y otros hallazgos arqueológicos "es obtener una elevada resolución espacial que permita distinguir los diminutos detalles que presentan los objetos analizados, tales como las decoraciones y las zonas de soldaduras, a veces de un tamaño inferior a 50μm", razón que motivó el desarrollo de un nuevo equipo portátil de micro-fluorescencia de rayos X.
La micro-XRF (por sus siglas en inglés) es una moderna técnica de análisis consiste en el análisis de los rayos X emitidos por la muestra objeto del estudio y la radiación que devuelve, mediante la espectrometría. A partir de los datos obtenidos se torna posible averiguar de qué elementos se compone el objeto así como la proporción.
LA IMPORTANCIA DEL DETALLE
El equipo de micro-XRF del Centro Nacional de Aceleradores y de la Universidad de Sevilla es capaz de analizar a escala micrométrica (inferior a 100 μm) los detalles presentes en las joyas arqueológicas.
La micro-XRF, (por sus siglas en inglés), es una técnica de análisis más moderna que permite el examen detallado de pequeñas zonas de la muestra
Bajo la luz de esta tecnología, los especialistas analizaron 11 de las 21 piezas del tesoro, estableciéndola existencia de varias etapas de construcción en algunas de las joyas, así como la presencia de tres tipos distintos de soldaduras. Del mismo modo, se ha evidenciado una serie de similitudes y diferencias en las técnicas de manufactura empleadas para la producción de los objetos.
Respecto a las similitudes, destacan la homogeneidad en la composición de las aleaciones; el uso de un mismo punzón para producir las tapas con forma de roseta de las cápsulas; la misma técnica de soldadura para unir los elementos decorativos similares, y el empleo del mismo patrón decorativo en todas las joyas. Estas similitudes tecnológicas abren paso a la hipótesis de que todos los objetos de dicho grupo fueron realizados en el mismo taller.
Atendiendo a las diferencias encontradas, como el uso de dos soldaduras distintas, una rica en plata y otra llevada a cabo mediante una aleación de plata y cobre, se evidencia la presencia de un conocimiento tecnológico procedente de dos culturas diferentes. Lo más relevante es la coexistencia de las técnicas de producción de estas dos culturas distintas, una atlántica y otra de origen fenicio.
A la luz de estos resultados, se podría avalar la hipótesis de que los objetos del tesoro de El Carambolo fueron fabricados en un único taller bajo la estrecha colaboración entre varios orfebres con diferentes conocimientos tecnológicos y procedentes de pueblos distintos. También pone de manifiesto el gran conocimiento, aunque empírico, por parte de estos orfebres antiguos de las propiedades de las distintas aleaciones, además de ser capaces de controlar las pequeñas variaciones de temperatura a las cuales ocurren los diferentes procesos, algo sin duda asombroso para la época, independientemente de que se tratase de tartesios o fenicios.
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