6 feb 2024 ~ ~ Etiquetas:

50 años de Tejada la Vieja: Tartessos con el tiempo dentro

 La ciudad tartésica cercana a Escacena del Campo, descubierta en 1974, se fundó a finales del siglo IX a.C. y fue abandonada medio milenio después sin que se superpusiera otra civilización

De las casi 11 hectáreas del yacimiento, que rodea una gruesa muralla de 1.650 metros lineales, sólo se ha excavado una hectárea superficialmente, que muestra claramente su trazado urbanístico

Una nueva campaña de excavación, dirigida por la arqueóloga de la UHU Clara Toscano, se centra ahora en sacar a la luz el posible santuario fundacional de la urbe, dedicada a ser un centro de redistribución metalúrgico y vitivinícola

05/02/2024. Huelva 24h. Mario Asensio Figueras

Medio siglo intentando desentrañar medio milenio de civilización tartésica, la fusión entre los fenicios y la población local, en Tejada de la Vieja. El yacimiento arqueológico, situado a 12,5 kilómetros de la localidad onubense de Escacena del Campo, presenta unas robustas murallas que perfectamente han contenido el tiempo y la esencia de lo que fue una ciudad próspera, con la minería metalúrgica y la producción de vino como principales actividades.

Este enclave fue descubierto en 1974 y 50 años después hay mucho por conocer. De las casi once hectáreas que delimitan sus muros sólo se ha excavado una hectárea de manera superficial en hasta nueve campañas, trabajo que revela una clara estructura de ciudad, con viviendas, calles y espacios públicos.

Ahora una nueva campaña busca profundizar en el terreno y el conocimiento de esta urbe situada estratégicamente entre yacimientos mineros y las vías con salida al mar. Actualmente se está trabajando en un área en la que las estructuras que se van revelando podrían corresponderse con el santuario fundacional de la ciudad, que podría ser la primera construcción de la urbe, con la que rendían honores a sus dioses y asegurarían los intercambios comerciales y pago de tributos.

Dirige la excavación Clara Toscano, prestigiosa arqueóloga del grupo Vrbanitas de la Universidad de Huelva, quien refleja en su cara y sus explicaciones toda la ilusión y pasión que se está poniendo en este proyecto, así como la potencialidad del mismo para descubrirnos detalles interesantes de nuestro pasado. Con un equipo de hasta 16 personas está manos a la obra sobre el terreno y continuarán hasta el 9 de febrero.

«Una cápsula del tiempo»

Como explica Toscano a Huelva24.com, lo que hace diferente y especial a Tejada la Vieja, con respecto a otros yacimientos, es que todos los ecos y vestigios de la vida de la ciudad, entre finales del siglo IX y el V. a. C., están bajo nuestros pies sin haber sido superpuesta ninguna otra civilización posterior y así ha llegado hasta nuestros días. «Esa es una de las singularidades, de las ventajas y de los motivos por los que causamos envidia a otros colegas. Tejada la Vieja es una cápsula del tiempo. Una cápsula protohistórica que se abandonó en el siglo V a. C.». Además, la distancia con Tejada la Nueva y Escacena del Campo hizo que los materiales no hayan sido reutilizados en posteriores construcciones, uso «normal» en la mayoría de los casos.

«A nivel científico, en todos los congresos Tejada la Vieja es uno de los hitos más importantes de la protohistoria internacional. De eso no hay duda. Pero a nivel de conocimiento del ciudadano hay mucho por hacer e intentamos darle mucha difusión. Realizamos visitas, vamos a jornadas, congresos y charlas», detalla la responsable del yacimiento, desde 2007 Bien de Interés Cultural (BIC). En el recinto se han dado firmes pasos hacia adelante en su puesta en valor desde que en 2013 quedara a cargo de la Universidad de Huelva tras un convenio con la Diputación de Huelva, propietaria del yacimiento, y desde que en 2015 asumiera su gestión el Grupo Vrbanitas de la UHU.

¿Por qué una ciudad aquí?

Mientras seguimos los pasos de la arqueóloga hasta la cresta de la muralla encontramos las respuestas a la ubicación de este asentamiento. No es difícil tropezar con alguno de los bloques de escoria que minan el terreno, desechos que recuerdan que aquí el mineral se procesaba en hornos para la obtención de plata. «A esta escoria se la llama de turrón o de sílice libre y hay muchísima por todo el yacimiento», apunta Toscano, que dirige la mirada del suelo al horizonte para situar lugares de interconexión en todos los puntos cardinales, todos en un radio de unos 40 kilómetros.

Al norte una vaguada conecta con el paraje de Pata del Caballo, «la zona claramente más accesible con un carro a la zona minera de la faja pirítica», indica, con Riotinto como lugar más destacado, aunque había más minas en los alrededores -Trinidad y Carmen-. También se divisa hacia el este, en una meseta, otra zona minera «por antonomasia», la de Aznalcóllar (Sevilla) y girando un poco más hacia el sur se avista una colina tras la que se encuentra Coria del Río, que en la antigüedad era la desembocadura del río Guadalquivir, una salida cercana a la cuenca Mediterránea. Hacia el oeste está Niebla y la salida atlántica por Huelva. «El sitio es un enclave estratégico, un centro redistribuidor de la minería», concluye la arqueóloga onubense.

Unos 1.650 metros lineales tiene la muralla que rodea las casi once hectáreas del yacimiento. Cuenta con hasta cuatro metros de alto y tres de grosor, «con bastiones semicirculares que se adosan para reforzarla», señala Toscano, que detalla que la técnica constructiva fija en la parte baja lo que se denomina bateagua, para que el agua no debilite ni quite sedimentos al muro.

Hacia el norte la muralla se bifurca y forma otra frontera interior dentro del perímetro. «La hipótesis es que se trata de un espacio industrial delimitado y separado de la ciudad. Allí estarían los hornos y tenían que usar plomo, altamente contaminante. Además es la zona más cercana al río también y lo necesitaban para las labores industriales», teoriza la especialista.

Actualmente esta parte de la muralla está por documentarse mejor y por eso se ha solicitado una subvención al Ministerio de Turismo de 2,5 millones de euros para la consolidación completa del todo el perímetro, incluida esta parte anexa. Hasta la llegada de los fondos no comenzará la intervención.

La razón de hacer murallas tan grandes y fuertes es algo que están tratando de discernir con la excavación. Clara Toscano comenta que «aquí había un poblado de fondos de cabañas, anterior a la llegada de los fenicios, pero cuando éstos llegan fundan su propia ciudad, esta en la que estamos, y ellos no entienden una ciudad sin murallas. Vienen de una zona muy bélica y la muralla siempre está por definición de la ciudad». Añade que en este caso «nunca fue atacada. No hemos encontrado huellas de ataques o incendios».

De muros para adentro, en la hectárea que excavó superficialmente en su momento el Servicio de Arqueología de Diputación, se aprecia una distribución urbanística «en manzanas, con calles, espacios abiertos y públicos, con una técnica constructiva similar a la que se sigue produciendo en todo el Mediterráneo». Su concepto arquitectónico no contempla la cimentación, sino que se nivelaba el terreno y en primer lugar se establecía un zócalo de mampuesto de unos 50-60 centímetros y sobre él con adobe se remataban tanto el resto de los muros como las techumbres. «Es lo que se pierde más rápido y lo más difícil de ver en las excavaciones porque el adobe está hecho con tierra del terreno. Es difícil pero no imposible y vamos a intentar que salga algo», afirma Toscano.

Sobre el siglo V. a. C. se abandona la ciudad y crece la población en la cercana Tejada la Nueva, donde curiosamente «todavía en época romana se sigue acuñando monedas con caracteres púnicos. Se entiende que la raigambre fenicia del sitio es muy importante y se llevan consigo no sólo su nombre prerromano sino los caracteres que son los que ellos entienden las leyendas de sus monedas», detalla la arqueóloga, que por analogía con el nuevo asentamiento considera que es posible que Tejada la Vieja se llamara Itucci también, pero subraya que «no lo sabemos porque no hemos encontrado ningún grafito y fuentes literarias no tenemos en protohistoria».

En cuanto a las causas de ese traslado, relata que en el Mediterráneo hay un cambio en la demanda de minerales y la de la plata no es tan alta. A esto se suma que a los pies de Tejada la Nueva se traza un ramal de la antigua vía heráclea, que pasa a ser en época romana parte de la Vía Augusta. «Es como en cuando a un pueblo que tiene una carretera Nacional que lo cruza de pronto le hacen una autovía al lado. Ya no tiene razón de ser ese pueblo en ese sitio», explica.

Un santuario fundacional

Una de las herramientas claves en la arqueología actual es el georadar, que permite hacer una prospección geofísica de un terreno y aporta información de qué zonas están ocupadas por construcciones o libre de ellas, reconocer estructuras con un alto nivel de detalle, por lo que pone en la pista de dónde excavar. En el caso de Tejada la Vieja, una empresa alemana especializada en geofísica analizó dos hectáreas entre 2017 y 2018 y «es lo que nos ha animado a hacer esta excavación en este sitio concreto», reconoce Clara Toscano.

Va pasando los mapas generados por el georadar a distintas profundidades y tienen un claro reclamo para su trabajo, al apreciarse estructuras de hasta 80 centímetros hacia abajo. «Esperamos que esta excavación sea la antesala de un proyecto general de investigación, que las administraciones se pongan de acuerdo todas para financiar un proyecto de 6 años de duración», confía.

El esquema traza una calle principal hasta la muralla con varios edificios relevantes y uno de ellos es «tripartitito, con orientación este-oeste, cerca de una las vías de acceso de la ciudad y en el punto más elevado de todo el yacimiento, características que serían compatible con un posible santuario fundacional de la ciudad». Como muestra la directora de la excavación ya están desenterrando in situ el muro de cierre de este edificio. «Con las coordenadas los superpones con el sistema de información geográfica y es exactamente ese muro, con una precisión total», indica y agrega que también se marca «la huella de hasta dónde nos tienen que salir toda la zona de derrumbe». «Los compañeros de Cádiz están viendo ahí una mancha muy potente que da la geofísica y en caso de ser el santuario podría ser el altar», sostiene.

En el proyecto de esta campaña están centrados en «excavar el edificio, comprobar la geofísica, ver la diacronía del sitio y si por fin podemos llegar a los niveles fundacionales, ver si hay presencia anterior o no. Todo con metodología actual».

Toscano ilustra la importancia de confirmar este lugar. «Los fenicios al fundar una ciudad siempre empiezan por el santuario. Una de las razones es por agradecimiento a la divinidad», explica. Sobre la ubicación detalla que «tiene que estar en el punto más alto y la orientación también es importante, con la salida y puesta de sol». A partir de la afluencia que tiene un santuario y la relación con la población previa se da el paso de construir la ciudad.

Dentro de los límites del posible santuario, la mayoría de los artefactos que van saliendo «son sobre todo material anfórico, escoria de sílice libre de la de producción de plata, elementos que siguen siendo compatibles con que sea un santuario fundacional». Con prudencia, comenta que «la interpretación es la parte final de la investigación. Igual está en otra parte o no tiene».

Un mes de excavación, seis de laboratorio

Su metodología es excavar por unidades estratigráficas naturales, que son deposiciones. Se forman de manera natural por erosión, transporte o sedimentación. «Las vamos excavando una a una, vamos separando los materiales de cada unidad para poder estudiarlo después en el laboratorio», detalla, y aclara que de cada mes de excavación en campo le siguen aproximadamente después seis meses en laboratorio.

Ya llevan más de 20 centímetros de los 80 detectados por la geofísica y de aquí al día 9 de febrero esperan llegar a su base. Si no es así se cubre la excavación en el punto en el que esté con geotextil para protegerla y se coloca una capa de arena final encima, con la idea de retomar las trabajos en la próxima campaña.

Junto a Toscano, en el equipo de excavación hay colegas de la Universidad de Cádiz, trabajadores especializados del Ayuntamiento de Escacena del Campo, que también aporta herramientas, alumnos de historia, compañeros de máster y laboratorio. «Ya son auténticos profesionales, obreros especializados en arqueología, porque van detectando la cerámica, la separan de la piedra y la tierra. Tienen el ojo hecho adaptado al trabajo que están haciendo», dice sobre ellos. No obstante, se revisan los carrillos y se criba la tierra para que no se les escape nada. Además tienen todo bien clasificado para saber en qué tramo concreto ha aparecido cada fragmento.

Producción vitivinícola

Hay piezas que las envuelven en papel de plata porque una universidad alemana hace análisis de lípidos y revela qué tipo de grasa tenía en el último momento que dejó de utilizarse. «En Tejada ha dado un porcentaje altísimo de cera de abeja, que es un material que se usaba mucho para sellar las ánforas que contenían vino y no lo corrompía y refuerza más la hipótesis de la producción de vino en la zona».

Tejada se descubrió en 1974 por el profesor Blanco, de la Universidad de Sevilla, que ve en superficie la muralla. Decide intervenir en una sección para ver su interior y también sobre la planta de un edificio con la función de almacén, según interpretó. Se trata de una construcción con muros más anchos que el resto y que cuenta con dos estructuras circulares contiguas y conectadas al resto del edificio. «Nosotros estudiamos la planta y los materiales encontrados aquí y pensamos que podría estar dedicado a la producción vitivinícola. Refuerza esta idea unas estructuras circulares que podrían ser una bodega, con espacios decantadores del vino y una zona de pisado», explica Toscano.

Zona de hornos metalúrgicos

Esta zona está fuera de la circunscripción del BIC, que ya se ha solicitado ampliar, y forma parte de la finca de una familia muy involucrada en las investigaciones. «Tiene una pendiente tan grande que probablemente no vivirían las personas, pero los hornos sí podrían estar perfectamente. Está en una cota más baja y los humos tóxicos no contaminarían la zona de hábitat. Además, en las prospecciones que nos han dejado hacer los propietarios aparece mucha escoria ahí». comenta la arqueóloga, que aclara que Tejada la Vieja «no es un centro metalúrgico como tal. Es un centro redistribuidor. Aquí la producción metalúrgica es a una escala menor. Se hace un primer depurado pero no el depurado final».

«Si desde aquí tuvieran que llevarse a 40 kilómetros carros cargados con metales ya nobles podrían robárselos en cualquier punto. Normalmente los transportaban en bruto o en semibruto al puerto y ahí es dónde estaban los hornos, como los de San Bartolomé de Almonte y Huelva», justifica la especialista, que recuerda que por eso se hallaron tantos hornos metalúrgicos en zonas de Huelva capital, como la calle Puerto, en la Antigua Delegación de Hacienda o en la calle Botica, entre otros.

En este sentido, anunció que van a hacer análisis de estas escorias de mineral, que son parte de un primer proceso para la obtención de plata, para «comprobar de las minas que proceden y que son las que llegan a Huelva y San Bartolomé de Almonte».

«Dignificar» tras nueve campañas

A los pocos años del descubrimiento del yacimiento el Servicio de Arqueología de la Diputación de Huelva se interesó por él y lo compró. Desde entonces llevó a cabo hasta nueve campañas, algunas con muchos medios humanos y técnicos. No obstante, «se excava en la última fase de vida del yacimiento, por lo que sólo tenemos una información muy precisa del urbanismo, pero de su última fase». 

Estas campañas intensivas se llevaron a cabo hasta 1997 y no hubo otra intervención, puntual, hasta 2006. Con la situación de crisis la Diputación de Huelva descuida el mantenimiento del recinto, que entra en una fase de deterioro. En 2013 la administración provincial firma un convenio con la Universidad de Huelva, a la que cede las competencias y obligaciones inherentes al BIC. En 2015 asume el encargo de la investigación el grupo Vrbanitas de la UHU.

Clara Toscano estaba haciendo la tesis sobre este periodo histórico y afronta el reto de recuperar Tejada la Vieja. «Lo primero que hacemos es dignificar el sitio. Es un lugar espectacular a nivel científico pero que a nivel patrimonial era un horror y no se podía visitar». Hasta cuatro anualidades invirtieron para acondicionarlo todo gracias a un convenio con el Ayuntamiento de Escacena del Campo, que aportó mano de obra y la Universidad de Huelva el personal técnico y los materiales.

«Un vínculo especial»

Clara Toscano reconoce que tiene «un vínculo especial» con Tejada la Vieja, que es en su caso «la joyita» o «la niña bonita» que todo arqueólogo tiene como predilección. «Vi su deterioro, su importancia científica y el potencial patrimonial tan grande que tenía», señala, por lo que cuando su maestro, el profesor ya jubilado Juan Campos, le dio la llave de este yacimiento y su confianza, admite que estuvo «tres días llorando de la emoción y la responsabilidad», mismos sentimientos, junto con «muchas ganas», que siente desde que le autorizaron iniciar la excavación.

«En nuestro grupo entendemos que tiene que ir de la mano la investigación, la puesta en valor, conservación y la difusión», comenta Toscano. En este último aspecto sumaron la colaboración de la Asociación Cultural Scatiana, formada por «gente estupenda, con mucha formación, histórica, y que ama el patrimonio de su localidad». Esta asociación realiza gratuitamente dos visitas guiadas al mes y también se pueden contratar sus servicios. Además han puesto en marcha iniciativas como la primeras Jornadas Tartésicas, celebradas en 2023, y reinvirtieron los beneficios obtenidos en el yacimiento.

«Tienen un espíritu envidiable», destaca Toscano, que también alaba al Ayuntamiento de Escacena y avanza que la idea es «a la vez que vamos investigando ir dotando al yacimiento de mayor accesibilidad», e instalar pasarelas para personas con movilidad reducida. También cuentan con una aplicación en la que ella realiza la explicación del entorno e varios idiomas y trabajan en la renovación de la cartelería.

«Todos agentes implicados tenemos que estar unidos para sacar el proyecto a delante y todos ponemos de nuestra parte», sentencia la directora de las excavaciones, que confía en que haya un buen mantenimiento y las campañas se sucedan hasta completar la historia del tiempo que guarda contenido en sus entrañas Tejada la Vieja.


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