Itálica fue cuna de emperadores y la primera ciudad fundada por Roma fuera de Italia.
28/02/2024. Muy Interesante. Fran Navarro.
En las riberas del bajo Guadalquivir, cerca de la actual Sevilla, se sitúa Itálica, insigne por ser la primera ciudad romana fundada en Hispania. Establecida en el año 206 a.C. tras las victorias de Roma en la Segunda Guerra Púnica, Itálica no solo marcó el inicio del dominio romano en la península ibérica, sino que también se erigió como cuna de algunos de los más distinguidos emperadores: Trajano y Adriano. Este asentamiento, que en su apogeo fue centro de esplendor y poderío, ofrece una visita ineludible para sentir de cerca la grandeza del Imperio romano y su legado en tierras hispanas.
El origen de Itálica
En el contexto de la Segunda Guerra Púnica, una serie de conflictos que definió el curso de la historia mediterránea, Publio Cornelio Escipión, conocido como el Africano, emergió como una figura clave en la lucha contra Cartago. Tras decisivas victorias en Hispania, Escipión eligió un asentamiento en el Cerro de San Antonio para fundar Itálica en el año 206 a.C. Este sitio, estratégicamente ubicado entre Sevilla y Alcalá del Río, inicialmente sirvió como campamento militar para los legionarios heridos y veteranos de guerra, y marcó el comienzo de la presencia romana en la región.
Con el tiempo, el asentamiento trascendió su propósito original, evolucionó de un campamento militar a una floreciente ciudad romana. Itálica se convirtió en un emblema de la expansión y consolidación romanas en Hispania, simbolizando el crecimiento de un imperio que, a través de sus conquistas y fundaciones, tejía la trama de un legado que perduraría a través de los siglos.
El auge de la ciudad
Bajo el gobierno de Augusto, Itálica experimentó una transformación radical que la catapultó hacia una era de apogeo y esplendor sin precedentes. Este periodo marcó su ascenso a municipio, otorgándole autonomía y un estatus privilegiado dentro del Imperio romano. Este cambio reflejó no solo un reconocimiento de su importancia estratégica, sino también un impulso hacia su desarrollo urbanístico y social. La ciudad se embelleció con la construcción de infraestructuras clave como un teatro, cuya arquitectura reflejaba las más avanzadas técnicas romanas, y un imponente anfiteatro, escenario de espectáculos que congregaban a ciudadanos en busca de ocio y entretenimiento, consolidando así el tejido social de Itálica.
Además, la expansión hacia la Nova Urbs duplicó su tamaño, introduciendo sistemas de alcantarillado avanzados, calles empedradas y majestuosas domus que delineaban la vida cotidiana de sus habitantes. Estas obras no solo mejoraron significativamente la calidad de vida en Itálica, sino que también la posicionaron como un centro político, económico y cultural de gran relevancia en la Hispania romana. La ciudad se convirtió en un microcosmos del Imperio, donde el esplendor arquitectónico y la vitalidad urbana reflejaban la grandeza y ambición de Roma.
Cuna de emperadores
Itálica no solo se destacó por su riqueza arquitectónica y su importancia estratégica, sino también por ser la cuna de dos de los emperadores más distinguidos del Imperio romano: Trajano y Adriano. Nacidos en esta próspera ciudad hispana, ambos llevaron el legado de su tierra natal hasta el corazón de Roma, dejando una huella indeleble en la historia imperial.
Trajano, proclamado emperador en el año 98 d.C., es recordado por sus conquistas militares y su programa de asistencia social, que incluía la alimentación de los niños pobres de Roma. Su gobierno se caracterizó por una expansión sin precedentes del imperio. Adriano, su sucesor, priorizó la consolidación y organización del imperio, promoviendo el arte y la cultura, así como la construcción de obras emblemáticas como el Muro de Adriano en Britania. Su reinado reflejó el equilibrio y la prosperidad, principios que resonaban con la esencia de su ciudad natal.
Itálica, por tanto, no solo fue el punto de partida para estos emperadores, sino que su espíritu y valores se entretejieron en las políticas y proyectos que emprendieron en Roma, demostrando cómo un pequeño rincón de Hispania pudo influir en el curso de la historia romana.
El descubrimiento arqueológico
El esplendor de Itálica comenzó a desvanecerse en el siglo IV, cuando factores político-económicos y sociales contribuyeron a su gradual declive. La disminución de la influencia política de sus familias patricias, junto con cambios en las rutas comerciales y la reorganización administrativa del imperio, mermaron la vitalidad de la ciudad. Este proceso culminó en su abandono, dejando atrás los espléndidos edificios y calles que una vez albergaron a emperadores y senadores.
No obstante, el siglo XIX marcó el redescubrimiento de Itálica como un sitio de invaluable importancia histórica y arqueológica. Impulsados por el creciente interés en el pasado romano, los investigadores comenzaron a excavar y estudiar sus ruinas, revelando la magnitud del sitio arqueológico. Este renacimiento de interés condujo a esfuerzos continuos para preservar y restaurar el sitio, permitiendo que Itálica no solo sobreviva como testimonio del pasado romano, sino que también inspire a futuras generaciones a través de su historia y belleza inalteradas.
Itálica no solo constituye un capítulo fundamental en la historia y cultura de España, sino que también enriquece nuestra comprensión del Imperio romano. Este sitio, cuna de emperadores y ejemplo de esplendor antiguo, invita a explorar sus ruinas y a vivir el excepcional estado de conservación con el que nos han llegado algunos de sus edificios y muestras de arte. Visitar el Conjunto Arqueológico de Itálica ofrece una ventana única al pasado que permite experimentar de primera mano la gloria de la primera ciudad romana en Hispania.
Referencias:
Gil de los Reyes, M. S. 2006. Itálica: guía oficial del conjunto arqueológico. Junta de Andalucía.
León, P. 2021. Itálica: la ciudad de Trajano y Adriano. Universidad de Sevilla.
Lozano, J. 2022. Itálica romana. Historia, urbanismo, arquitectura y escultura de la antigua ciudad. Lucy Valiente.
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