26/12/2013. ABC. Una gran exposición muestra espectaculares recreaciones de la vida de los antepasados madrileños.
La Comunidad de Madrid tuvo madrileños antes, mucho antes de que pudieran llamarse así. Nuestra región, llena de recursos desde tiempos inmemoriales, acogió poblaciones humanas organizadas en el Neolítico cuyas costumbres y hábitos de vida pueden contemplarse hoy en la Sala El Águila de la capital, gracias a la exposición «La prehistoria en Madrid. Descúbrela en familia».
Se trata de una muestra pensada para toda la familia y especialmente para los más pequeños, donde se exhiben recreaciones en tres dimensiones de cómo vivían los antepasados madrileños, desde el origen de las primeras sociedades agricultoras y ganaderas hasta el final de la Edad de Bronce.
La exposición fue presentada por el director general de Patrimonio histórico, Ignacio Muñoz, quien explicó que en ella «se muestra cómo interaccionaban estos hombres, que eran los primeros cazadores recolectores, los primeros que realmente empezaron a producir ya sus propios alimentos para su subsistencia, y esto implicó el desarrollo de una serie de instrumentos y de artilugios para procurarse ese alimento».
El origen de esta espectacular exposición es el libro «La tierra apropiada», editado por la consejería de Empleo, Turismo y Cultura —y tercer volumen de la colección «Madrid, una historia para todos»—, en el que se desvelan curiosidades de la prehistoria. Las recreaciones, que se pueden ver a gran formato en la exposición, y también en el libro, son el fruto de una novedosa colaboración entre la ilustradora, especializada en efectos digitales para cine, televisión y espacios culturales, Pilar Cienfuegos, y los arqueólogos del CSIC que han coordinado el volumen, Susana Consuegra y Pedro Díaz del Río.
Sobre el paisaje actual
En estas imágenes cada detalle está documentado arqueológicamente y sobre el paisaje actual, ofreciendo escenas de los momentos y lugares más representativos y, en algunos casos, exclusivos de la región.
Se puede conocer de un vistazo la vida cotidiana en el Neolítico antiguo, que revela los inicios de la vida agropecuaria, el trabajo comunitario en una mina de sílex y la construcción de un dolmen.
La Edad de Bronce está representada desde sus inicios, con la recreación interior de una cueva sepulcral, hasta su plenitud, con la excavación de un recinto de fosos; el entierro de un joven; los preparativos y agasajos en un banquete y los trabajos de ensilado de cereal en un poblado. El inicio de la producción de alimentos generó un cambio en las formas de habitar el mundo que ha marcado la Historia de la Humanidad hasta la actualidad.
Hacer la historia divertida
Este libro presenta de forma rigurosa y atractiva los cambios sucedidos a lo largo de una etapa de más de cinco mil años de Prehistoria, entrelazando la historia regional de Madrid con la peninsular y mundial de un modo comprensible a la vez que ameno. Y es que como recordó Ignacio Muñoz en la presentación, «enseñar de una forma divertida a los niños y jóvenes es el mejor vehículo para fomentar el conocimiento del patrimonio histórico y cultural».
Su título es un guiño al lector interesado, un agudo juego de palabras sobre cómo las primeras sociedades productoras de alimentos que se establecieron en nuestra región buscaron las tierras más apropiadas para desarrollar su incipiente economía agropecuaria, y de cómo las tomaron para sí, las apropiaron para ellos y sus descendientes.
El volumen narra la trayectoria histórica de las sociedades que habitaron la Península Ibérica y en particular la Comunidad de Madrid, incorporando los descubrimientos arqueológicos más destacados de las últimas décadas.
Los capítulos están salpicados de un buen número de interesantes curiosidades: ¿Cuál es la prueba más antigua de monta del caballo?; ¿tenían lana las primeras ovejas domesticadas? o ¿podemos conocer los movimientos de las poblaciones del pasado?
Pasear por la exposición equivale a hacerlo por más de 2.000 años de nuestro más remoto pasado, del que han quedado vestigios en un importante abanico de yacimientos.
Ahí está, por ejemplo, el Arenero de Valdavia, en Villaverde, un espacio de enterramiento que fue de los primeros en hallarse en la Península. O el Yacimiento de La Deseada, en Rivas Vaciamadrid, descubierto gracias a las obras de construcción del Metro, y donde nuestros tatara-tatarabuelos vivieron en cabañas de las que quedan huellas.
O la famosa Casa Montero, en Vicálvaro, la mina neolítica de sílex más antigua, en la que decenas de «madrileños» extraían material y fabricaban con él herramientas. Uno de los primeros espacios donde se ha podido documentar una actitud de colaboración entre humanos. Sin olvidar todos los puntos de la sierra, de Patones a Guadalix o en Guadarrama, donde nuestros antepasados hicieron arte.
Actividades en la exposición
Numerosas actividades harán la delicia de los niños en esta exposición, pensada para toda la familia, y en la que se ha organizado un taller de cerámica, otro de tejido, cuentacuentos, demostraciones prácticas de elaboración de herramientas de la prehistoria reciente; elaboración de un panel de arte rupestre, y hasta un rincón de la lectura.
Todas ellas serán de entrada libre y no requieren reserva previa. La muestra y todas las actividades se podrán disfrutar en la Sala El Águila C/ Ramírez de Prado, 3), hasta el 5 de enero, de 11:00 a 19:00 horas, salvo los días 24 y 31 de diciembre y 5 de enero que tendrán horario de 11:00 a 15:00 horas. Los días 25 de diciembre y 1 de enero la sala permanecerá cerrada.
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