Los dólmenes son una constante en el territorio histórico, sobre todo, en la comarca de la Llanada.
26/03/2015. Noticias de Álava.
VITORIA - Son testigos petrificados del paso del tiempo. Monumentos megalíticos construidos por culturas ancestrales. Piedras, y mucho más que piedras, que configuran una parte consustancial del paisaje, apreciados por regalar pruebas impertérritas del pasado prehistórico. Desde que en 1831 se descubriera el conjunto sepulcral de Aizkomendi, se han identificado en Álava 72 dólmenes, 45 túmulos y 51 menhires. Muchos, sin duda, y todos ubicados en una franja de apenas sesenta kilómetros, principalmente en la Llanada. No tiene por qué extrañar. Esta zona siempre fue encrucijada de caminos, una tierra gastada por el paso de tanta gente. Y esas huellas la convirtieron en un yacimiento al aire libre.
El santo y seña del patrimonio prehistórico de Álava es el dolmen de Aizkomendi, el primero hallado en Euskadi, también el mayor y uno de los más grandes de todo el norte peninsular, gracias al cual se supo que la finalidad de estas construcciones era funeraria. De forma rectangular, ya no conserva el corredor, pero sí el túmulo -nombre que recibe el montón de tierra y piedras levantado sobre una tumba o varias-, de 64 metros de diámetro y cuatro metros de altura. Proporciones indudablemente gigantescas que hacen que una persona que mida 1,75, mucho en aquella época, puede pasar sin agachar la cabeza y tenga que estirar los brazos para tocar las paredes.
Para grande, no obstante, el dolmen de Eskalmendi, con sus 74 metros de diámetro y cinco de altura. Los últimos estudios desvelaron que contaba con una inmensa cámara con corredor y que era el único en el que el acceso podía hacerse en su día a pie. En los monumentos megalíticos el tamaño importa, evidentemente, aunque no siempre los mayores son los más bellos. Uno muy fotografiado por los visitantes es el de Sorginetxe, en el pueblo de Arrizala. La esbeltez de su arquitectura y la hermosura de sus líneas lo convierten en una de las principales joyas prehistóricas del territorio, aunque lo que lo hace realmente único es que se trata de una estructura exenta de tipo pentagonal sin corredor ni túmulo. También merece la pena visitar La Chabola de La Hechicera, ubicado cerca de Elvillar. - J.S.
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