Una investigación desarrollada por dos antropólogas de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) cuestiona que las sociedades neolíticas fueran igualitarias, ya que sistemáticamente se excluía a niños menores de cinco años y a muchas mujeres de ser enterrados en los dólmenes.
29/04/2015. País Vasco.
La universidad vasca ha difundido hoy un estudio de las investigadoras Teresa Fernández-Crespo y Concepción de la Rúa, pertenecientes al Departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal de la UPV y que ha sido publicado por la revista 'Journal of Archaeological Science'.
Según esta investigación, basada en el estudio de siete tumbas megalíticas de La Rioja y Álava, en los enterramientos se excluía a determinados individuos por criterios de edad y de sexo.
Los datos obtenidos podrían indicar que el uso colectivo de un mismo espacio funerario, que ha sido entendido a menudo como signo igualitario de las sociedades megalíticas, "estaría en realidad enmascarando los privilegios de unas comunidades incipientemente jerarquizadas", según Fernández-Crespo.
Tras analizar la composición demográfica de los megalitos, las investigadoras han constatado que presentan importantes anomalías con respecto a una población natural de tipo arcaico.
Han observado que se excluía "casi sistemáticamente" a los niños menores de cinco años, pero también a ciertos adultos, sobre todo mujeres.
Esto podría indicar según este estudio que el acceso a los dólmenes quedaba restringido solo a aquellas personas que gozaban de determinados derechos o privilegios, en contra de lo sostenido habitualmente por la literatura arqueológica tradicional.
De los siete dólmenes analizados dos están situados en Álava: el del Alto de la Huesera y el de San Martín, ambos en Laguardia.
Los otros cinco se ubican en La Rioja: La Cascaja en Peciña, Collado del Mallo en Trevijano, Peña Guerra II en Nalda, Collado Palomero I en Viguera y Fuente Morena en Montalvo de Cameros.
El número de individuos, hallados en estas siete tumbas megalíticas asciende a 248, aunque su distribución es diversa ya varía entre menos de diez, en el caso de Fuente Morena, y más de un centenar en el del Alto de la Huesera.
Las investigadoras creen que el hecho de que los monumentos fueran espacios funerarios reservados para un grupo específico de individuos podría explicarse por la existencia de diferentes estatus entre la población.
"Si aceptamos esta hipótesis, sería plausible que los restos de aquellos que tuvieran una posición social más baja, y por ello tal vez no cumplieran los requisitos de acceso para ser incluidos en los dólmenes, fueran depositados en otras estructuras funerarias cuya construcción y mantenimiento requiriera menos esfuerzo, como por ejemplo cuevas naturales, abrigos bajo la roca o fosas", señala Fernández-Crespo.
Sin embargo, las investigadoras no descartan que hubiera otras causas poblacionales o culturales tras esta selección de inhumados.
Por ello confían en que los análisis de isótopos estables que están haciendo actualmente en la Universidad de Oxford sobre restos óseos procedentes de algunas de estas tumbas puedan arrojar algo de luz sobre las causas de esta selección en los enterramientos neolíticos.
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